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Ashraf Fayadh,un poeta condenado a muerte

Fayahd fue detenido en 2013 tras una pelea con otro artista ©instagram
Fayahd fue detenido en 2013 tras una pelea con otro artista ©instagram

Un día de verano en 2013, el poeta Ashraf Fayadh mantuvo un altercado con otro artista durante un partido de fútbol. Éste estaba tan encolerizado que le echó encima a la policía religiosa islámica, diciendo que Fayadh había blasfemado contra el profeta Muhammad en su presencia. Acto seguido detuvieron al poeta. Al día siguiente estaba en libertad, pero su caso terminó ante un juzgado saudí.

Y así Fayadh se vio imputado por una serie de delitos: blasfemar contra Dios y el profeta Muhammad, burlarse del Corán, negar la llegada del juicio final, divulgar el ateísmo y burlarse de Dios en su poesía.

Fayadh niega los reproches. Dice que no ofendió a Dios ni de forma privada ni en sus poesías. Si encontraron versos que sugieren algo así, lo siente mucho.

El tribunal aceptó las disculpas, pero a pesar de todo fue sentenciado a cuatro años de cárcel y 800 latigazos, una sentencia demasiado clemente para los defensores de la línea dura y conservadora, quienes además propiciaron una revisión del caso. A mediados de noviembre, el correspondiente tribunal lo condenó a pena de muerte que, en Arabia Saudita, equivale a la decapitación.

Fayadh es conocido más allá de las fronteras saudíes. Pertenece al grupo de poetas del mundo árabe que considera la religión como una instancia más. Puede que exista Dios, pero para muchos está oculto. El mundo visible no permite reconocer el sentido de la existencia humana. «Busco consuelo para mi situación», escribe en el poema El bigote de Frida Kahlo. «Pero mi situación no me permite interpretar tus labios como quiero».

¿Un poema de amor, metafísico o político? Se pueden interpretar muchas cosas en estos versos. Pero no están definitivamente escritos contra Dios.

Sus poemas describen la intranquilidad y la impulsividad del ser humano moderno. «La patria, un mapa que puede esconderse en el bolsillo de la chaqueta», aparece en su poesía Asilo. «Y el regreso: un criatura mitológica…de las historias de mi abuela». Son imágenes con un sentido concreto. Fayadh es descendiente de refugiados palestinos, es decir, un apátrida. Vive desde su nacimiento en Arabia Saudita, hace 35 años, pero no es un ciudadano del reino.

A los inmigrantes del País de Sham, la región de los actuales Siria, Líbano, Jordania y Palestina, se les trata con condescendencia y desconfianza en Arabia. Uno de los motivos por los que el país no acoge a los refugiados de Siria es porque para los dirigentes ultraconservadores religiosos del país, los sirios son importadores potenciales de un concepto moderno del mundo y, por ello, no son bienvenidos.

Fayadh además pertenece al grupo de artistas Edge of Arabia, una espina clavada para los cuidadores de las costumbres saudíes y que con su nombre refiere a la parte más oeste de la península arábiga. Hasta que se descubrió petróleo era el centro cultural de dicha península. La ciudad costera de Yeda era la puerta hacia Asia y África, de aquí partían los barcos hacia India y Somalia. Se convirtió en el marcapasos de toda la costa oeste, una Arabia multicultural, que no solo conocía el Islam, sino mucho más.

Con ese espíritu multicultural Fayadh se sentía aunado, contactó a la Tate Gallery de Londres y estuvo en la Bienal de Venecia con un grupo de artistas llamado Rhizomma, una raíz que crece a ras del suelo y por su forma no deja entrever jerarquías. Una visión compartida por Fayadh y otros artistas que, cada vez más trataban las diversas formas de vida en su país.

El motivo exacto por la condena a muerte del poeta no se ha dado a conocer a la opinión pública. Las actas se mantienen bajo llave.

Con información de El Observador

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