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Holocausto Judío = Cámaras de Gas ¿El Fin de un Mito? – (+ Videos)

Fred Leuchter es el ingeniero jefe de la prestigiosa firma «Fred Leuchter Associates», en Maiden, Massachusetts (Estados Unidos). Es esta la más prestigiosa firma en el mundo, especializada en la construcción de cámaras de gas para ejecutar condenados a muerte. Contra Ernst Zündel, de Canadá, se inició un proceso por difamación, por el hecho de haber negado el Holocausto y la existencia de cámaras de gas. Para su defensa contrató a la importante firma Leuchter, quien, dirigida por su ingeniero jefe, se trasladó a Polonia, para hacer un exhaustivo estudio en los pretendidos campos de exterminio nazi de Auschwitz, Birkenau y Majdanek. La conclusión fue definitiva y absoluta: «jamás existieron allí cámaras de gas para el asesinato de seres humanos».

Tras leer este informe, el distinguido historiador británico David Irving, lo ha calificado de documento «definitivo y apabullante». «Un documento sobre el holocausto que los historiadores no podrían ignorar sin poner en peligro su reputación de objetividad y academicismo».

 

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Contrariamente a la historiografía, la química es una ciencia exacta. Historiadores pasados de moda de la historia actual la conformaron hasta ahora, generalmente con inacabables y aprendidos debates sobre significados e interpretaciones. Los más perezosos entre ellos se empeñaron en desarrollar un oscuro arte de leer entre líneas. Todo esto servía para sustituir el fatigoso y esclarecedor trabajo de estudiar documentos, en los archivos relacionados con la Segunda Guerra Mundial. Documentos que súbitamente están a disposición en una cantidad que abochorna.

En los últimos tiempos, sin embargo, los [historiadores] más audaces entre ellos se han acercado a los instrumentos de la ciencia jurídica criminalista. Utilizando medios auxiliares como el análisis del carbono, los residuos de color de los gases y simples tests de antigüedad de la tinta aportaron algo de luz sobre los difusos acontecimientos de la historia contemporánea, rompiendo así no raras veces con algunos mitos del siglo XX.

A veces la opinión pública aprueba tales resultados. A menudo, por supuesto no. Especial ejemplo de un resultado impopular, en relación con los análisis jurídico-criminalistas, es el del sudario de Cristo en Turín. Quizás no se trata de un fraude intencionado, pero en modo alguno se aproximaba su antigüedad a lo que los sacerdotes aseguraban a miles de crédulos turistas.

No se puede pensar que la opinión pública mundial ahora ya está dispuesta a aceptar una desapasionada y profesional investigación química de las muestras de las piedras y del suelo del campo de concentración de Auschwitz.

Sin embargo, el Informe Leuchter tiene como cometido este hecho.

A nadie le gusta ser engañado, especialmente cuando están en juego grandes cantidades de dinero. El Estado de Israel ha recibido de la República Federal Alemana, a partir de 1949. más de 90.000 millones de marcos alemanes (algo así como 56.000 millones de dólares USA) en forma de pagos de reparación «voluntaria». Esencialmente se trata de pagos de indemnizaciones por las cámaras de gas de Auschwitz.





Sólo esta circunstancia demuestra que no es fácil deshacer este mito. Cientos de millones de hombres honrados e inteligentes han sido engañados postbélicamente mediante una campaña fuertemente financiada y brillantemente efectuada.

Se trataba hasta hoy de la continuación de un plan ya elaborado anteriormente en el año 1942 por el P.W. E. (Psychological Warfare Exccutive = Servicio para la Dirección Psicológica de la Guerra). Ya entonces debía difundirse en todos los países participantes en la guerra la tesis de que el Gobierno del III Reich mataba en cámaras de gas a millones de judíos y de otros indeseables grupos étnicos.

En agosto de 1943 el Jefe del P. W. E. informaba en un escrito confidencial al gabinete inglés que. a pesar de todas las historias publicadas sobre el empleo de gases mortales, no existía el más mínimo punto de apoyo sobre la existencia de tales instalaciones. El advertía en su circular que las fuentes judías a este respecto eran especialmente sospechosas.

En mi calidad de historiador tuve oportunidad de utilizar laboratorios para la identificación de documentos falsificados e investigar la autenticidad de ciertos documentos. Al final de los años sesenta pude poner en evidencia ciertos diarios del vicealmirante Canaris, que me habían sido ofrecidos a mí y también a los editores William Collins Ltd. Resultó que la tinta utilizada para las firmas de estos diarios no existía todavía en la época de la Segunda Guerra Mundial. Fui también quien descubrió como falsificación los «Diarios de Hitler» de la revista «Stern» en el curso de una conferencia de prensa internacional celebrada en abril de 1983 en Hamburgo.

A pesar de todo ello, he de confesar que nunca se me hubiera ocurrido poner en duda los hechos de Auschwitz y sus cámaras de gas (el más sagrado relicario de la religión del siglo XX) ni someter a unas pruebas químicas sus muros y su suelo para ver si descubría en ellos vestigios de Cyanid.

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Los resultados esenciales del Informe Leuchter son los siguientes: en las pruebas sobre piedras de los edificios de despioje, donde se utilizaba el mortal Zyklon-B para la desinfección de vestimenta, los laboratorios encontraron considerables restos de Cyanid. Pero en las llamadas internacionalmente «cámaras de gas» por los «expertos del holocausto», no se detectó ningún resto valorable.

Además el experto en cámaras de gas [Ing. Fred A. Leuchter) explica claramente que dichos edificios, tanto por su forma como por su construcción, de ningún modo podían utilizarse como cámara de gas para el exterminio de seres humanos.

Cuando en Abril de 1988 tuve que declarar en el proceso contra Ernsl Zúndel como experto en historia contemporánea, hube de enfrentarme por primera vez con estos informes de laboratorio, que han sido demoledores sobre las cámaras de gas. No existe la menor duda en la exactitud de los resultados.

He de confesar que, personalmente, me habría gustado aplicar métodos más severos para el examen de los materiales sacados de los edificios y suelo de Auschwitz. Pero tengo que reconocer las enormes dificultades a las que hubo de enfrentarse la comisión en un lugar que es actualmente polaco. No es fácil sacar trozos de piedras de unas estancias vacías, a espaldas de los nuevos vigilantes de los campos. Todos los trabajos han sido documentados con tomas de video actuales. Estas imágenes las he estudiado con el máximo cuidado, y prueban, sin lugar a dudas, la exactitud de los métodos de trabajo en los que está basado el Informe [Leuchter].

Hasta el final de este trágico siglo siempre habrá historiadores, estadistas y publicistas incorregibles que crean firmemente, o no tengan otra perspectiva económica para sobrevivir que creerlo, que los nazis utilizaron cámaras de gas para matar seres humanos en Auschwitz.





Evidentemente les toca ahora a ellos, a los estudiosos inteligentes y críticos de la historia moderna, explicarme a mí porqué no encontraron restos apreciables de Cyanid precisamente en las edificaciones en las que se practicaron esos supuestos gaseamientos, mientras que en las construcciones edificadas como cámaras de desinfección de vestimentas —mundialmente conocidos por los «expertos» de Auschwitz— sí se encontraron considerables cantidades de Cyanid. La química jurídico-científica. lo repito, es una ciencia exacta. El balón se encuentra ahora en el terreno contrario.

David Irving

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