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Madrid es un nombre árabe – Mayrit fundación musulmana

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Madrid es un nombre árabe -Mayrit fundación musulmana: evidencias materiales

Mayrit fundación musulmana: evidencias materiales

Corren malos tiempos para la Historia. A la crisis económica, política, social, cultural, etc., se ha unido, al menos en España, la crisis historiográfica. Al vergonzoso diccionario biográfico publicado por la Real Academia de la Historia, se unen los pseudohistoriadores a los que no duelen prendas en tergiversar, o directamente mentir, la historia en defensa de sus intereses ideológicos y/o políticos. Y, lo que es más grave, estos “historiadores” copan las listas de ventas de libros de historia.

Actualmente son cada vez más los historiadores que se han puesto al servicio del poder, rememorando a los cronistas medievales que escribían al servicio de la dinastía que ocupara el poder. En el Siglo de Oro, López de Hoyos, cronista de la Villa de Madrid, daba a la capital un origen griego o romano. Como es lógico la capital elegida por el muy católico rey Felipe II no podía tener un origen musulmán.

Estos cronistas medievales, al servicio del poder, parece que han retornado en estos inicios del siglo XXI. No hay duda que hay un retroceso en la evolución de la historiografía. Ya de nada sirve el mensaje que nos han legado grandes historiadores, desde Ibn Jaldún hasta la Escuela de Annales, estos maestros defendían, como condición indispensable para escribir historia, que el historiador ha de ajustarse a la verdad e intentar ser lo más objetivo posible.

Esta “necesidad” de nacionalizar el origen de Madrid parece haber vuelto en la actualidad; recordemos que el Ayuntamiento madrileño, y la Comunidad, están gobernadas por un partido político defensor de un “nacionalismo español”. Bajo estas premisas hay que intentar buscar en la capital del reino un origen cristiano. Bernard Bessière, en su obra Madrid (BESSIÈRE: 19), apunta: «Si no cabe duda de que Madrid es un nombre árabe, es imposible reconocer la verdad: menos de un siglo después del último acto de la reconquista, por un historiador oficial, no puede soportar la idea de que la ciudad en la que se va a instalar la dinastía de los muy católicos gobernantes es una creación musulmana».

Viene este preámbulo a cuento de las declaraciones de la arqueóloga Esther Andreu –directora de las excavaciones efectuadas en la Plaza de la Armería del Palacio de Oriente-, publicadas con gran despliegue tipográfico en el diario El País, el 20 de febrero de 2011: «Madrid nació como ciudad bajo mandato cristiano, en el siglo XII, y no en la época árabe, tal como se creía. Aunque sus orígenes musulmanes están comprobados, el Mayrit que se remonta al siglo IX era sólo un cuartel y no una población» (ANDREU 2011a). El Madrid cristiano, hasta su nombramiento como capital del reino, no pasó de ser un villorrio con escasa importancia, por no decir ninguna, y en el que aún habitaban buen numero de mudéjares como queda constatado en numerosos documentos de la Villa.

Continúa sus declaraciones Andreu con la autoría de unas casas halladas durante las últimas excavaciones: « (…) hallazgo de los restos de seis casas medievales, las más antiguas encontradas hasta ahora (…) y donde no se han hallado nunca restos urbanos similares de la época árabe.». En un artículo publicado en 2007, la propia Andreu mantiene todo lo contrario. « En primer lugar quisiéramos destacar que las viviendas se constituyeron en el siglo X por sus primeros moradores islámicos, continuaron habitándose durante la época de la ocupación cristiana” (ANDREU, 2007: 693). En qué quedamos, lo que en 2007 era musulmán ahora es cristiano. ¿Cómo explica entonces los restos materiales encontrados de procedencia islámica?.

Parece que Andreu según sea el foro en donde se manifiesta cambia sus conclusiones, así en la ponencia que presentó en las jornadas que se realizaron en la Casa Árabe de Madrid, en 2011, mantiene lo contrario a lo manifestado en El País: «(…) ya sin restos delatores, comenzaron a narrarse pasados gloriosos para la villa, poblamientos de entidad carpetanos, romanos y visigodos –no olvidemos nuestra Mantua Carpetorum, como denominó a Madrid y, por supuesto, un pasado medieval islámico muy importante, ya que, eso sí, siempre hubo que admitir que el verdadero origen de la ciudad era musulmán» (ANDREU, 2011b: 40). Comentaré que en estas jornadas participaron refutados arabistas, quizás por eso cambió el discurso la Sra. Andreu.

Cada día estamos más de acuerdo historiadores y arqueólogos que no se puede hacer un análisis completo del pasado más remoto olvidando lo que nos ofrecen ambas ciencias. En estas mismas jornadas de la Casa Árabe, Esther Andreu hace un comentario que es totalmente falso: « Al atender las crónicas árabes, encontramos que las primeras referencias a la fundación de la ciudad están hechas siempre por geógrafos o cronistas muy posteriores, que aunque citan fechas más remotas hablan ya desde el recuerdo» (ANDREU, 2011b: 42). En la nota nº 4 menciona solamente a Al Himyari (1194-1195) y, como fuentes de éste a al-Bakri (m. 1094) y al-Idrisi (m. 1166). Andreu parece “olvidar” todas las referencias a Mayrit aparecidas con anterioridad a las que ella menciona. Las primeras crónicas islámicas que mencionan a Mayrit son contemporáneas. El primero en mencionar Mayrit es al-Razi (865-925), posteriormente lo hacen Ibn Hayyan (987-1075), Ibn Hazm (994-1064), Ibn al Faradi (962-1012), y la Crónica anónima de Abd al-Rahman III al-Nasir, datada en el siglo X (GARROT, 2011: 31-51)

Otra “prueba” que muestra Andreu para consolidar su hipótesis es el hallazgo de los restos de un supuesto pastor visigodo. Parece olvidar que todo resto arqueológico que se encuentre descontextualizado no sirve como referencia en la que basar una hipótesis.

La polémica sobre el origen de Madrid no es nueva, y la poca importancia que se le ha dado tampoco. Recordemos lo ocurrido en 1996 cuando el Ayuntamiento madrileño negó que los restos encontrados en las excavaciones realizadas en la Plaza de Oriente no tenían ningún valor arqueológico –el asunto acabó en los tribunales- obviando todos los informes emitidos por profesionales que mantenían lo contrario. Y que terminaron con el único mantenimiento de una atalaya árabe que hoy, de manera vergonzosa, podemos ver si pasamos con el coche por el subterráneo de la calle Bailén.

Una vez realizada esta reflexión sobre la supuesta autoría cristiana de Madrid como ciudad pasaré a intentar demostrar como los restos arqueológicos encontrados en Madrid demuestran no sólo que la ciudad es fundación musulmana, sino que además en ella se realizaban todas las actividades propias de una madina, y no solamente las propias de un cuartel.

Evidencias materiales de la madina Mayrit

De sobra es conocida la dificultad que encierran las grandes ciudades para poder realizar labores arqueológicas; a pesar de estas cortapisas se han realizado numerosas excavaciones dirigidas por excelentes arqueólogos como es el caso de Luis Caballero Zorea, Manuel Retuerce Velasco o Juan Zozaya. Estas excavaciones nos han dejado restos de cultura material que, junto al estudio de las fuentes escritas nos permiten, aunque no con todo el detalle que desearíamos, poder conformar una idea de cómo y qué fue el Mayrit islámico.

En el siglo IX, una vez consolidado el poder omeya en al-Andalus, se inició un periodo de fundación de ciudades. Estas fundaciones urbanas tienen en principio un carácter militar, son lo que podríamos denominar ciudades-acrópolis, para con el paso del tiempo irse conformando en verdaderos centros urbanos, es decir en madinas, dentro de este grupo es donde se encuadraría Mayrit.

Los primeros restos musulmanes hallados correspondían a la antigua muralla musulmana. Sin duda este cercamiento nos muestra la formación de un baluarte militar en correspondencia a la idea de Muhammad I de reforzar la zona, bien para controlar el paso de los cristianos, bien para controlar a la belicosa ciudad de Toledo.

En su Muqtabis, Ibn Hayyán califica a Mayrit de hisn para la época de Muhammad I, para posteriormente, y ya en el período de correspondiente al gobierno de Abd al-Rahman III, de madina. Este cambio en la designación podría ser un salto cualitativo en relación a la calificación urbanística de Mayrit. Este cambio también podría relacionarse con la reparación de las murallas ordenada por Abd al-Rahman III; no siendo descartable que en estos momentos se hubiera construido otra cerca. Estos antecedentes supondrían que, como en tantos otros lugares de al-Andalus, lo que comienza siendo un simple recinto militar se convierte en núcleo urbano, en este sentido apunta la hipótesis de C. Mazzoli: «El cambio que se puede observar en la manera de designar a Madrid como madina para la que ha sido nombrado gobernador al-Fath b. Yahya en el año 939-940 quizá pueda revelar un cambio de estatuto ¿jurídico? ¿económico? Para el lugar (…)» (MAZZOLI, 2011: 21).

Otra estructura urbana halla del período islámico fueron los restos de una mezquita hallados en la calle de la Almudena, junto a la conocida como Puerta de Santa María. Esta mezquita es catalogada de mezquita aljama por alguno de los cronistas árabes que aludieron a Madrid. La existencia de una mezquita aljama hace pensar en la existencia de otras en los distintos arrabales, tanto intramuros como extramuros. Aún cuando no se han encontrado restos de otras mezquitas, José Manuel Castellanos que menciona un documento del siglo XV que pudiera relacionarse con la existencia de otra mezquita: «La medina contaba con una mezquita mayor (…) No hay constancia de otros oratorios musulmanes dentro del recinto murado, pero en una provisión de Fernando I de 1478 menciona “un solar questá a la puerta de Alvega, el qual tiene en medio un alminar”. Dicho texto (…) deja la posibilidad quela ciudad fortificada contara, al menos con otra mezquita» (CASTELLANOS: 32). Es más, esta homologación de mezquita aljama podría hacer pensar que Mayrit, durante el periodo califal, es el centro estructurador de un determinado territorio, en una capitalidad de la cora en lugar de Toledo – coincido con Eduardo Manzano en que una ciudad manifiestamente hostil al poder cordobés, como era el caso de Toledo, fuera designada como capital de provincia-.

Otra estructura significativa se halló en las excavaciones llevadas a cabo en la plaza de los Carros, me refiero a los restos de un viaje del agua datado en el siglo IX –el más antiguo de los viajes de agua árabes localizados-. Lo hallado es una sección rectangular, con andén lateral y canal forrado de piedras, disponía de un murete intermedio que llega a la altura del andén a modo de presilla para depurar el agua – ver CABALLERO/PRIEGO: 1983- El viaje nacería en Puerta Cerrada, continuaría por la Cava Baja, Pª de los Carros, calle Don Pedro, para terminar en la calle Segovia. Oliver Asín hablaba del qanat conocido como del Bajo Albroñigal, que llegaba hasta la puerta de moros. Este viaje del agua, como apunta Retuerce, podría ser también de origen islámico. Ya de época cristiana, 1399, hay otro viaje que podría servir de abastecimiento a unos baños, posiblemente de origen árabe –ya sabemos que los cristianos no eran muy amigos de construir este tipo de instalaciones-, la existencia de estos baños abundaría en el carácter urbano de Mayrit.

En las excavaciones realizadas en 2006 en la calle Toledo 68, se encontró una necrópolis, en la zona excavada se hallaron cuarenta y seis tumbas. José I. Murillo –arqueólogo que participó en las excavaciones- piensa que esta parte correspondería a un cementerio mucho más amplio que descendería, a través de la calle Humilladero, hasta la Puerta de Moros. El cementerio tiene una ocupación que abraca desde el siglo X al XV. Este cementerio podría ser el mismo que Retuerce ubica – a través de los testimonios recogidos a unos obreros que realizaban unas obras- en la Pª de la Cebada. Un cementerio de tal extensión, que probablemente no era el único- correspondería a un núcleo urbano de cierta envergadura.

Está confirmada la existencia de cuatro arrabales musulmanes en distintos lugares de Madrid. El primero, cronológicamente hablando, sería el ubicado al sur de las Vistillas, ocupando la zona comprendida entre las Vistillas, Pª de los Carros, calle San Andrés y Pª de la Paja. Éste sería el arrabal de más extensión y mayor número de habitantes. El segundo, con ocupación demostrada desde el siglo IX al XI, estaría situado en la zona de la iglesia de Stª María, calle Espejo, calle Escalinata y las calles que descienden hacia la Pª de la Ópera, según Pérez Vicente la zona de mayor ocupación se situaría en la Pª Ramales. El tercero se encontraría entre la Cava Baja, calle del Almendro, calle Nuncio y la zona alta de la calle Segovia hasta Puerta Cerrada, este estaría probablemente relacionado con el situado entre la calle Sacramento, la calle Mayor y la calle del Rollo, documentándose en el restos de los siglos X y XII. Pérez Vicente marca una hipótesis que comparto totalmente: « (…) la presencia de cuatro arrabales nos indicaría que el Madrid islámico se fue desarrollando y creciendo hasta convertirse en una pequeña ciudad de cierta extensión e importancia (…)» (PEREZ VICENTE: 194)

No cabe duda que tanto el número como la extensión de los arrabales indica un número de población de cierta relevancia, superior sin duda al que tendría un simple asentamiento militar. Otro indicio de que la población musulmana de Mayrit no era tan exigua como algunos quieren hacernos creer es la presencia documentada de mudéjares hasta 1502 –año en que un decreto de los Reyes Católicos obligaba a los mudéjares a convertirse al cristianismo o abandonar los territorios de la Corona de Castilla-. Esta presencia hasta fecha tan lejana refleja una numerosa presencia de musulmanes en Madrid, ya que es de suponer que tras la conquista muchos optaran por marcharse a las tierras aún ocupadas por los musulmanes, si tras esta, más que lógica diáspora, aún quedaban musulmanes en Madrid es signo de que la población no era tan reducida.

En cuanto a los restos materiales encontrados algunos son bastante significativos como, por ejemplo, piezas de ajedrez fabricadas en piedra de talco –que no se encuentra en la provincia de Madrid-, restos de cerámica de reflejo dorado, provenientes de Oriente, la maqueta de una fortaleza posiblemente utilizada como juguete; estos elementos nos muestran la existencia de una actividad comercial impropia de un simple asentamiento militar. Otro signo de desarrollo urbanístico es el hallazgo de una escápula de bóvido grabado con el alifato, lo que podría significar la presencia de alguna madrasa. Igualmente la única estela funeraria árabe encontrada en Madrid tiene una grafía, que según el estudio de Mª Antonia Martínez Núñez, se corresponde al tipo de grafía utilizado en los medios urbanos, distinta a la utilizada en ámbitos rurales.

Ya fuera de las referencias materiales, otros indicios apuntan a la homologación de Mayrit como madina: la presencia de cadíes lo que supone la conformación de un núcleo urbano no militar, la presencia de ulemas, así como la referencia en las fuentes árabes a dos docenas de biografías de mayritíes nos hace pensar en una cierta actividad cultural, algo no muy compatible con una simple ocupación militar.

Conclusiones

Es triste comprobar el retroceso que se está produciendo en el ámbito historiográfico –como ejemplo claro está el vergonzoso diccionario publicado por la Real Academia de la Historia-, y como buena parte de «historiadores» o, en el caso que nos ocupa, arqueólogos, anteponen unos intereses políticos al único interés que debería tener todo aquel que tenga relación con la historia, ser lo más objetivo posible y exclusivamente servir a la veracidad histórica.

Creo haber demostrado con este trabajo que Mayrit era mucho más que un simple acuartelamiento militar. Las pruebas arqueológicas y las documentales así lo demuestran, por lo que me atrevo a afirmar que la ciudad de Madrid fue fundación musulmana pese a quien pese.

Por José Luís Garrot Garrot*

*Licenciado en Historia, especialidad de Historia Medieval, y Doctor en Estudios Árabes e Islámicos, actualmente es investigador adscrito a la Universidad Complutense de Madrid, dentro del grupo de investigación Madrid Medieval.

©2014-paginasarabes®

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