Los jardines colgantes de Babilonia – Maravilla del mundo antiguo
Se encontraban en el actual Irak, los jardines colgantes de Babilonia han sido debidamente acreditados por los historiadores griegos tales como Estrabón y Diodoro Cículo. Hay poca seguridad de su existencia, a no ser la evidencia circunstancial encontrada en el palacio de Babilonia en una excavación.
Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo provienen de una selección que fue realizada por cronistas de la Antigua Grecia, en tiempos de Alejandro Magno. Una de estas construcciones, algunas de las cuales se cree que ni siquiera fueron reales, son los Jardines Colgantes de Babilonia. Hay quienes incluso dudan de su existencia real. Mito o historia es una obra de arquitectura verdaderamente fascinante.
El origen de la duda sobre la veracidad de los Jardines Colgantes de Babilonia surge de que al momento de confeccionarse el listado de las Siete Maravillas del Mundo, durante el siglo IV a.C, Babilonia ya se encontraba en ruinas. De ahí que los historiadores y arqueólogos manejen dos posibles hipótesis o teorías sobre su construcción.
Una de las teorías, la más difundida ,es que los Jardines Colgantes de Babilonia fueron construidos por Nabucodonosor II, (rey durante el Imperio Neo-babilónico), como obsequio para su esposa en el siglo VI a.C. La segunda hipótesis –basada en una leyenda- adjudica la obra de esta maravilla a la reina asiria Semíramis o Shammuramat, durante el siglo IX a.C.
Según las crónicas que han trascendido, los Jardines Colgantes de Babilonia habrían consistido en una edificación compuesta de terrazas escalonadas, construidas con grandes piedras. Las piedras eran la estructura en la que se colocaba la tierra y allí se habrían plantado árboles, flores y arbustos.
Se estima que para el riego de los jardines utilizaron una máquina similar a una noria hidráulica que permitía la elevación del agua. Los arqueólogos han encontrado en las ruinas del Palacio del sur, un pozo que estiman por sus características podría ser asociado al riego de los jardines.
El ingeniero Filón de Bizancio (280-220 a.C.), discípulo de Ctesibio de Alejandría ,narra cómo eran a sus ojos los Jardines colgantes de Babilonia en su obra ‘Siete Maravillas de la Antigüedad’:
–Crecen allí los árboles de hoja ancha y palmeras, flores de toda clase y colores, y, en una palabra, todo lo que es más placentero a la vista y más grato a gozar. Se labra el lugar como se hace en las tierras de labor y los cuidados de los renuevos se realizan más o menos como en tierra firme, pero lo arable está por encima de las cabezas de los que andan por las columnas de abajo.
Las conducciones de agua, al venir de las fuentes que están a lo alto, a la derecha, unas corren rectas y en pendientes, otras son impulsadas hacia arriba en caracol, obligadas a subir en espiral por medio de ingeniosas máquinas. Recogidas arriba en sólidos y dilatados estanques, riegan todo el jardín, impregnan hasta lo hondo las raíces de las plantas y conservan húmeda la tierra, por lo que, naturalmente, el césped está siempre verde y las hojas de los árboles que brotan de tiernas ramas se cubren de rocío y se mueven al viento. La raíz, nunca sedienta, absorbe el amor de las aguas que corren por doquier y, vagando bajo tierra en hilos que se entrelazan inextricablemente, asegura un crecimiento constante de los árboles. Es un capricho de arte, lujoso y regio y casi del todo forzado por el trabajo de cultivar plantas suspendidas sobre las cabezas de los espectadores-.
No obstante, debido a la falta de pruebas, testimonios más concluyentes y herencias arqueológicas; muchos han sugerido que los Jardines Colgantes de Babilonia no son más que leyendas. Sólo sabemos de sus verdes extensiones por las descripciones que se encuentran en los antiguos escritores griegos y romanos, como por ejemplo; Estrabón, Diodoro de Sicilia y Quinto Curcio Rufo. Así todo, se limitan a representar un ideal romántico de un jardín oriental, y no unos jardines colgantes dignos de ser maravillas universales. Sólo las excavaciones del alemán Robert Koldewey en una de las zonas de la fortaleza sur de Babilonia, revelaron unas bóvedas con un profundo pozo que podrían ser los las “raíces” de los jardines colgantes.
La desaparición de los jardines colgantes de Babilonia
Aunque sus conquistas han pisado y avasallado todos los reinos vecinos, el dominio y la luz que destellaba del Imperio Babilónico no llegó muy lejos. El reino infranqueable y omnipotente de Nabucodonosor y su padre, (tomado tras una rebelión contra los asirios), tenía los días contados. No habían pasado 25 años desde el fallecimiento del Rey Nabucodonosor y de la caída de Jerusalén en el año 562 a.C., y el gran imperio ya se estaba desmoronando.
La fragmentación del imperio se iba haciendo cada vez más patente, y las ciudades del sur, (la antigua Sumeria), caían como fichas de dominó. Los culpables; los persas. Los persas avanzaban como una apisonadora conquistando todo aquello que veían en el horizonte. Eso, unido a la desesperación de los babilonios y la incapacidad del rey Nabónido, hizo que la conquista de la ciudad fuese una de las más sencillas de la historia.
Ciro II El Grande oyó que Babilonia estaba sumergida en una crisis que removía los cimientos de una más que posible guerra civil, por lo que no dudó en aprovechar el momento. Cuando llegó a Babilonia, Ciro prometió respetar la ciudad, a sus gentes y sus riquezas; garantizaba la seguridad y orden del pueblo, si el Rey acedía a entregar su trono al pueblo persa. Los nobles y sacerdotes no dudaban la aceptación, pues Nabónido era un usurpador y un blasfemo.
En octubre de 539 a.C., un gigantesco ejército se presentó en las puertas de Babilonia para ver cómo el pueblo traicionaba a Abondo y limpiaba el trono para Ciro. Todo se llevó a cabo sin oposición ni resistencia, por lo que fue un mero tránsito sin guerras ni pérdidas de ningún tipo.
La desaparición de los Jardines fue por el paso del tiempo y un enemigo imparable: el incendio provocado por Evemero al conquistar Babilonia en el 125 a.C. Eso redujo la histórica ciudad a simples ruinas y cenizas antes de la llegada de Alejandro Magno.
¿Existieron realmente los jardines colgantes de Babilonia?
Nada nos queda acerca de su construcción, ni un solo manuscrito, plano o mapa que llegasen a detallar nada. La escasez de fuentes babilónicas contemporáneas hacen que las controversias salpiquen incluso a la esposa Amyitis de Nabucodonosor.
Herodoto, (geógrafo e historiador griego más cercano al tiempo de Nabucodonosor II), no menciona nunca los jardines colgantes al escribir sobre Babilonia. Es posible que existan pruebas bajo el Éufrates, río más grande del Asia Occidental junto al Tigris, aunque no puede ser excavado de manera segura en la actualidad. Una teoría diferente también apunta a que los Jardines Colgantes de Babilonia fueron realmente construidos por el rey asirio Senaquerib (704-681 a.C.), en su palacio de Nínive.
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