CaixaForum «descubre» cómo era Mesopotamia «antes del Diluvio»
La aportación fundamental de la cultura mesopotámica fue la invención, hace unos 5.500 años, de la ciudad, que cambio la vida del ser humano, y la creación del urbanismo, además de ser la cuna del inicio de la escritura.
A estos aspectos dedica CaixaForum Madrid la gran exposición «Antes del diluvio. Mesopotamia 3500-2100 a.C», la primera muestra que aborda, desde el fin de la guerra de Iraq, la cultura del sur de Mesopotamia, menos popular y conocida que la grecolatina o la egipcia.
Se trata de una civilización que no ha gozado del interés para ser divulgada como otras, además de porque las excavaciones en la zona comenzaron cien años más tarde que en otros lugares, la escritura sumeria se ha descifrado más recientemente.
A esto se une el hecho de que se trata de unos territorios en los que se vive una situación política conflictiva.
Por ello, la exposición trata de dar a conocer una parte olvidada y mostrar algunas de las aportaciones culturales generadas en este ámbito que se extendieron a todo el mundo, a través de 400 piezas relacionadas con los distintos aspectos de la cultura que se desarrolló en las llanuras fluviales del Tigris y el Éufrates en los milenios IV y III a. C.
Junto a obras de arte y artesanía, joyas y objetos rituales, textos y símbolos, se muestran también las investigaciones más recientes en torno a ese periodo, con entrevistas, reconstrucciones en 3D y documentación.
En este aspecto destacan ejemplares de textos árabes desde el siglo IX y cristianos desde el siglo XVI hasta los años treinta del siglo pasado de viajeros que recorrieron, a partir del siglo XII, el sur de Mesopotamia.
Pedro Azara, junto con un comité científico internacional, plantea en la exposición cómo la primera gran arquitectura monumental, la primera planificación territorial, la primera escritura de la historia y la primera contabilidad se originaron en Uruk hacia el año 3500 a. C.
«Descubrieron que era necesario enlazar los espacios habitables, terrenales y fluviales. Con la invención de las ciudades cambiaron la vida del ser humano, establecieron la división social y del trabajo, generándose bienes para el intercambio que originaron, a su vez, un marco legal y administrativo», comentó Azara.
En su opinión, las reglas que han permitido la cohabitación del ser humano aparecieron en el sur de Mesopotamia, «una zona muy conflictiva en la actualidad».
La intención de Azara al plantearse la muestra no ha sido únicamente hablar de arqueología «sino resaltar la influencia que el pasado ha podido tener sobre nosotros y, a la vez, plantear una interrogación sobre la interpretación que han hecho los historiadores y arqueólogos de distintas épocas».
El comisario recuerda que en la segunda mitad del siglo XIX se realizaron las primeras misiones arqueológicas, interrumpidas en los años 80, cuando se iniciaron los conflictos en la zona.
Con motivo de la preparación de la muestra el gobierno iraquí autorizó por primera vez la presencia extranjera en esta zona, en la que algunos yacimientos están minados, aunque el mayor daño que han sufrido ha sido a causa de el propio trabajo de los arqueólogos, «que no distinguieron entre terreno y construcciones y lo devastaron», según Azara.
Aunque son muchas las piezas destacadas que se pueden contemplar en el recorrido de la exposición, el comisario destaca el gran valor del ajuar funerario encontrado en las tumbas reales y objetos más modestos realizados en terracota que proceden de la vida cotidiana.
Además, destaca las maquetas de barcos y carros de terracota, la corona procedente de una tumba de Ur, así como la estatua del príncipe Gudea rezando, procedente del museo del Louvre.
Junto a las piezas sumerias, la exposición incluye algunas contemporáneas, fotografías y filmaciones que son testimonio de la fascinación del viaje a las fuentes de la cultura, o de lo que queda de ella: la serie «Mesopotamia», de Ursula Schulz-Dornburg; el vídeo «Shadow Sites II», de Jananne Al-Ani, y «Escultura de arena», una fotografía de David Bestué. EFE
Por Mila Trenas.
Con información de El Confidencial
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