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El Chamuco y sus camellos

Los "camellos" de ©El Chamuco
Los «camellos» de ©El Chamuco

Uno de los platillos típicos de Torreón, y que corresponde a la corriente culinaria de la llamada “cocina-fusión” es el camello. En nuestra ciudad, hay diversos lugares donde se ofrece este platillo, pero ¿En qué consiste? ¿Cómo surgió?

Para responder a estas preguntas, diremos que el concepto del camello se encuentra indisolublemente unido al restaurant “El Chamuco” y al nombre del empresario Juan Habib Zablah.

El camello se ofreció por primera vez (y continúa ofreciéndose) en el ya mencionado Chamuco, restaurant que abrió sus puertas al público lagunero el 6 de febrero de 1981 (y en su ubicación actual, desde el 24 de junio de 1983) con la especialidad de tacos al carbón. “El Chamuco” se situaba (como lo hace en la actualidad, calle de por medio) en Boulevard Constitución y calle Cuarta. Desde febrero de1981, los camellos consistían en piezas completas o en mitades de pan árabe, rellenas de carne asada en diferentes preparaciones, generalmente bistec con queso, con tocino, con queso, con chorizo, o con alguna combinación de estos elementos. La innovación, lo que convertía al camello en un platillo de fusión, era el pan árabe, combinado con la carne de res producida en La Laguna, que como todos sabemos, es de las más suculentas del país. Sin embargo, el versátil camello podía ser también un camello marino, es decir, una pieza de pan árabe relleno de pescado (filete de mero con pico de gallo y queso). En la actualidad también se pueden consumir en “El Chamuco” los camellos de pollo, siempre elaborados con el pan árabe, que es, como dijimos, su elemento distintivo. Los camellos siempre iban –y todavía van- acompañados de ensalada.

El restaurant “El Chamuco” ofrecía, en los años ochenta del siglo pasado, según su publicidad, tacos de bistec, costillas de res, quesos, quesos fundidos y comida de vigilia. Pero el éxito del concepto camello fue tal que pronto surgieron los imitadores. Sin embargo, los del “Chamuco” jamás fueron igualados en sabor ni en calidad.

En 1987, la “Parrillada doña Chamuca” consistía en una orden de bistec con tocino, cebolla, chorizo y queso; frijoles y ensalada, todo por dos mil pesos de la época (viejos pesos). “El Chamuco” ofrecía también paquetes de hojas de parra, pan árabe y refresco, por mil quinientos pesos. El paquete de camello de bistec, ensalada y refresco, se obtenía por el mismo precio que el anterior.

Los “paquetes” de medio camello, ensalada y refresco, costaban setecientos cincuenta pesos. Los precios arriba mencionados puede causar confusión entre los jóvenes lectores de las nuevas generaciones, pero como referencia, diremos que en ese mismo año, los “Mercados Populares” de la región ofrecían el kilo de hígado fresco de res en mil trescientos noventa pesos, el kilo de tomate bola en ciento noventa y nueve pesos, y una lechuga en noventa y nueve pesos. El proceso inflacionario desatado por el entonces presidente Luis Echeverría en 1976, estaba vigente. Pero el lector puede cotejar las equivalencias.

En Torreón, donde la población de origen palestino y libanés es tan significativa en número como para contar con una mezquita en funciones, las materias primas y alimentos elaborados estilo Medio Oriente son fáciles de conseguir. Es parte de la cultura gastronómica torreonense el pan árabe, el jocoque fresco o seco, las hojas de parra envasadas o ya preparadas, los dulces como los dedos de novia o los belewes. Son elementos cotidianos de nuestra vasta y cosmopolita cultura gastronómica regional.

Por el Dr. Sergio Antonio Corona Páez
Con información de Milenio

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