Ibn Hazm – El collar de la paloma (1022 D.C ) – Por Felipe LLanas Moreno
La experiencia del sentimiento amoroso se puede equiparar, en la amplitud de la existencia, con la comunión universal que se concibe en las antípodas de la soledad, y que es proporcionada al hombre como fundamento de su naturaleza y caracterización psicológica. Independientemente del espíritu gregario, el ser humano, individuo al fin, se siente solo cuando adquiere consciencia de su unicidad. La promesa del amor, su sublimación ad infinitum, aparecen como su salvación en el cuadro de la vida vigil, en el molde de la realidad que se pretende configurar desde la imaginación. Enamorarse, por consiguiente es fundar un reino en el que un todo extático depende de un ser frágil y limitado, empeñado en la aventura inmensa de conquistar al mundo por medio de la generosidad, la bondad y la entrega -que se esperan recíprocas- hacia quien se ama, y así orientar el instinto, el impulso físico hacia la vivencia del mito, y, por consiguiente, la supresión voluntaria de la realidad vulgar.
Desde El Kamasutra, El Cantar de los Cantares, pasando por el Ars Amandi de Ovidio, El Decamerón y los Cuentos de Canterbury, las obras del Marqués de Sade, De Apollinaire y Bataille, hasta los escritos de Henry Miller y Anaís Nin, sólo por mencionar algunos ejemplos, la literatura erótica ha registrado, a través de su historia, momentos de significación especial imposibles de soslayar.» El Collar de la Paloma»(Tawq al- hamama, 1022 de nuestra era) de Ibn Hazm es, por antonomasia, paradigma referencial del tema que nos ocupa, y es muestra de la excepcional cultura de la España árabe.
Abú Muhammad ‘ Ali Ibn Hazm nace en Córdoba el 7 de noviembre de 994. Su padre, Ahmad, fue visir de Almanzor, hombre culto aficionado a las letras. Esta familia procedía de estirpe muladí, indígenas españoles convertidos al Islam, avecindados en Huelva. Por aquellos tiempos al- Andalus carecía de estabilidad política. El califato se agitaba entre conspiraciones e intrigas políticas lo que causaba inquietud permanente. A pesar de eso, la infancia de Ibn Hazm transcurrió sin problemas, entre los deliquios del harén y la lectura del Corán. En su primera juventud tuvo un amigo, Ibn Suhayd, que encabezaba uno de los muchos grupos rebeldes que existían en Córdoba, y se había distinguido por haber escrito una Risala con tema de un viaje al más allá, con asombrosas similitudes a la Divina comedia, escrita dos siglos después por el enorme florentino Dante Alighieri. A pesar de todo, la desgracia llegó para Ibn Hazm al ser destronado Hisam II en el año 1009, quien era protector de su padre. Éste fue destituido de su cargo, despojado de sus propiedades y sometido al encarcelamiento, solo para morir en el año 1012, cuando Ibn Hazm contaba con 19 años y decidía acudir a refugiarse a Almería. Después de sufrir la cárcel por tres años tras una conspiración frustrada, se instala en Játiva donde concibe y escribe «El collar de la Paloma». Era el año 1022. Al año siguiente apoya a Abd al- Rahman V, conocido como Mustazhir, quien lo eligió como visir, así como a su amigo Ibn Suhayd. Pero fue brevísima su estancia en el poder que duró escasos 45 días, yendo a parar otra vez a la cárcel. Hastiado y decepcionado de la lucha por el poder se consagró a la ciencia jurídico- teológica, siendo reconocido como gran maestro, e incluso, como un peligro para la fe hacia los años 1027- 29, época en la que no era difícil hallarlo polemizando y arguyendo por toda la región. Su obra es muy copiosa, alcanzando las 80 000 folios, de lo que se conserva, abarcando prácticamente todos los temas que se consideraban de importancia en la época: Ciencia musulmana, derecho, Filosofía, religión, etc.
Pero es su obra poética la que lo ha ungido con el aliño de la posteridad.
El collar de la Paloma es un tratado de amor cortesano en el que el autor, mezclando prosa y verso al alimón con sus múltiples experiencias personales, logra un opúsculo que reboza belleza y exquisitez, en el contexto cultural del Islam. En la prosa, poética a momentos, pero con un profundo cariz ensayístico, el autor aborda con suma elegancia intelectual los pormenores de la vivencia amatoria, alternando dichas concepciones con poemas de vibrante, y a la vez, serena hermosura, de los cuales ofrezco una muestra vertida al español por obra de la pluma de don Emilio García Gómez, su biógrafo y uno de sus más grandes traductores.
«Me quedé con ella a solas, sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad perdería la vida.
¡Ay de ti! ¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache.»
Las imágenes poéticas son contundentes, de una sencilla precisión casi confesional.
Gastón Bachelard, en su brillantísimo ensayo «El aire y los sueños» de 1943, equipara la elevación poética con el vuelo, y el enamoramiento al toldo celeste que fascina y subyuga. Nueve siglos antes Ibn Hazm dice:
«Pastor soy de estrellas, como si tuviera a mi cargo
apacentar todos los astros fijos y planetas.
Las estrellas en la noche son el símbolo
de los fuegos de amor encendidos en la tiniebla de mi mente.
Parece que soy el guarda de éste jardín verde oscuro del
firmamento
cuyas altas yerbas están bordadas de narcisos.
Si Tolomeo viviera, reconocería que soy
el más docto de los hombres en espiar el curso de los astros.»
Intercalado en un artículo que aborda la necesaria intervención del tiempo y el trato constante para la consecución de una relación duradera, Ibn Hazm ha dejado escrito tal asunto en los siguientes términos:
«El verdadero amor no nace en una hora,
ni da fuego su pedernal siempre que quieres,
sino que nace y se propaga despacio,
tras larga compenetración que lo afianza;
entonces no pueden acercarse a él abandonos ni menguas,
ni pueden alejarse de él firmezas y aumentos.
Confirma esto el que vemos que todo
lo que se forma presto también perece en breve.
Yo soy una tierra dura y pedregosa,
reacia e insumisa a toda vegetación,
pero si algunas plantas afincan sus raíces
no han de cuidarse de que abunden las lluvias de primavera.»
La grandeza no se puede ocultar. El collar de la Paloma ha sido señalado como antecedente de El libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita, y aún, del Poema de Mio Cid, por críticos tan respetables como Américo Castro y Ramón Menéndez y Pidal.
En la soledad de la vejez, y después de haber recobrado la casa solariega de su familia en Montija, dónde vivió sus últimos años redactando su obra postrera, «Los caracteres», conjunto de sus reflexiones y sentencias, Ibn Hazm murió el 15 de Julio de 1063.
Sin embargo, para los poetas no hay muerte ni existe la oscuridad. Nos sobreviven a todos y nos miran a través de los ojos de la eternidad esperando a ser visitados por nuestros espíritus ávidos de verdad y proclives a la belleza.
A eso te invito, caro lector de cualquier tiempo.
Por Felipe LLanas Moreno
Referencia bibliográfica:
MARTINEZ, José Luis.
PERSIA/ISLAM. El mundo antiguo V.
Editorial Secretaría de Educación Pública (SEP)
México. 2a reimpresión. 1988.
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