El Sahara Occidental valora a la mujer
En la República Saharaui Democrática, el sexo femenino ocupa el 34 por ciento del Parlamento y cinco de los 16 ministerios; “y no llevan burka”.
A diferencia del mundo árabe conflictivo que Occidente ha querido presentar, en la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) el 34 por ciento de su Parlamento está integrado por mujeres, ellas ocupan además cinco de los 16 ministerios que existen.
“Y no llevan burka”, aclara Ahmed Mulay Ali, embajador en México del país africano que lleva 40 años luchando por su libertad. Es más, agrega, “en el pueblo saharaui la mujer cuando se casa hace fiesta y cuando se divorcia hace fiesta; hay mujeres que se casan dos o tres veces y no hay ningún prejuicio”.
Esa no es la única diferencia con el resto del mundo árabe, la RASD es también la única nación de la región que tiene como lengua oficial el español.
“Somos árabes, africanos e hispanófonos”, dice Mulay Ali desde la casa que funge como sede de su gobierno en México. En este lugar, en la colonia Polanco, todo mundo es recibido por el mismo embajador y las formalidades de la diplomacia prácticamente desaparecen. La RASD quiere convencer al mundo de que su modelo de vida es incluyente y respetuoso de los derechos humanos, de que la poesía y la cultura forman parte esencial de su vida y de que Marruecos le ha sojuzgado de manera ilegal durante las últimas cuatro décadas.
“Queremos demostrar que el mundo árabe no es como lo pintan los medios de comunicación. Nosotros somos un país democrático, somos un país muy tolerante con las demás religiones —de México por ejemplo, en las delegaciones que nos han visitado van de todas las religiones y duermen en nuestras casas—: somos muy dialogantes. Estamos construyendo nuestra democracia a través del dialogo, en el que participa el anciano, donde la persona que educa tiene mucha importancia, porque creemos que el que te enseñó a leer y escribir es tu amo hasta la muerte”, agrega.
Enseñando su situación al mundo es como la RASD busca obtener el apoyo contra su opresor. Como parte de sus acciones, Ahmed Mulay Ali y el investigador Roberto Mercadillo Caballero han coordinado El otro en la arena. 20 miradas y un parpadeo al Sahara Occidental (Gedisa/ UAM Iztapalapa, México, 2014) que reúne textos de periodistas, académicos, escritores, fotógrafos y gobernantes de diferentes países para hablar de la historia, política, economía, cultura y sociedad saharaui.
La historia de la RASD ha sido de resistencia. Antiguamente provincia española, debió de padecer una situación similar a la de México, dice el embajador, cuando España vendió el territorio en 1975 a Marruecos y Mauritania firmando un acuerdo que nunca fue presentado a las cortes españolas y que jamás fue publicado en el Boletín Oficial del Estado Español.
En el asunto, además hubo injerencia de Francia y la necesidad del reino marroquí de ocupar a su ejército que ya había intentado tres golpes de Estado.
La lucha armada que los saharauis habían emprendido para independizarse de España debió continuar contra Marruecos y Mauritania. Éste último, sin embargo, desistió en 1979 y ahora es un aliado de la RASD
No obstante, el reino marroquí mantuvo una cruenta lucha contra la naciente nación y ocupó parte de su territorio (actualmente se estima que entre 250 mil 300 personas viven en esa zona ocupada). El rayo de esperanza no iluminaría sino hasta 1990 cuando, bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ambas naciones firmaron un tratado de cese al fuego.
La situación, señala el embajador, “es de no guerra, no paz”; pero sobre todo los jóvenes han comenzado a impacientarse y a desconfiar incluso de la ONU, a la que piden actuar con más rapidez; 2015 será un año determinante para solucionar el conflicto, es el límite que ha puesto la organización mundial para encontrar una salida.
Esa salida ¿no serán las armas?, se le pregunta a Mulay Ali. “Todo depende de la comunidad internacional. Nosotros estamos tratando de hacer una sensibilización y movilización internacional para que la gente nos ayude a que no se llegue a las armas. Nadie quiere las armas porque los que mueren son los hijos de los pueblos no los mandatarios, y eso nos preocupa. Deseamos que la ONU obligue a Marruecos a aceptar lo que ya firmó y que se aplique la Carta de Naciones Unidas.
“Que el pueblo saharaui elija su futuro en las urnas, o bien que quiere ser marroquí, que vuelva a España si quieren, que seamos independientes o que nos convirtamos en una autonomía dentro de Marruecos. Pero desgraciadamente las armas están ahí, entre paréntesis, y ojalá llegue el día en que las tengamos que enterrar para siempre sin llegar a tomarlas”, contesta.
El libro, que muestra un amplio panorama de la situación en el Sahara Occidental, estará a la venta en el stand de la RASD, que participa en la Feria de las Culturas Amigas instalado en el Zócalo de la ciudad hasta el próximo 1 de junio.
Por Luis Carlos Sánchez
Con información de Excelsior
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