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El refrán árabe y su forma de expresión

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Son numerosos los análisis que se han realizado sobre el refrán y el proverbio atendiendo al aspecto formal, a su contenido o bien a ambos a la vez. sin perder de vista que forma y fondo constituyen un todo único. Vamos a ceñirnos a los aspectos externos que envuelven al refrán árabe, o sea, a la forma en la que se expresa un pensamiento de sabiduría popular, y podremos comprobar, como por otra parte es sabido, que no difieren apenas de una lengua a otra. Estos rasgos externos comunes que imprimen al proverbio un carácter de universalidad derivan del hecho de que es una parte constitutiva de la lengua, en concreto del lenguaje oral, y es la oralidad la que condiciona fundamentalmente sus características.

De ahí que el género proverbial, pues, se caracterice por un lenguaje común. Y no es sólo su forma, sino que su función y su contenido también pueden considerarse universales. En cuanto a su función, porque, doquiera que sea, el refrán expresa la experiencia interna y externa de la persona, estructura cualquier grupo humano, distribuye sus papeles y lo fundamenta. Y de igual manera es universal su contenido dado que el hombre es intrínsecamente igual en todas partes y reacciona y reflexiona de forma parecida ante situaciones semejantes. Pero ante estas tres cuestiones, forma, fondo y función del refrán -estrechamente vinculadas-, ahora nos detendremos a valorar la primera.

Adoptando el punto de vista estructuralista y acomodándonos a su terminología, el refrán, como un todo único con un único significado, podría considerarse como un signo lingüístico “especial” -especial en el sentido que expondremos- constituido por un significante y un significado.

Como significante, el refrán se caracteriza en principio por su peculiar configuración, ya que, a diferencia de un signo convencional, está formado a su vez por un conjunto de significantes que mantienen una relación formal y sintáctica concreta que no admite modificaciones -o si éstas se producen suelen ser leves, caso que en modo alguno admitiría el dicho o frase hecha. Esto es, necesita de la literalidad para seguir configurándose como tal significante. El hecho de modificar alguno de sus componentes hace que todo el significante de este signo lingüístico especial pierda su funcionalidad y, por tanto, su propia configuración. Por ejemplo: Es-salaf talaf [Prestar, perder]

En adelante todos los refranes mencionados aparecerán siguiendo este criterio: primero el texto árabe, seguido de una transcripción que intenta reflejar la realización oral, y en tercer lugar su traducción española. El hecho de transcribir el refrán puede facilitar al lector no arabista la observación de las características que se van citando. No es lo mismo que decir Elle ysallef mal-o, ytallef-o [El que presta su dinero, lo pierde]. Se pierde la contundencia de la forma original, además de agilidad y efectividad.

Asumimos que el refrán es una expresión que en conjunto adquiere un significado del que carecen sus elementos constituyentes por sí mismos y de forma aislada. Pero aún hay más. En cuanto a este significado, tiene también unas especiales características que pasan todas ellas por su fuerte carácter connotativo, entendiendo por tal las significaciones subjetivas y contextuales que posee el refrán. Todo refrán necesita un contexto especial en el que adquiere su pleno significado. Descontextualizado, su sentido es ambivalente y su funcionalidad significativa queda desvirtuada. De ahí la dificultad que en toda compilación paremiológica comporta su agrupación temática, pues sólo el contexto en el que puede utilizarse un refrán le otorga, en no pocas ocasiones, su sentido pleno. Todo intento de agrupación temática de los proverbios choca con esta dificultad, dificultad que intenta ser subsanada bien mediante una explicación breve, como vemos que ocurre en muchas compilaciones —y que no es otra cosa que la búsqueda de un contexto — , o bien utilizando un término significativo que aparezca en el mismo refrán y que la terminología documental llama “palabra clave” dentro del contexto (KWIC, key word in context). Por ejemplo:

Zayy et-tabl: sót ‘áli, we-góf jali [Como el tambor: recia voz, hueco interior]

Se dice tanto del fanfarrón que alardea de lo que no tiene, como del pobre al que le suenan las tripas a causa del hambre. Será el contexto en que se emplee el que nos sacará de dudas acerca del sentido en que lo quiere decir el hablante.

 Análisis de rasgos formales

La naturaleza oral del refrán condiciona sus características formales: el medio media. Su exigencia de literalidad conlleva la necesidad de que su estructura sintáctica sea rígida y la búsqueda de procedimientos melódicos y retóricos que lo hagan atractivo y favorezcan su memorización.

Morfosintácticos

Una primera y elemental característica: la concisión, esto es, emplear sólo las palabras precisas. Un refrán debe consistir en una idea condensada en pocas palabras, porque la brevedad logra otros efectos, como agudeza, eficacia y fuerza expresiva. Los peculiares recursos morfológicos y sintácticos de la lengua árabe permiten la acumulación de diversas funciones significativas en el mismo vocablo y expresar ciertas ideas con una gran densidad . Y el proverbio, siendo parte constitutiva de la lengua, se sirve de todas las posibilidades que ésta le ofrece para conseguir brevedad.

La supresión de alguno o algunos elementos en la construcción de la frase, lo que se conoce como elipsis, no puede afectar a la claridad del sentido; bien al contrario, debe potenciarla. Es un fenómeno muy frecuente tanto en el lenguaje hablado como en el escrito -por supuesto, también en los refranes-, y responde a la ley del mínimo esfuerzo y del ahorro expresivo. A veces, esta tendencia a la elipsis resume un pensamiento en dos palabras:

El-aqárib ‘aqárib [Parientes, serpientes]

De ordinario se suprime el pretérito del verbo kana («ser», «estar») con valor de presente, como ocurre en el último ejemplo. Otros verbos son sustituidos por partículas:

‘Áyb el-walad men ahl-o [El defecto del niño, (le viene) de su familia]

Es también frecuente la elipsis de algunos elementos en las frases comparativas, especialmente de la expresión jayr min [más vale… que…] o de cualquier verbo que indique preferencia, como faddala:

Nár el-qañb wa-la ganna l-garib [(Más vale) infierno con pariente, y no paraíso con extraño]

El tiempo verbal es, por regla general, el presente —incluso estando el verbo en pasado—, porque confiere a los refranes valor de atemporalidad. Por ejemplo: el caso del verbo kana antes mencionado, o este otro con los verbos en pretérito:

Elle rabba ajyar men elle stara [El que educa es mejor que el que compra].

Lo que se consigue mediante el presente gnómico es comunicar a los hechos y observaciones de la experiencia una validez fuera de todo límite temporal. El imperativo es el modo más usual después del indicativo, entra más de lleno en el ámbito de los valores morales de la persona y se suele utilizar para aconsejar un modo de actuación:

Eksar le-l-‘ayyel daV, yetla‘ l-o tnen [Rómpele una costilla al niño, le saldrán dos].

Los refranes tienen un sentido completo e independiente que suele servirse de construcciones bimembres, donde el primer miembro enuncia una situación cuya consecuencia se expone o deduce en el segundo:

Ed-dunya mráya, warri-ha twarri-k [Este mundo es un espejo, muéstrate y te mostrará].

Puede ser que el enunciado sea una frase negativa y la conclusión afirmativa:

Elle ma trabbi-h el-aháli terabbi-h el-ayyám we-l-layáli [Al que no lo educa la familia, lo educan los días y las noches]

Ambos enunciados negativos:

Elle ma ygalli-ha gelda-ha ma ygalli-ha welda-ha [Quien no la aprecia por su pellejo, no la aprecia por su hijo]

También hay refranes unimembres:

Omm el-ajras te‘raf be-luga ebna-ha [Bien entiende la madre del mudo el lenguaje de su hijo]

Y plurimembres:

Hebla w-murda ‘a wa-sáyla arba ‘a we-tal ‘a le-l-habl tegib dawa le-l-habal we-tqül: —¡Ya qellet ed-durriyya! [Está preñada, da de mamar, carga con cuatro, sube a la montaña para traer una medicina para la preñez y dice: —¡Qué poca prole!]

Estructuralmente estos miembros suelen ser iguales, o casi iguales, en cuanto a la distribución de palabras y de sílabas (breves, largas) —por consiguiente, del acento- y la utilización de los mismos tiempos verbales; se trata, pues, de paralelismo sintáctico.

A veces se trastoca el orden lógico de la frase. Al igual que la concisión, el hipérbaton es una característica peculiar del lenguaje poético y del popular, y es también un rasgo diferenciador de los dialectos árabes respecto a la lengua clásica o literal , en la cual raras veces aparece, especialmente si se trata de textos narrativos, y donde el orden de las palabras en la frase es ordinariamente éste: verbo, sujeto y complementos. Por ejemplo:

—Abü-k ¿jallefl-ak éh? Cal: —Gadi w-rnát [—Tu padre ¿qué te dejó? —Un cabrito que murió]

Las alteraciones en la construcción gramatical, al igual que el resto de los artificios literarios y lingüísticos, persiguen el impacto en el oyente, conseguir un efecto de “extrañamiento” con el propósito de resaltar una idea, una circunstancia, o de facilitar su memorización. También hay refranes en forma dialogada. Suelen consistir en dos partes de las cuales la primera contiene una pregunta y la segunda la respuesta. En su mayoría están introducidos por qálu (le-) [dijeron (a)] o por el vocativo ya. Acerca de la forma dialogada dice al-Dhubaib (1969-73: 34): «Este tipo, si bien no es frecuente en los proverbios clásicos y postclásicos de la obra de al-Maydánl, se encuentra en número considerable en los proverbios árabes modernos» , y cita otra obra, la de Ahmad Taymür , como la colección donde hay un mayor número de ejemplos. Como el siguiente:

Calu le-l-far: —Jud l-ak rallen sukkar w-wassal el-gawdb le-l-hirr Cal: —El-ugra tayyiba welakin fi-ha-mseqqa [Dijeron al ratón: —Cógete dos arreldes de azúcar y llévale el recado al gato Contestó: —Buena es la paga, pero el trabajo no le va a la zaga]

En cierto modo recuerda, en cuanto a forma y personajes, a las fábulas y cuentecillos. Aunque no necesariamente todos los refranes en forma dialogada son de este tipo:

Calu: —Ya hama, ¿ma konti-s kinna? 0let: —Kont we-nsit [—Suegra, ¿no fuiste nuera? —Lo fui y lo olvidé]

El diálogo se puede usar con distintos fines. Generalmente aporta fluidez y agilidad a las expresiones y resulta bastante ejemplificador, por lo cual es frecuente que su contenido encierre alguna moraleja.

Léxico-semánticos

Es corriente la repetición de ciertos esquemas fijos que sirven de modelo a distintos refranes —variando, eso sí, el contenido — : Alf… wa-lá… [Mil… antes que…]. Por ejemplo : Alf raflqa wa- la lazJqa [Mil amantes antes que una esposa]. También se suele dar la repetición de ciertas palabras: Elle [el que], zayy [como], jayr men [más vale…que…], etc.

Y ya dentro de un mismo refrán es muy frecuente la repetición de esquemas o términos, dando lugar al paralelismo, uso que se ve favorecido por la normal estructura bimembre y que afecta al nivel léxico, al fonológico, al morfológico y a la estructura sintáctica:

L-ak qarib, l-ak ‘adu [Tienes un pariente, tienes un enemigo].

En los refranes de cualquier cultura abundan los nombres propios, muchos de los cuales se emplean como símbolos: Juan, por pueblo, simpleza, dejadez y desgana; Beatriz, por bondad y hermosura; Martín, por firmeza; Pedro, por astucia y bellaquería, etc. (Martínez Kleiser, 1978: XXIII; y Maldonado, 19744: 81); esto en los españoles. En los árabes también se recurre a ellos con gran frecuencia. Aparecen emparejados, entre otros, los siguientes nombres: Sanna y Tabaqa, Miskáh y Rima, Za’rüd y Zarifa. Con ellos se refieren a dos individuos a los que se atribuyen las mismas cualidades y defectos y que por eso mismo han de entenderse bien:

Gawwezu Miskáh le-Ríma, ma ‘ala l-atnin Qfma
[Casad a Miskáh con Rima, ninguno vale nada].

Se aplican sobre todo en sentido irónico. Otro nombre que aparece a menudo es Yuhá o Goha, personaje popular de la literatura árabe e islámica que expone agudas y chistosas moralejas —en cierto modo se puede equiparar a nuestro Sancho Panza. Véase: 0lu: —Ya Goha, ¿fén balad-ák? 01: —Elle mrát-i ft-ha [Dijeron: —Goha, ¿dónde está tu pueblo? Contestó: —Donde mi mujer].

La utilización de ciertos nombres no es casual ni se debe exclusivamente a efectos de rima. Se busca el juego de palabras, el doble sentido, el tono irónico y humorístico:

¿ ‘Ásert mén, ya Salím, kan mubtali we-‘adá-k?
[Salím, ¿con quién has estado, que estaba enfermo y te ha contagiado?]*
Bajt-ak, ya Abu BjTt [Tienes suerte, Fortunato]

Algunos filólogos e historiadores van más allá de la simple simbología o funcionalidad y pretenden hallar el origen de esos nombres ofreciendo distintas y pintorescas versiones que justifiquen su aparición en los refranes, pero cuyos resultados son a veces inverosímiles y en ocasiones evidencian que son historias creadas con posterioridad al refrán.

De igual modo y con las mismas funciones que los nombres propios, aparecen los topónimos en los refranes. En algunos casos pueden proporcionar información y datos bastante precisos sobre el lugar de nacimiento de los refranes. Este refrán evidencia su origen andalusí:

Azway fi Garnata, müt fi Ballis [Cásate en Granada y muere en Vélez].

Mediante todos estos artificios se procura el contraste de imágenes, una expresión que impacte en el oyente de forma que «se conserve á poco trabajo en la memoria de las gentes» (Lozano y Casela, 1793: 169).

 Procedimientos retóricos y melódicos

Como ya se ha referido más arriba, el hecho de pertenecer a una cultura oral conforma todos los rasgos del refrán. En una sociedad donde la cultura escrita prácticamente no existe, la transmisión de sus conocimientos aquilatados por la experiencia ha de ser necesariamente oral, y eso conlleva, además de todos los elementos mnemotécnicos que venimos apuntando, uno que es fundamental: la musicalidad o el ritmo, que se logra mediante la medida, la rima, el tono y la cantidad. El fin perseguido y el resultado obtenido es retener y conservar estas frases en la memoria colectiva. Las expresiones con estas características arraigan más que la prosa, y por eso generalmente «los proverbios más genuinos y antiguos son los métricos» (Freyha, 1974: XVI), que además de los artificios poéticos citados se acompañan de otros más. Como metáforas y símiles, que vamos a ver a continuación.

La posibilidad de conseguir el efecto musical en el refrán está condicionada por su propia estructura sintáctica, o dicho de otro modo, por su propia extensión. De modo, que aquellos refranes más largos, es decir, bimembres o plurimembres, en donde cada uno de dichos miembros se podría considerar como un verso, los efectos musicales serían los propios de las estructuras estróficas tradicionales (como pareado, terceto, cuarteto). Por tanto, el efecto rítmico se conseguiría en estos casos fundamentalmente mediante el cómputo silábico (ritmo de tono) y la rima (ritmo de cantidad). Para aquellos refranes en los que su estructura sintáctica es menor, es decir, son unimembres, el efecto rítmico está circunscrito a procedimientos retóricos tales como la rima interna, la aliteración, el juego de palabras, la paronomasia, etc.:

Bit malyán ma yemla-s betfáreg [Casa llena no llena casa vacía] .

Este condicionante sintáctico de los refranes y sus repercusiones en los efectos de musicalidad, con ser claro resulta evidente que no es rígido, dado que los efectos rítmicos mencionados no son exclusivos ni excluyentes de cada uno de los grupos sintácticos diferenciados, siendo numerosos los casos en los que, por ejemplo, la repetición de palabras se da en un refrán bimembre a modo de anáfora.

Vamos a ejemplificar en los refranes algunas de las figuras retóricas usuales en la poesía mediante las que se obtiene el ritmo o efecto musical:

Paronomasia.- Juega con vocablos de sonido similar y de significado distinto: Ma ye‘raf-s et- tamra men el-gamra [No distingue un dátil de un guijarro].

Aliteración – Repetición de la misma consonante o de la misma sílaba: Elle ma-ma’ü-s ma- yilzamü-s [El que nada tiene nada precisa].

Rima consonante: Gü’t ek-kalb we-ráht-o, wa-la sab’t-o we-sráht-o [Hambre de perro en paz, y no hartura con afán].

Rima asonante: Zayy Marzüq: yehebb el-‘uluww wa-law ‘ala jazüq [Como a Marzüq, que le gusta estar en lo alto, aunque sea de la picota].

Rima interior: Ed-dunya badal yóm ‘asal we-yóm basal [Este mundo es un día miel y otro cebolla].

Figura etimológica.- Repetición de la raíz de una palabra, facilitada en el caso de la lengua árabe por sus peculiaridades morfológicas: El-ibra elle fi-ha jeten ma tjayyat-s [Aguja con dos hilos no cose] .

Quiasmo.- Es un entrecruzamiento de miembros equivalentes o contiguos en los que dos o más términos sucesivos han invertido el orden de aparición en los miembros: En joft, ma tqül, we-en qolt, ma tjáf [Si temes no hables y si hablas no temas].

Apóstrofe.- Invocación dirigida a alguien o a algo que, a veces, sólo está presente en la imaginación del que habla: Latnma ana sett we-nta sett, ¿mén yokobb et-test? [Pues yo soy ama y tú eres ama, ¿quién vaciará la palangana?].

Onomatopeyas.- Composición de las palabras que reproducen sonidos naturales: Alftaqtaq wa-la salám ‘alé-kom [Más valen mil tac, tac que un Dios os guarde]. Sajsaj yetlammu ‘alé-k [Tintinea tus monedas y se te agolparán alrededor].

Otros recursos literarios que no afectan al ritmo, pero que son propios del género proverbial y de su uso poético del lenguaje, son los siguientes:

Antítesis.- Contraposición de palabras o expresiones de sentido contrario o invertido; requiere la construcción simétrica de los miembros contrapuestos. Es un procedimiento muy corriente y eficaz porque pone de manifiesto que la realidad es múltiple y contrastable: —Ya-ba, ¿eh ahla me-l- ‘asal? qál: —El-jál, en kan balas [—Papá, ¿qué es más dulce que la miel? —El vinagre, si es de balde].

Comparación.- Su intención, al igual que la metáfora, es pedagógica; o sea, pretende facilitar la comprensión de una idea ejemplificándola. De igualdad: Zayy el-farja ed-dawwára, koll sá’afe bét [Como la gallina andorrera, cada hora en una casa].

Comparación de superioridad : Akram min Hátim al-Tá’i [Más generoso que Hátim al-Tá‘T].

Y por último, la metáfora, que procura imágenes claras y llamativas: Megawweza, ‘ads; ‘azba, ‘ads [Casada, lentejas; soltera, lentejas].

Dos registros lingüísticos: fushá y ‘ammiyya

La lengua árabe se enfrenta desde siempre con un problema interno: la coexistencia de dos registros lingüísticos bien diferenciados, una lengua culta y escrita y una lengua vulgar y hablada, que dan como resultado productos literarios diferentes (Fanjul, 1977: 48). Si, por un lado, el árabe clásico (fushá) no es patrimonio de la gran masa, sino que su comprensión está limitada a las clases más cultivadas, por otro la lengua dialectal (‘ammiyya) varía según las regiones de la inmensa área arabófona y sólo es completamente entendida en su lugar de origen.

El género que nos ocupa, el proverbio, no floreció exclusivamente en lengua clásica, a la que Anawati califica de «artificial», «académica» y carente de toda espontaneidad (1958: 284). Los refranes árabes experimentaron un proceso de evolución paralelo al de la lengua árabe que, de forma un tanto simplista, puede sintetizarse en tres momentos (Qandíl al-BaqlT, nov. 1971: 221- 236): I° Predominio total de la lengua clásica desde el período preislámico, en el que el hablante era árabe, hasta la primera etapa del período islámico. Durante este tiempo se tradujeron obras de otras lenguas (persa, griego…), incluyendo refranes, al árabe clásico. 2° Coexistencia del árabe clásico junto a los dialectos de cada región: la lengua muwallada y el refrán muwallad, término que significa «muladí», o sea, ya no son árabes puros. Al-MaydánT fue contemporáneo de este período (XI-XII) y el primero en recoger los refranes muwalladün. 3°  Fortalecimiento del árabe dialectal en detrimento del árabe clásico.

Después de la larga etapa de desarrollo lingüístico y fonético que ha experimentado la lengua árabe, el proverbio popular o vulgar no está tan alejado del proverbio clásico. Junto a ciertas características específicas de cada uno de ellos, tienen otras muchas comunes. Puede decirse que se repite el mismo contenido con dos formas de expresión próximas; tanto, como que se trata de la misma lengua. El ya mencionado Ahmad Taymür demuestra esta proximidad en su colección de refranes en dialectal egipcio, ya que con bastante frecuencia trae a colación refranes clásicos donde puede observarse que las diferencias respecto a los populares son mínimas. De todas formas es importante destacar que existen dos tipos de colecciones paremiológicas árabes dependiendo de la forma de expresión utilizada: las que recogen refranes en árabe clásico y las que se interesan por las formas dialectales. Afirma Anawati que el dialectal «expresa mejor que la lengua clásica el genio del pueblo» (1958: 284). Y así es, porque la precisión, sobriedad y tendencia a sintetizar que imperan en la lengua coloquial hacen de ella un vehículo de expresión ideal para el proverbio, ya que se ajusta a sus principales requisitos.

Por Rosa María Ruiz Moreno
Universidad de Jaén
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