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Goytisolo:Las mil y una noches es el origen

El autor de Señas de identidad analiza la importancia de un obra anónima llena de narraciones trepidantes, crudo erotismo y enseñanzas morales. Además, denuncia que España tiene todavía pendiente una transición cultural equivalente a la que se hizo en política.

Paul Emile Destouches, Scheherazade, acompañada de su hermana, cuenta al sultán Shariar una aventura de las mil y una noches (Francia, salón de 1824. Museo de arte Thomas Henry, Cherbourg - Octeville ©D.Sohier2011)
Paul Emile Destouches, Scheherazade, acompañada de su hermana, cuenta al sultán Shariar una aventura de las mil y una noches (Francia, salón de 1824. Museo de arte Thomas Henry, Cherbourg – Octeville ©D.Sohier2011)

Juan Goytisolo retoma aquí la tradición oral y cuenta a los lectores Las mil y una noches. Ese «libro de la vida» que en su opinión lo contiene todo, y cuyas esporas han ido fecundando buena parte de la literatura universal. En su casa de Marraquech, rodeado de la familia que él ha elegido, Juan Goytisolo recuerda los diagramas florales de Vanuatu, esos relatos gráficos dibujados en la arena, relatos sin genealogía que, como los de Las mil y una noches guardan en sus laberintos el secreto de nuestro origen. Un origen cultural que nos hermana a todos.




Estudioso de la cultura española, intérprete de esa tradición que en su opinión nos abre las puertas a la modernidad, el autor de Señas de identidad tiende puentes con la cultura árabe que, a estas alturas, casi le es propia. «El 11-M aquí se vivió con incredulidad, luego asumieron la culpabilidad de la autoría marroquí y la victoria de Zapatero les proporcionó un alivio inmenso, Zapatero cuenta aquí con una gran popularidad», recuerda el escritor que vivió en tierras árabes esa herida que sufrió la sociedad española e insiste en la necesidad de autocrítica de las sociedades occidentales pero también por parte de las sociedades árabes: «En diverso grado ellos también han fracasado, no han sabido modernizar sus sociedades. Los árabes ricos como los de Arabia Saudí han gastado su dinero en comprar palacios pero no en construir escuelas«. Frente a la violencia, frente a la falta de entendimiento, Goytisolo tiene, como lo tuvo Sahrazad para combatir la crueldad real, su personal antídoto: conseguir que los individuos caigan enfermos de «libropesía». «No olvidemos», repite con los clásicos, «que el más hermoso jardín es un armario lleno de libros y lo interesante es que ese armario no está cerrado sino que está abierto, a disposición de todos».


Entrevista:

 

PREGUNTA. ¿Qué tiene Las mil y una noches para ser ese libro seminal, un «polen narrativo» como usted lo califica?

RESPUESTA. Es que es el cuento de los cuentos. El origen de este relato es sánscrito, en el continente indio, y aunque el número de relatos varía y también la historia, según los países, siempre permanecen dentro de un relato marco. En la India, por ejemplo, la historia arranca con un rey que busca a un joven de rostro luminoso, que sea bello, educado y elocuente, y envía a su visir a buscarlo. Cuando éste le encuentra regresa al reino para presentárselo al rey, pero cuando ya están embarcados, este joven de rostro luminoso recuerda que ha olvidado algo, vuelve a su casa y encuentra a su mujer con un esclavo, los mata y entonces su rostro se queda demudado. Cuando el rey le ve exclama: «¡Este joven no responde a las características que yo pedía!». El visir le explica que perdió la luz repentinamente y el rey ordena que los médicos le cuiden. Finalmente el joven cuenta al rey lo que ha ocurrido y ambos salen juntos en busca de aventuras… A partir de ahí se inicia como el relato de un relato que va cambiando según las versiones.

P. ¿Y cuándo aparece Sahrazad?

R. Hay textos en los que es la hermana de Sahrazad la que cuenta y ésta le apoya en el relato. Según las versiones vas viendo las distintas transformaciones hasta llegar al relato canónico de Las mil y una noches: el rey Sahrayar, un rey justo al que sus súbditos amaban, tenía un hermano que era rey en un pequeño país y un día regresa de improviso a su casa y descubre a su esposa con un esclavo negro y los mata. Entonces va a ver a su hermano, el rey Sahrayar, y estando en palacio, desde la ventana, ve que la esposa de su hermano con otras veinte muchachas son poseídas por veinte esclavos negros, comprende entonces que lo que le ha ocurrido a él es mucho menos grave que lo que le pasa a su hermano, recupera la alegría, y finalmente se lo cuenta todo al rey Sahrayar. Éste ordena matar a todos los esclavos, las doncellas, la esposa, etcétera. Y los dos hermanos parten de viaje y en el camino encuentran una especie de genio que se eleva como una columna de humo y deposita un baúl en el que hay una mujer que hace que el genio se duerma, a continuación les pide a los dos hermanos que hagan el amor con ella o amenaza con despertar al genio. Los dos la hacen el amor y ella les roba el anillo, y les dice que tiene uno por cada amante y tiene ya como quinientos anillos. Ella les recomienda que no crean jamás a las mujeres, y lo hace para vengarse del genio que la raptó… A partir de aquí entramos en lo más interesante: el rey Sahrayar ordena que le traigan una virgen cada día, la desflora y la mata a continuación, es decir, se convierte de repente en un asesino en serie, en un monstruo, cuando al principio del relato era un rey justo amado por sus súbditos. Llega un momento en el que su visir ya no encuentra más vírgenes y aquí aparece su hija Sahrazad, que había leído mil libros en los que se contaban las historias de los reyes antiguos, de pueblos extinguidos, una mujer cultísima, y ella misma se ofrece para ir con el rey y pide únicamente que le acompañe su hermana para ayudarla. Después de hacer el amor con él le dice: «¿No quiere que le cuente una historia extraordinaria y maravillosa?». El rey acepta y así empieza Las mil y una noches.




P. El rey Sahrayar es aplacado finalmente gracias a la literatura.

R. Sí, y gracias a ella, Sahrazad salva la vida de su padre el visir, pero salva también la vida de todas las muchachas. Es la cultura, son todos estos cuentos maravillosos los que van adormeciendo y apagando poco a poco el furor destructivo del rey. Sahrazad es siempre la narradora, ella nunca es narrada, así al final le dice al rey que durante el tiempo que ha contado sus relatos ha tenido tres hijos y como madre debía ocuparse de ellos. Entonces el rey le dice que la ha perdonado hace mucho tiempo, y vuelve otra vez a quedarse mansito y feliz con ella. Y ésta es la historia. Lo interesante es ver la evolución de la crueldad, el hermano se contenta sólo con matar, en un acceso de cólera, a su mujer y al esclavo, pero Sahrayar es mucho más perverso porque prolonga su odio a todo el género femenino hasta que es amansado. En el relato no hay ninguna explicación psicológica, es puro relato, pero lo interesante es ver lo que hay detrás.

P. Lo que sorprende de este cuento infinito es que fascina a intelectuales y estudiosos pero también atrae a un nivel muy popular. ¿Por qué?

R. Porque hay toda posibilidad de lecturas. Es un canje continuo de lo oral a lo escrito, de lo escrito a lo oral. El origen claro viene de la península indostánica y de Persia, y son relatos orales que luego eran puestos por escrito, pero el autor nunca se conoce, no hay autores. Lo que cuenta es el relato y el transmisor. Es una cadena de transmisores, adaptadores, oyentes, narradores… Pero al no haber autoría no hay autoridad. Ésta es la maravilla de Las mil y una noches, que no es como estos relatos, que están en el origen de las religiones monoteístas, que son lo que son, como un credo. Éste no, al revés, permite todo, no puede haber un manuscrito apócrifo porque todo el mundo añade y quita cosas. En esta galaxia de relatos que van de la India a Persia, de Persia a Bagdad, tienes historias de orígenes muy distintos que se relacionan con otras que se van transmutando y que se ponen por escrito a partir de la invasión mongólica. Ahora hay varios manuscritos y una traducción reciente de Las cien y una noches, un texto encontrado en el Magreb, que yo comparo con el relato de Las mil y una noches. Es más elemental, menos elaborado y facilita más el relato oral en zocos.

P. ¿Es un relato netamente oriental o ha encontrado ramificaciones en la cultura occidental?

R. Desde luego es de origen indio y quizá hasta del Extremo Oriente porque se habla de las islas de la China. Luego tiene influencias y relatos de origen persa, otros, por el contenido, son de un autor judío o cristiano, hay propaganda religiosa musulmana pero hay relatos con una voz muy favorable a los judíos… Otros presentan en pie de absoluta igualdad a judíos, musulmanes y cristianos… Es decir, que dentro del relato existe una tolerancia que amortigua el rigor de las tres religiones monoteístas. Contiene episodios de civilidad que son extraordinarios.

P. ¿Debe este libro algo a la realidad o hay que hablar de pura imaginación?

R. Es una mezcla de enseñanzas, de ejemplos morales y desde luego de fantasías. Obviamente las fantasías son casi siempre masculinas y el punto de vista que predomina es el de los hombres, pero hay relatos, como el de las islas de las Mujeres, que son ellas las guerreras y las gobernantes. Es el mito de las amazonas que lo encuentras en el continente indio en distintas versiones. Hay cuentos enteros sobre las diferencias de los sexos y a veces es la mujer la que pone en ridículo a los varones. Recuerdo un diálogo muy bello sobre cómo las mujeres conciben al varón, qué les gusta más para hacer el amor, una que prefiere a un jovencito y otra que, al revés, le gustan los hombres fuertes y bigotudos…

P. Hablando de géneros, ¿qué lugar ocupa la mujer en el relato en relación a su lugar actual en el mundo árabe?

R. Lo interesante es que hay tal variedad de puntos de vista que no se puede establecer una norma. Este libro excluye toda conclusión, es un libro inacabado e inacabable porque se va creando de nuevo, al dar el curso yo estoy añadiendo mi punto de vista, es decir, que todos somos adaptadores o lectores y no hay un punto de vista determinado. Hay que tener en cuenta la época en que se escribió, no podemos hablar con el nivel cultural de ahora y aplicarlo al pasado. Hasta el siglo XIX la esclavitud era normal, mis abuelos eran esclavistas, así, tranquilamente. La concepción de la mujer ahora es distinta, pero allí hay elementos que prueban que en algunos casos es la mujer la que domina. Y no olvidemos que finalmente es la cultura de Sahrazad la que se impone a la brutalidad del rey.

P. La cultura es capaz de aplacar al cruel Sahrayar. ¿Se pueden extraer enseñanzas para el momento cultural español?

R. En el relato la cultura es la vencedora, pero actualmente atravesamos una etapa muy dura para la cultura que se está transformando en una especie de espectáculo o simulacro. Yo creo que la auténtica cultura sigue, y siempre encuentras gente, más en Iberoamérica que en España, pero encuentras gente motivada por el hecho literario, aunque es difícil pronosticar el futuro en una época de cambios tan vertiginosos como la actual.

P. ¿Cree que este estado de la cultura en España puede mejorar con el partido socialista en el Gobierno?

R. En España hubo una transición democrática con los límites que conocemos, pero no ha habido una transición cultural. Y ése es el problema. Hay una serie de campos tabúes con respecto al pasado que Márquez Villanueva muestra muy bien en relación con el carácter mudéjar de los tres primeros siglos de la literatura castellana y catalana. El problema de las castas, que es fundamental para entender la literatura de los siglos XV, XVI, XVII, y luego el tema erótico. Nuestros Unamuno y Menéndez Pelayo sostenían que la literatura castellana era casta, y no lo ha sido. La gente ignora totalmente el Cancionero de burlas que está lleno de poemas obscenos, muy divertidos. Luego están las traducciones: por ejemplo hay una edición del Lapidario alfonsí que es extraordinario, son recetas para todo, para hacer que tu marido no te engañe con ninguna otra, para que te puedas acostar con todas las mujeres del mundo, para que te puedas acostar con todos los hombres que te apetezcan, si eres joven y quieres ser afeminado, para ser mucho más afeminado de lo que eres… Esto está traducido en la época de Alfonso X el Sabio, es decir, que el que niegue que había esa cultura que lea este Lapidario avanzadísimo con respecto a las costumbres…

P. ¿Y qué hace falta para realizar esta transición cultural?

R. Se debería abandonar esta imagen cómica, impuesta por el nacional catolicismo a partir de 1898, que es incapaz de abarcar la riqueza del propio contenido de la tradición. Cuando me dicen que yo soy un heterodoxo me hacen reír, yo no soy en absoluto un heterodoxo, yo he incorporado una serie de autores que estaban dejados al borde del camino y pertenecen a todos los españoles, el caso de Blanco White es bien claro. ¿Por qué no se estudia el Cancionero de burlas medieval? Para mí es un libro extraordinario, allí está el relato de Carajicomedia,de una obscenidad deliciosa y una extraordinaria ironía. Son verdaderas joyas y no se estudian. Fui el primero en dar un curso en Estados Unidos sobre La lozana andaluza y sé que alguien me acusó de dar un curso pornográfico.




P. ¿Su abandono, al menos momentáneo, de la ficción tiene que ver con su empeño en la revitalización de los clásicos?

R. Yo nunca he escrito por encargo. Cuando tengo que decir algo lo digo y si no tengo algo que decir hago otra cosa. De momento no tengo ningún proyecto narrativo, pero sí tengo muchos intereses literarios. Soy una persona que lee continuamente, releo, y si de repente siento que tengo la necesidad de decir algo nuevo lo diré. Por otra parte, sobre los temas que he tratado en los últimos 30 años, como la inmigración o la relación entre la cultura europea y la cultura árabe, lo que quería decir ya lo he dicho y me aburre cuando me piden hablar sobre lo mismo. Siempre digo que los políticos pueden y deben repetirse, los escritores no.

P. ¿Esa actitud está relacionada con su compromiso con la palabra?

R. El escritor debe tener un respeto inmenso hacia la palabra y tomarla como un organismo vivo, como algo mutante. Lo fundamental en un escritor es devolver a la cultura a la que pertenece un lenguaje distinto al que ha recibido de ella al empezar su creación. Esto para mí es la norma, si no he añadido nada nuevo al corpus de la literatura española podría no haber existido y mi existencia o inexistencia no tendría la menor importancia. Lo que cuenta es este algo que se añade, aunque no es el autor quien lo puede decir, lo dirá la posteridad. Yo hago una lectura crónica, y esto lo vio muy bien Azaña, una cosa es la actualidad y otra la modernidad. Lo actual hoy no será actual mañana y lo de ayer es lo de hoy. La modernidad circula a través de las épocas. Obras como La lozana andaluza o La Celestina para mí son absolutamente modernas, las leo como contemporáneas. En cambio hay obras de contemporáneos míos que no pertenecen a la época literaria en la que yo escribo.

P. Instalado definitivamente en la ciudad de Marraquech y viendo su vida un poco en perspectiva, ¿qué le debe a esta ciudad, a este país?

R. Mi gran suerte fue irme de España muy joven. Compensé la ausencia de contacto con la sociedad española con un contacto mucho más fuerte con su cultura. La visión de una cultura a la luz de otras culturas es siempre interesante. Volviendo al ejemplo de Las mil y una noches, cuando los escritores europeos descubrieron este texto estaban entusiasmados y los árabes aún la consideran una obra menor, y esto es lo que ha ocurrido en España. Las grandes creaciones de la cultura española a veces han sido descubiertas fuera, es la mirada ajena la que nos descubre cosas que no somos capaces de ver por nosotros mismos. Esto lo aprendí muy temprano y siempre he procurado vivir mi vida y la literatura. Participé unos cuatro o cinco años en la vida literaria parisiense pero por fortuna me alejé a tiempo y no me convertí en un escritor más, que publica un libro al año y que corre detrás de premios literarios. En cuanto a este país es el lugar donde puedo a la vez vivir y trabajar, leer y ver lo que me interesa. En otra ciudad me sería muy difícil. Y ¿quién sabe donde terminaré los días? Nadie lo sabe. Lo único que me asusta es el traslado de huesos y todo este tipo de ceremonias que me parecen horrorosas. Cuando uno desaparece lo mejor es que desaparezca sin tumba y sin nada.


BIBLIOGRAFÍA

Las mil y una noches

Traducción de Juan Vernet (Planeta. Barcelona, 2003).
Traducción de Vicente Blasco Ibáñez (Jona Ediciones. Barcelona, 1994).
Traducción de Rafael Cansinons-Assens (Aguilar).

Las mil y una noches (Antología)

Traducción de Julio Samsó (Alianza. Madrid, 2000).

Simbad. Cuentos de Las mil y una noches

Traducción de Anna Gasol i Trullols (Ediciones B. Barcelona, 2000).

Las mil y una noches, según Burton

Richard Burton.
Traducción de J. Cabanillas Montejo (Siruela. Madrid, 1991).


Por María Luisa Blanco
Con información de El País

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