Dioses de la Antigua Persia
Y quizá se compruebe un día que los hermosos pensamientos que se encuentran en las religiones de la india y de la Persia, cuya antigüedad se exagera tanto, pueden ser un eco de los consejos de Tobías, quien, según dice la Biblia, se estableció en aquel país, y cuyos descendientes perseveraron en adorar al verdadero Dios y en darlo á conocer, ejerciendo la caridad.
La religión de los fenicios se parecía mucho á la de Babilonia y Nínive; pero era cruel.
Su dios principal era Baal (el Señor), representando el poder creador y el sol.
En cuanto a dioses, cada ciudad tenía su Baal particular, designado con frecuencia con nombres agregados, que se tomaron, andando el tiempo, por divinidades independientes.
Moloch era uno de estos nombres: se le suponía sediento de sangre humana: los padres iban a depositar en las manos de aquel dios de bronce los recién nacidos, que un mecanismo lanzaba en medio de un gran brasero.
Los Fenicios
Los fenicios veneraban también las piedras caídas de los astros, los aerolitos, que, según ellos, contenían una pequeña divinidad: también los griegos les llamaban bétylos, es decir, mansión de los dioses.
En Cartago, el dios principal era Baal-Hamón ó Baal-Ardiente, dios sol, al cual, como en Fenicia, se inmolaban prisioneros de guerra y niños:
Durante el sitio de Cartago por Agatocles, los jefes de la ciudad le sacrificaron doscientos niños de una sola vez.
Los exvotos cartagineses, las estelas votivas, de los que se poseen numerosos modelos, dan a conocer las costumbres religiosas de aquel pueblo:
el símbolo del exvoto es, unas veces, una mano abierta dirigida hacia el cielo, otras veces, orejas destinadas á escuchar las plegarias de los hombres, y otros muchos emblemas que recuerdan la fórmula inscrita sobre aquellas piedras votivas:
«¡Puesto que Él ha escuchado su voz, que lo bendiga! (1)!»
Sin dejar de conservar la creencia en un ser supremo de esencia única, los pueblos árlanos (2) habían desfigurado completamente la idea de Dios y divinizado las fuerzas naturales.
El fuego y el sol, fueron tomados como dioses; por lo tanto, celebraban su culto al aire libre enfrente de la llama de una hoguera.
Zoroastro
Queriendo Zoroastro combatir el politeísmo, enseñó que no había más que dos principios en el mundo, uno bueno y eterno, Ormuzd; el otro, genio del mal, Ahriman (3).
La doctrina de Zoroastro, contenida en el Avesta (libro sagrado de los persas, escrito, dice la leyenda, sobre mil doscientas pieles de vaca cosidas con hilos de oro), fue, a pesar de sus imperfecciones, una reforma útil.
Los descendientes de las familias persas refugiadas en la India y que permanecieron fieles al zoroastrismo, llevan el nombre de parsis.
He aquí cómo se invocaba «al Soberano que todo lo sabe,» es decir, a Ahura-Mazda (4), manifestado bajo la forma del sol:
«Yo celebro al creador, luminoso, resplandeciente, grandísimo, bonisimio, perfectísimo, inteligentísimo, eminente en pureza, que posee buena ciencia, á él, que nos ha creado, formado y alimentado.»
Fieles los persas á la idea de un dualismo que dividía entre sí el imperio del mundo, hacían de Ormuzd el creador de los animales útiles, gallos, perros…
En cuanto á las serpientes, escorpiones, ratas, hormigas y mosquitos, los suponían obra del Principio del mal.
Al morir, decían ellos, el alma se separa del cuerpo, y, en la tercera noche después de la muerte:
«Atraviesa el puente de la reunión (5) que conduce al paraíso que está sobre la gruta del infierno. Ormuzd la interroga, y si la encuentra justa, huyen los demonios, porque no pueden ‘soportar el olor de las almas virtuosas. »
Por F. Nicolaÿ
Notas:
(1) Les villes retrouvées. M. Hanotaux, 260.
(2) Sabido es que los arios son los antecesores de la familia indo-europea de donde han salido iranios, indostanes, celtas, griegos, latinos, germanos, eslavos…
(3) O Espíritu de Angustia. »E1 mal principio no es coeterno con el bueno.» His. a»c.(loe. cit.), 4Ó6.
(4) El nombre vulgar es Ormuzd.
(5) Schinvat.
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