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El Greco recupera su esplendor en Toledo 400 después de su muerte

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El Greco recupera su esplendor en Toledo 400 después de su muerte

Hay «artistas malditos», que como Van Gogh murieron sin disfrutar de la fama de sus obras, otros como Miguel Ángel, que alcanzaron la gloria en vida para convertirse en mitos, y artistas como El Greco, quien pese a vivir un gran éxito quedó sumido en un casi olvido tras su muerte en 1614, para acabar convirtiéndose en motor de la pintura y el arte moderno.

Protagonista de uno de los fenómenos más curiosos de la historia del arte, El Greco desapareció durante 300 años como personaje relevante del mundo pictórico, sin dejar influencias ni estudiosos que interpretaran a un artista que alcanzó su plenitud en la ciudad española de Toledo.

Domenicos Theotocopoulos, nacido en la isla griega de Creta, llegó a Toledo en 1577, una ciudad que 400 años después de su muerte quiere saldar su deuda con su ciudadano más universal convirtiéndose en el centro de las celebraciones del «Año Greco», con la mayor concentración de obras del artista que se haya hecho nunca.

«Estas obras salieron casi todas de Toledo a principios del siglo XX. Estamos recuperando las obras de la diáspora de El Greco y tiene cierto sentido que vuelvan a Toledo», dijo Gregorio Marañón, presidente de la Fundación El Greco 2014, que desde hace cuatro años trabaja en la organización de las celebraciones por el cuarto centenario de la muerte del artista, en una entrevista con Reuters en Madrid.

Los lienzos llegarán desde los principales museos de todo el mundo y también de colecciones privadas internacionales, para unas conmemoraciones que se celebran en plena crisis económica en España y cuya financiación ha procedido entre un 80 y un 85 por ciento de entidades privadas, según Marañón.

Formado en las grandes escuelas pictóricas de Roma y Venecia, El Greco viajó a España para tratar de obtener el favor de Felipe II en El Escorial. Cuando el monarca no le ofreció un puesto en la corte, el artista encontró el lugar donde desarrollar su arte en Toledo, una ciudad medieval de calles empedradas y antigua capital de España situada a unos 70 kilómetros de Madrid, que fue cuna de tres religiones: la cristiana, la hebrea y la musulmana.

La muestra principal, «El griego de Toledo» podrá visitarse entre el 14 de marzo y el 14 de junio y reunirá más de 100 de sus cuadros en el Museo de Santa Cruz y en espacios clave de esta ciudad en la que aún pueden visitarse lienzos de El Greco en el escenario original para el que fueron pintados.

La exposición antológica contará con obras como «La adoración del nombre de Jesús», que viaja desde la National Gallery de Londres, el «Cristo en la Cruz con dos donantes», del Museo del Louvre, o la «Vista de Toledo», del que se dice que era el cuadro preferido del escritor Ernest Hemingway y que visitaba en el Metropolitan Museum de Nueva York.

Estos se reunirán con los trabajos más conocidos de El Greco, como «El caballero de la mano en el pecho», «El entierro del Conde de Orgaz» o «El expolio de Cristo», obra maestra de la primera etapa de artista en la capital manchega, que tras una restauración en el madrileño Museo del Prado fue devuelta a finales de enero a la sacristía de la catedral de Toledo, su escenario original.

Rodeado de periodistas y autoridades en la catedral gótica toledana con motivo de la inauguración del «Año Greco», el restaurador de «El expolio», Rafael Alonso, explicó que el hecho de que cuadros como éste jamás hayan salido de su ubicación ha permitido que su estado de conservación sea excepcionalmente bueno. Los clérigos de la catedral, que habían expresado su temor por la marcha temporal de la obra, se mostraban radiantes por su nuevo y brillante aspecto.

«Para mí es como el cierre de mi trabajo profesional (…) El Greco para mí es una referencia cultural (…) Me costaría imaginarme el rostro de Cristo de otra manera que no fuera como este que pintó el Greco en ‘El expolio'», dijo a Reuters Alonso, que ha restaurado alrededor de 90 obras del pintor.

«El expolio de Cristo», que fue encargado a El Greco por el cabildo de la catedral de Toledo al poco tiempo de su llegada a la ciudad, muestra el momento en el que Jesucristo es despojado de su brillante túnica roja, con unas figuras alargadas que son el sello del artista y una composición totalmente innovadora para la época.

UN ‘OUTSIDER’ DE LA PINTURA

«Es posiblemente el más moderno de todos los grandes pintores del XVII y del XVI», dijo Marañón, que agregó que se espera que la turística Toledo reciba un millón más de visitantes con motivo del «Año Greco», durante el que también se celebrarán diversas muestras y conciertos.

A El Greco se le reconoce su capacidad para absorber y reinterpretar las enseñanzas de Miguel Ángel, Tiziano, Tintoretto o Paolo Caliari, «el Veronés», y dejar atrás la perspectiva renacentista.

No obstante, sus interpretaciones demasiado libres y alejadas de las normas académicas no fueron muy bien asimiladas por los artistas de los siglos posteriores a su muerte, y hasta finales del siglo XIX, cuando nace el Impresionismo, El Greco no se convierte en un modelo a seguir.

«Fue un pintor olvidado, una especie de ‘outsider’ dentro de la pintura, un redescubrimiento verdaderamente casi originario», explicó a Reuters Javier Barón, jefe del Departamento de Pintura del siglo XIX del Museo del Prado.

Según Barón, artistas como Édouard Manet, Oskar Kokoschka, Jackson Pollock o Pablo Picasso vieron en su estilo una ruptura con los cánones naturalistas, con pinceladas valientes y un sentido del color muy brillante.

LA «LOCURA» DE EL GRECO

También con motivo del «Año Greco», el Museo del Prado albergará la exhibición «El Greco y la pintura moderna» entre el 24 de junio y el 5 de octubre, donde un total de 106 obras -25 de El Greco y el resto de artistas modernos- tratarán de reflejar la influencia del pintor cretense.

En esta exposición se pondrá énfasis en las obras del pintor malagueño Picasso, que vio en El Greco una referencia a seguir durante toda su carrera artística y que le influyó especialmente en su llamado «período cubista», cuando pintó «Las señoritas de Avignon», y también en el uso de personajes perfectamente reconocibles como modelos, según Barón.

«Es un pintor de pintores», dijo a Reuters Leticia Ruiz, responsable del Departamento de Pintura Española hasta 1700 del Museo del Prado. «O fascina, gusta muchísimo, o provoca rechazo. No es una pintura fácil».

«Todavía hoy hay gente que pregunta si El Greco era astigmático, si tenía problemas de visión, si estaba loco. Preguntas que a los que trabajamos con El Greco nos pueden parecer absurdas», agregó, rodeada de algunas de las principales obras del pintor, en la sala El Greco del Museo del Prado.

«A mucha gente todavía le fascinan esas posibilidades variopintas», concluyó.

 Por Raquel Castillo
Con información de:  Reuters España

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