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El gesto de la muerte – Segunda Parte

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Un texto moderno clave para la difusión del apólogo

El escritor francés Jean Cocteau intercaló en su novela Le Grand Écart, (1923) un texto sin título y sin ninguna referencia, que es la versión de la vieja historia más condensada y difundida en nuestro tiempo.

 Un jeune jardinier persan dit à son prince:

—J´ai rencontré la mort ce matin. Elle m´a fait un geste de menace. Sauve-moi. Je voudrais être, par miracle, a Ispahan ce soir.

Le bon prince prête ses chevaux. L´après-midi, ce prince rencontre la mort.

—Pourquoi, lui demande-t-il, avez-vous faite ce matin, à notre jardinier, un geste de menace?

—Je n`ai pas fait un geste de menace, répond-elle, mais un geste de surprise. Car je le voyais loin d`Ispahan ce matin et je dois le prendre à Ispahan ce soir. [4

Este texto de Cocteau, traducido literalmente a diferentes idiomas con el título de “El gesto de la Muerte”, logró una enorme difusión. Véase a continuación la versión inglesa:

 GESTURE OF DEATH

A young Persian gardener tells its prince:

—Save me! I found to the Death this morning. A gesture of threat did me. This night, by miracle, wanted to be in Ispahan.

The kind prince I lend him his horses. In the afternoon, the prince finds to the Death and he asks:

—This morning, why did you do our gardener a gesture of threat?

—It was not a gesture of threat -responds him- but a gesture of surprise. Therefore it saw him far from Ispahan this morning and I should take it this night in Ispahan.

Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares incluyeron en su Antología de la literatura fantástica [5], con el título comúnmente aceptado de “El gesto de la Muerte”, una traducción literal del texto de Jean Cocteau con referencia explícita de la fuente. Esta versión es la más difundida y conocida en español.

EL GESTO DE LA MUERTE

Un joven jardinero persa dice a su príncipe

—¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

—Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

—No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.

Un poema holandés popular y polémico

El poeta y académico holandés Pieter Nicolaas van Eyck (1887-1954) publicó en su país, en 1926, sin ninguna referencia y como suyo, un poema titulado “El jardinero y la muerte”. Se trata de un texto sumamente popular en Holanda, que se aprende de memoria en las escuelas y se reproduce con frecuencia en medios públicos. Y, por otra parte, no se olvide que el tema encaja perfectamente con la creencia calvinista sobre la predestinación.

Según cuenta Raúl Rossetti [6], el sábado 10 de junio de 1995, apareció en el periódico holandés Trouw un extenso artículo titulado “De Onsterfelijkheid van Van Eyck” (“La audacia de Van Eyck”), firmado por el escritor Herman Franke, en el que criticaba a Van Eyck por el plagio descarado de su poema El jardinero y la Muerte. El artículo causó un gran revuelo pues demostraba que el poeta holandés se había apropiado del célebre apólogo, tomándolo de alguna de las viejas versiones o del más reciente texto de Cocteau, y que había escrito tan famoso poema sin indicar su procedencia y apenas sin variación alguna.

Véanse a continuación el poema de Van Eyck en holandés, seguido de una traducción libre en inglés y otra más literal en español:

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DE TUINMAN EN DE DOO

Een Perzisch Edelman:

Van morgen ijlt mijn tuinman, wit van schrik,

Mijn woning in: “Heer, Heer, één ogenblik!

Ginds, in de rooshof, snoeide ik loot na loot,

Toen keek ik achter mij. Daar stond de Dood.

Ik schrok, en haastte mij langs de andere kant,

Maar zag nog juist de dreiging van zijn hand.

Meester, uw paard, en laat mij spoorslags gaan,

Voor de avond nog bereik ik Ispahaan!”-

Van middag (lang reeds was hij heengespoed)

Heb ik in ‘t cederpark de Dood ontmoet.

“Waarom,” zo vraag ik, want hij wacht en zwijgt,

“Hebt gij van morgen vroeg mijn knecht gedreigd?”

Glimlachend antwoordt hij: “Geen dreiging was ‘t,

Waarvoor uw tuinman vlood. Ik was verrast,

Toen ‘k ‘s morgens hier nog stil aan ‘t werk zag staan,

Die ‘k ‘s avonds halen moest in Ispahaan.”

THE GARDENER AND DEATH

A Persian Nobleman:

This morning, with a face turned pale from fright,

My gardener rushed in, “Sir, if I might!

At work, just now, I stopped to take a breath,

And looked up from the roses. There stood Death.

“Startled, I quickly left the work I’d planned,

But saw full well the menace of his hand.

“Lend me a horse and I will make it run.

Before night falls I’ll be in Ispahan!”

This afternoon (I’d long since watched him flee),

I chanced on Death beneath a cedar tree.

When he just stood there in his cloak of grey,

I asked about the threat he’d made that day.

He smiled, “It was not threat as he surmised.

I raised my hand because I was surprised,

“To find a man here working in the sun,

Whom I must fetch tonight in Ispahan.”

EL JARDINERO Y LA MUERTE

Un noble persa [dice]:

Esta mañana, el jardinero entró en mi casa, pálido de miedo

y apremiándome: “¡Señor, señor, un momento!

Allí, en la rosaleda, iba podando retoño tras retoño

y, entonces, miré tras de mí. Allí estaba la Muerte

Me asusté y corrí por el otro lado,

pero aún así vi de nuevo la amenaza de su mano.

Maestro, su caballo y su permiso para partir a toda velocidad,

¡antes de que caiga la noche, llegaré a Ispahán!”.

Esta tarde (mucho después de su apresurada partida)

me topé con la Muerte en el parque de los cedros.

“¿Por qué” -le pregunto, al notar que espera y calla-

“has amenazado esta mañana temprano a mi sirviente?”

Sonriente, me responde: “No fue de mi amenaza

de lo que huía tu jardinero. Fue de mi sorpresa

al ver esta mañana que trabajaba aquí, en silencio,

aquél a quien yo debía encontrar por la noche en Ispahán.”

 Otros textos del mismo apólogo

Como indicábamos al comienzo, existen múltiples variantes de este apólogo intercaladas en diferentes obras dramáticas y narrativas del s. XX, de entre las que hemos seleccionado algunas muestras [7] que reproducimos a continuación por orden cronológico

En un pasaje de la obra dramática en tres actos titulada Sheppey (1933) del escritor inglés William Somerset Maugham (1874-1965), y en un diálogo entre el protagonista Sheppey y La Muerte, que se desarrolla en el tercer acto, aparece en boca de ésta la siguiente versión de la famosa historia.

Había en Bagdad un mercader que envió a su criado al mercado a comprar provisiones, y al poco tiempo el criado regresó pálido y tembloroso y dijo: “Señor, hace un momento, mientras estaba en la plaza del mercado, he sido empujado por una mujer que se hallaba entre la multitud y, cuando me volví, vi que era la Muerte. Me miró e hizo un gesto de amenaza. Préstame tu caballo para alejarme de la ciudad y escapar a mi destino. Iré a Samarra y allí la Muerte no me encontrará.

El mercader le prestó su caballo y el sirviente montó en él, picó espuelas y huyó a galope tendido. Después el mercader bajó a la plaza del mercado y, descubriéndome entre la multitud, se acercó y me dijo: “¿Por qué esta mañana le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?” “No fue un gesto de amenaza -respondí-, sino de sorpresa. Me ha extrañado verlo aquí en Bagdad, porque esta noche tengo una cita con él en Samarra”. [8]

Además, perteneciente a una obra de teatro de Jacques Deval, titulada Ce soir a Samarcande (1954), es el siguiente texto en francés:

Il y avait une fois, dans Bagdad, un calife et son vizir […]. Un jour, le vizir arriva devant le calife, pâle et tremblant: «Pardonne mon épouvante, Lumière des croyants, mais devant le palais une femme m’a heurté dans la foule. Je me suis retourné: et cette femme au teint pâle, aux cheveux sombres, à la gorge voilée par une écharpe rouge était la Mort. En me voyant, elle a fait un geste vers moi […]. Puisque la Mort me cherche ici, Seigneur, permets-moi de fuir me cacher loin d’ici, à Samarcande. En me hâtant, j’y serai avant ce soir.» Sur quoi, il s’éloigna au grand galop de son cheval et disparut dans un nuage de poussière vers Samarcande. Le calife sortit alors de son palais et lui aussi rencontra la Mort: «Pourquoi avoir effrayé mon vizir, qui est jeune et bien portant?» demanda-t-il. Et la Mort répondit: «Je n’ai pas voulu l’effrayer mais, en le voyant dans Bagdad, j’ai eu un geste de surprise, car je l’attends ce soir à Samarcande.»

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