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La morada de la riqueza – Gibrán Khalil Gibrán

Gibrán autorretrato

La morada de la riqueza

Mi fatigado corazón se despidió de mí para irse a la Morada de la Riqueza.

Al llegar a esa ciudad sagrada, que el alma había alabado y glorificado, comenzó a vagar desconcertado ante la ausencia de lo que siempre había imaginado hallar.

La ciudad estaba vacía de poder, riquezas y autoridad.

Y mi corazón se dirigió a la hija del Amor y le dijo:

-Oh, Amor, ¿dónde puedo hallar a la Satisfacción? He oído que ha venido a hacerte compañía.

Y la hija del Amor respondió:

-La Satisfacción ya se ha ido a predicar su evangelio a la ciudad donde gobiernan la avidez y la corrupción.

No la necesitamos.

La Riqueza no implora Satisfacción, porque ésta es recompensa terrena, con deseos colmados de objetos materiales.

La Satisfacción es expresión del corazón.

El alma eterna no está nunca satisfecha; su objetivo es la búsqueda permanente de lo sublime.

Así mi corazón se dirigió a la Belleza de la Vida y le dijo:

-Tú eres toda Sabiduría; ilumíname como el misterio de la Mujer.

-Oh, corazón humano -Ella me respondió-,la mujer es tu propio reflejo, lo que tú eres, y se halla dondequiera que tú estés; es como la religión desoída por el ignorante, y como la luna límpida de nubes, y como la brisa libre de impurezas.

Y mi corazón se encaminó hacia la Sabiduría, hija del Amor y la Belleza, y le dijo:

-Concédeme Sabiduría, y la compartiré con los míos.

-No nombres a la sabiduría sino a la Riqueza -ella me respondió -, pues la verdadera riqueza no proviene de lo externo sino que nace en lo más Profundo de la vida. Compártela con los tuyos.

Gibrán Khalil Gibrán

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