Un posible étimo árabe para rufián
El vocablo rufián, también antiguamente rofián, en germanía, designa al chulo que tiene una o varias mujeres prostituyéndose para vivir a cuenta de ellas y que sale en su defensa en los casos en que lo necesitan. Covarrubias lo define: “el que trae mugeres para ganar con ellas, y riñe sus pendencias” y en el Diccionario de Autoridades se dice: “el que trata y vive deshonestamente con mujeres, solicitándolas o consintiéndolas el trato con otros hombres. Llámase así también el que por causas torpes riñe sus pendencias”. El verbo rufianar o rufianear tiene el sentido de ‘alcahuetear’.
El Diccionario de Autoridades dice de chulo (-la): “En Germania vale muchacho y Muchacha. Se llama assimismo la gorrona, o mozuela de mal vivir, desahogada y picara».
En el diccionario de María Moliner se especifica que en germanía significó primero chico’, pero tiene también un sentido peyorativo como ‘bravucón, pincho, rufo, rufián’ o ‘insolente, presumido, ufano’, aunque a veces se emplea sin este sentido peyorativo, como ‘atrevido o exento de miedo o servilismo’.
Las definiciones de Marty Caballero aportan ciertos matices: “vulg. El que vive a expensas de una prostituta, sirviéndole de querido privado y de defensor en caso necesario, poniéndola a cubierto de los malos tratamientos y petardos que pudieran darle los que visitan tan impúdica morada” . En general, vemos que hay dos corrientes semánticas para la palabra chulo, una positiva, acentuando la gracia, el donaire, la valentía, el orgullo, la independencia de otros, la ausencia de servilismo; la otra es negativa, y va hasta el extremo que supone la pérdida de mesura, sobrepasando los límites de lo conveniente y cayendo en lo chabacano y rufianesco.
Alonso Hernández recoge numerosos textos, que ilustran ampliamente esta semántica, entre ellos los siguientes:
pidenle todos al rufo
que large al chulo, y no doble
la estiva…
Nació en Cordoba la llana de un ventor y una jitana;
Crezio el chulo y dio en valiente entre jerinanesca jente.
Creo que el étimo de chulo es árabe, a mi entender, la voz yull, pronunciada vulgarmente *chttllo , lo que justificaría la doble I en italiano, transcrito literalmente en ciullo. Este adjetivo árabe vale ‘grande, corpulento y fuerte’, que son exactamente las cualidades exigidas para todo aquel que pretenda «chulear” y seguir la “carrera” de matón.
En cuanto a la variante chulamo podría derivarse de yu lam : para este vocablo Kazimirski remite a sullamt pero no incluye esta voz en la raíz z-l-m ; en su forma XI este verbo significa ‘ser rápido en sus movimientos’, ‘ser alto, erguirse y andar con la cabeza alta’; el adjetivo salím vale ‘de talla media y bien formado (hombre)’ y el participio musallam es ‘pequeño, ágil y vivo en sus movimientos (hombre)’, ‘grande y fuerte (caballo)’. El carácter del yulom no debería diferenciarse mucho del “chulo” .
Algunos textos recogidos por Alonso Hernández parecen dar al chulamo, criado de rufián o de prostituta, un carácter de rufián joven y de poca categoría :
a garlar no acierta nada, y al cabo dize al chulamo pica Calcando mis Calcas…
Diziendo aquesto el Baldeo empuñó, mas un Chulamo que acompañava la Iga…
y quando, libre de ultraje, sera el dia que veamos darle jaques y chulamos el devido vasallaje?
El Conporte era gran (jorra en lo de Hozavillon. y la Coima y los Chulamos lo eran sin comparación .
En Pedro de Alcalá encontramos traducida la palabra rofián al árabe vulgar granadino por gandür , étimo del castellano gandul, que pasó con el significado de ‘tunante, vagabundo, holgazán’, pero que Alcalá traduce también como “garqon assi [que se quiere casar]”, “barragán valiente” y “allegado eti bando”. En las cuatro acepciones que da su Vocabulista se puede resumir todo el proceso semántico de este vocablo: designando, en principio, simplemente a un hombre joven y fuerte; luego toma un sentido peyorativo adecuado a su conducta licenciosa como ‘barragán’, que Alcalá da como sinónimo de “abarraganado», “adúltero”, “comblezo” (‘rival en amores*), “ fornicador”, «luxuriosa cosa» y “putañero” (para el femenino añade “fornicaria”); estas cualidades son las que le convierten en un completo “rufián”, el cual, por último, se reúne en bandos para mejor realizar con impunidad sus fechorías. Les estaban prohibidas las armas de fuego por la autoridad, pero ellos se procuraban de tenerlas siempre a la mano.
Había también “rufianes» cobardes, a quienes se les llamaba “matones de pega”, que, como dice Deleito, “explotaban el miedo ajeno para disimular el propio y cotizarle como valentía” ; de éstos escribió Lope de Vega:
Cuándo has visto tú rufián que no parezca Roldan y sea después lebrón?
(El rufián Castrueho)
Otra voz empleada como sinónimo, en germanía, es la palabra gayón, de la que Autoridades dice “lo mismo que Rufián”; creo que es vocablo tomado del árabe gáyyogay án , ambas con el mismo significado de ‘entregado a sus pasiones; seductor; equivocado, engañado, errado, descarriado’, y que luego pasaría a tomar el sentido de ‘alegre’ y ‘vistoso’, con el que se extendió a otras lenguas romances.
Las pícaras que deseaban encontrar marido, empleaban sus malas artes para hacer valer ante el juez sus demandas contra un caballero a quien hacían responsable de la pérdida de su honra, para lo cual se buscaban testigos falsos que apoyaban sus afirmaciones, y éstos eran generalmente sus propios rufianes. Sobre estos ardides escribe Piñeyro:
Tales escrituras, que hacen las madres sobre las honras de las hijas, me afirmaron ser cosa corriente en Castilla, porque de otro modo fácilmente comprometen a un hombre; y como ellas prueben que gozan de reputación de doncellas y estaban para casar, condenan en casamiento o a dotar en 2 ó 3.0 ducados a cualquier picara, que a veces son las bellacas más desvergonzadas, que con dos de sus rufianes por testigos prueban su buena reputación, y luego meten en prisión y echan por puertas al mejor.
La palabra rufián se documenta ya en los siglos xiv y xv, y su semántica se amplía hasta abarcar la calificación suma de la bellaquería y de la infamia, como espadachín de oficio y asesino de alquiler. En La Celestina, dice Areusa:
Vete de mi casa, rufián, bellaco, mentiroso, burlador… (XV).
Los rufianes constituían una verdadera hermandad dentro de la delincuencia y se regían por sus propias leyes, sometidos a unos principios que ellos mismos imponían y juzgaban. Así, se dice en la Vida de don Gregorio Guadaña, de Antonio Etiríquez Gómez:
adonde los senadores de las musas jacarandinas se ponían a jugar los pleitos de la vida rufiana… (XI).
También recibía el nombre de rufián, en germanía, el ayudante en la casa de juego cuya misión es proteger a los que hacen pillerías de acuerdo con ellos, en caso de conflicto. En este sentido, recoge Alonso Hernández el siguiente texto:
El segundo interlocutor es el rufián, valiente de esta cuadrilla, está por su cuenta luego que se acaba el juego tomar los naipes porque no vayan a manos ajenas y se conozca la flor y ampáralos con su braveza
El cuidador de estos antros de juego, que a menudo prestaba con usura a los jugadores, recibía el nombre de coime, con el valor germanesco de señor de la casa’; es voz documentada por primera vez, según Corominas, en 1609 (J. Hidalgo), mientras la forma coimero figura ya en 1599 (Guzmán de Alfarache). Autoridades lo define como: “El garitero que tiene a su cuidado el garito o casa de juego pública. Es voz de poco uso”. El coime, en principio, no tenía que ser necesariamente un rufián, como lo prueba el texto que se cita a continuación :
Qué dirémos de un desventurado Coime, que en la casa de juego de que vive, está oyendo continuas blasfemias?
Eguílaz considera que procede de la palabra árabe qá’ im, ‘el que se encarga de algo, el encargado o gobernante’, pero, fonéticamente, creo que sería un étimo más adecuado la voz qawitn , de la misma raíz verbal y de idéntica semántica, como ‘jefe, tutor de alguien’, así, según se emplee, puede significar ‘el marido’ o ‘el encargado de negocios’. Su significado de ‘señor’, como ‘dueño y tutor’, en germanía, queda atestiguado al ser empleado este sustantivo también para nombrar a Dios, que vemos mencionado como “gran coime’’, “coime de las clareas o del claro», “de las cumbres”, “del alto o de lo alto” o “coime prestador de clarea”, y la frase “el gran coime que señete en el alto claro”, como ‘Dios que está en el cielo’.
Su femenino daria la palabra coima, de qawima, como mujer del encargado’ o bien ‘encargada’ ella misma ; Autoridades la define “Lo mismo que gorrona. Es voz de Germanía y usada entre Rufianes”, diciendo de la “gorrona” que es “La mugér de baxa fuerte, que sale a prostituir su cuerpo para ganar torpemente su vida” . Hay que tener en cuenta que la sociedad cristiana no admitía como esposas a las mujeres no casadas por la iglesia, aunque ellas se consideraran casadas según sus propios ritos, y por tanto las mujeres que se hallaban en esa situación, aunque fueran honestas, eran consideradas como amancebadas. También se llamaba coima al derecho que se pagaba al garitero por el cuidado de prevenir lo necesario para el juego; en este caso derivaría del diminutivo de qima, quwaytna, que significa ‘precio, valor’. Alonso Hernández recoge algunos textos en donde se mencionan:
Coyma, no estimo en dos chufas a las yfas de esta tierra .
el Conporte era gran gorra… y la Coyma y los Chulamos lo eran sin comparación .
En cuanto a las mujeres, en la lengua de germanía, rufiana era sinónimo de ‘alcahueta’, y se llamaba así a la mujer que tiene a cargo una o varias prostitutas a las que dirige, busca clientes y protege; a veces también se daba el caso de ser alcahueta de sí misma, es decir, aquella que busca los clientes para sí. También recibía este nombre la mujer que adiestra putas en la vida que es la suya. Así dice Francisco Delicado, en La lozana andaluza:
Balij. —Y es tanta la libertad que tienen las mujeres, que ellas los buscan y llaman, porque se les rompió el velo de la honestidad, de manera que son putas y rufianas.
Loz. —¿Y qué quiere decir rufianas?, ¿Rameras o cosa que lo valga?
Balij. —Alcagüetas, si no lo habéis por enojo.
Loz. —¡Cómo! ¿que no hay alcagüetas en esta tierra?
Balij. —Si hay, mas ellas mismas se lo son las que no tienen madre o tía, o amiga muy amiga, o que no alcanzan para pagar las rufiaíws, porque las que lo son son muy taimadas… (XX).
vuestra intención es buscar la vida en diversas maneras… Felice Lozana, que no habría putas si no hubiese rufianas que las inxiriesen a las buenas con las malas… (XLII).
que voto a Dios, con putas y rufianas y tabaqueras no podemos medrar (XXXVII).
Con la palabra rufián se identifican otras formas, como las voces nidio o rufo, también ritfista, sobre cuya etimología se apoyan algunos autores para encontrar un étimo adecuado para la primera, ya que su semántica es tan afín como su fonética, puesto que designa igualmente al hombre de mal vivir, chulo protector de prostitutas a costa de las cuales vive. Alonso Hernández cita algunos textos muy significativos:
Quiso Lugo empinarse sobre el hombre y, siendo rufo de primera tonsura… (El rufián dichoso. I).
y, aunque puesto de rodillas le hizo suplicaciones, el rufo le hizo barquillo en el agua… (Ia picara Justina, I, II).
Yo vos ternia bien contento,
si diessedes escarmiento
al rufo que me ha garlado (Hill, 3, 15, I)la.
y volví a la posada, donde hallé a la señora, y al rufo, y al escribano (Marcos de Obrcyóu, III, IX).
No se pueden alabar
otras ninfas, ni otros rufos
que nos pueden igualar (El rufián viudo).
El pobre pastor, de ver la manera
del alto rufista y ver su denuedo… (Hill, 11, 146, II).
En el Diccionario de Autoridades se cita el siguiente texto de un romance de gemianía:
En el compás los atajan, los que en amistades tercian, que son los rufos godeños, a quien los demás respetan.
La localización de las zonas donde más destacaba esta vida rufianesca parece resumirse en el refrán español que cita Bartolomé Joly, limosnero del rey de Francia, que vino a España en 1603 e hizo luego el relato de su viaje, el cual dice: “Rufián cordobés y p… valenciana” .