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El mito del “pueblo elegido” – (Roger Garaudy – Los mitos fundacionales de la politica Israeli)

pueblo elegido diez mandamientos


“Así habla el Señor: Israel es mi hijo, el primogénito”. Éxodo 4,22.

La lectura integrista del sionismo político:

“Los habitantes del mundo pueden ser divididos entre Israel y las otras naciones en bloque. Israel es el pueblo elegido: dogma capital” 34.

Este mito del pueblo elegido reside en la creencia, sin ningún fundamento histórico, según la cual el monoteísmo habría nacido con el Antiguo Testamento.

Resulta más bien al contrario, de los dos redactores de la Biblia, el Yahvista y el Elohista, ninguno de los dos era monoteísta; simplemente proclamaban la superioridad del Dios hebreo sobre los otros dioses y sus “celos” respecto a ellos (Éxodo 20, 2-5).

El dios de Moab, Kamosh, es reconocido (Jueces 11, 24 y II Reyes, 27) como “los otros dioses” (I Samuel 26, 19).

Fue tras el exilio, y particularmente entre los Profetas, cuando el monoteísmo se afirmó, es decir, que se pasará de fórmulas como esta del Éxodo: “No tendrás otros Dios salvo yo” (20, 3) a otras que no se contentarán con exigir la obediencia a Yavé y no a otros dioses (como se repite en el Deuteronomio: “No seguiréis a otros dioses” (6, 14)),sino que proclamarán: “Yo soy Dios, no hay otro” (Isaías 45, 22).

Esta afirmación indiscutible del monoteísmo data de la segunda mitad del siglo VI (entre 550 y 539).

El monoteísmo es, en efecto, el fruto de una larga maduración de las grandes culturas de Oriente Medio: la egipcia y la mesopotámica.

Desde el siglo XIII, el Faraón Akhenaton había hecho borrar de todos los templos el plural de la palabra “Dios”.

Su Himno al sol es parafraseado casi literalmente en el Salmo 104.

La religión babilónica se dirige también hacia el monoteísmo;evocando al dios Marduk, la historiadora Allbright marca las etapas de esta transformación:

“Desde el momento en el que se reconoce que las diferentes divinidades no son más que la manifestación de un solo Dios… se está a un paso de llegar a un cierto monoteísmo” 35.

El “Poema babilonio de la Creación” (que data del siglo XI antes de nuestra era) da testimonio de este último paso:

“Si los hombres están divididos en cuanto a sus dioses, nosotros, por todos los nombres con los que le invocamos, le llamamos a Él, a nuestro Dios”.

Esta religión ha llegado a ese grado de interiorización en el que aparece la imagen del Justo sufriendo:“Quiero alabar al Señor de la sabiduría… Mi Dios me ha abandonado…

Yo me enorgullecía como un Señor, y ahora me deslizo humilde junto a los muros…

Todos los días gimo como una paloma y las lágrimas arrasan mis mejillas

La oración era sabiduría para mi,y el sacrificio mi ley.

Creía estar al servicio de Dios,pero los designios divinos, al fondo de los abismos, ¿quién puede comprenderlos?

¿Quién, sino Marduk, es el señor de la resurrección? El os modeló de la arcilla original,cantad la gloria de Marduk” 36.

Esta imagen de Job le es anterior en varios siglos.

Una imagen similar del justo sufriente, la de Daniel (no el de la Biblia hebrea) castigado por Dios y devuelto a la tierra, se halla en los textos ugaríticos de Ras Shamra, en lo que se ha podido llamar “La Biblia cananea”, anterior a la de los hebreos ya que Ezequiel cita a Daniel junto a Job (Ez. 14, 14-20).

Son parábolas cuya significación espiritual no depende en modo alguno de la verificación histórica.

Es, por ejemplo, el caso de esa maravillosa parábola de la resistencia a la opresión y de la liberación del pueblo elegido que es el relato del Éxodo.

Poco importa que “el paso del Mar Rojo no pueda ser considerado como un hecho histórico” escribe Mircea Elíade y que no concierna al conjunto de los Hebreos,sino a algunos grupos de fugitivos.

Es, por el contrario, significativo que la salida de Egipto, en esta versión grandiosa, haya sido relacionada con la celebración de la Pascua… revalorizada e integrada en la historia santa del Yavismo.

A partir del 621 a. C. la celebración del Éxodo sustituye en efecto a un rito agrario pascual cananeo de primavera: la fiesta de la resurrección de Adonis.

El Éxodo se convierte, así, en el acto fundador del renacimiento de un pueblo arrancado de la esclavitud por su Dios.

La experiencia divina de la liberación del hombre de su antigua servidumbre se encuentra en el seno de los más diversos pueblos: la larga y errática marcha del siglo XIII de la tribu azteca méxica que tras un siglo largo de dificultades llegó a su valle bajo la conducción de su dios; éste les abrió el camino allí donde ni siquiera estaba trazado.

También existen viajes iniciáticos hacia la libertad del Kadaira africano.

La fijación al suelo de las tribus nómadas o errantes está ligada en todos los pueblos – y particularmente en los de Oriente Próximo – a la donación de la tierra prometida por un Dios.

Los mitos jalonan el camino de la humanización y de la divinización del hombre.

El del diluvio, por medio del cual Dios castiga las faltas de los hombres y reinicia su creación, se encuentra en todas las civilizaciones desde el Gilgamesh mesopotámico hasta el Popol Vuh de los mayas 37.

pueblo elegido gilgamesh


Los himnos de alabanza a Dios nacen en todas las religiones, véanse los salmos en honor de Pachamama la diosa madre o Dios de los Incas;

“Wiraqocha, raíz del ser,
Dios siempre próximo…
Que creó al decir:
¡sea el hombre!
¡sea la mujer!
Wiraqocha, Señor luminoso,
Dios que hace nacer y hace morir…
Tú que renuevas la creación
Protege a tu criatura
Durante mucho tiempo
Para que pueda
Perfeccionarse…
Marchando por la recta vía”.

Si un prejuicio etnocéntrico no se opusiese, ¿por qué, en base a estos textos sagrados, que son para cada pueblo su Antiguo Testamento, no iniciar una reflexión teológica sobre los momentos del descubrimiento del sentido de la vida?

Por tanto, sólo el mensaje de la vida y de las palabras de Jesús alcanzarían marchamo de verdadera universalidad: estaría enraizado en todas las experiencias vividas de lo divino y no reducido e incluso asfixiado por una tradición unilateral.

La misma vida de Jesús, su visión radicalmente nueva del Reino de Dios, no ya encabezado por el poder de los grandes, sino por la esperanza de los pobres, ya no estaría adherido al provecho de un esquema histórico que aportase solamente promesas de victoria hechas a un pueblo hasta su cumplimiento.

No hemos evocado aquí, en sus primeros estadios, más que las religiones de Oriente Próximo, en el seno de las cuales germinó el monoteísmo y entre las cuales se formaron los hebreos como pueblo.

En otras culturas, no occidentales, el camino hacia el monoteísmo es más antiguo aún.

Por ejemplo en los Vedas de la India: “Los sabios dan al Ser Único más de un nombre” 38.

Vrihaspati “es nuestro Padre, que contiene todos los dioses” 39.

“Aquel que es nuestro padre, ha engendrado y contiene a todos los seres.

Dios único, crea a los otros dioses. Todo lo que existe lo reconoce como señor… Conocéis a aquel que ha hecho todas las cosas; es el mismo que está dentro de vosotros” 40.

“Sus nombres son múltiples pero Él es Uno”.

Estos textos sagrados, están escalonados entre los siglos XVI y VI a. C., y el Padre Monchanin (S. J.) en su intuitivo esfuerzo por situarlos en los Vedas, los llamaba:“el poema litúrgico absoluto” 41.

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34 Rabino Cohen, Le Talmud, p. 104. Ed. Payot. París. 1986.
35 Allbright. «Les religions dans le Moyen-Orient». p. 159.
36 Op. cit. pp. 329-241.
37 1ª parte, cap. 3.
38 Himno de Rig-Veda III, 7.
39 III, 18.
40 CXI, 11.
41 Jules Monchanin, Mística de la India, misterio cristiano, pp. 231-239.

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