Artesanía en Túnez
La riqueza artesanal de Túnez proviene de su contacto con las diferentes culturas que han pasado por su territorio. Al sustrato bereber hay que sumar influencias púnicas, romanas, árabes y, sobre todo, andalusíes. Contrariamente a la civilización occidental, la cultura islámica no diferencia entre arte y artesanía, o entre arte noble y artes menores. Los artistas han encontrado la manera de expresarse en la producción de objetos principalmente funcionales, aunque en muchas ocasiones el aspecto decorativo ha desplazado al práctico. La artesanía es la funcionalidad hecha arte.
Los modos de fabricación evolucionaron de manera palpable tras la creación de la Oficina Nacional de Artesanía que se creó después de que Túnez consiguiera la independencia. Hoy en día, los conocimientos ya no se transmiten de padres a hijos, sino en los talleres. Aunque la normalización de la producción limita la creatividad individual se ha conseguido mejorar la calidad.
Metal
Ebanistería y trabajo de la madera
Mantas
Cuero
Piedra tallada y estuco
Esteras
Pintura sobre vidrio
Alfarería y cerámica
Alfombras
Metal
En la Antigüedad, el trabajo del metal se limitaba al bronce colado. Los orientales (chinos, persas y otomanos) fueron los primeros que utilizaron hojas de cobre repujadas a mano para fabricar recipientes y utensilios.
La latonería produjo numerosos objetos de bronce macizo: majas, morteros, picaportes, candelabros, fundas de sable y las medias lunas que figuran sobre los minaretes.
La calderería fabricaba los calderos que servían para calentar el agua del baño, los recipientes de la colada o las ollas para preparar cuscús, todos ellos elementos indispensables para el ajuar de una joven. Aunque ni las cuscuseras ni las marmitas estaban jamás decoradas, las bandejas de dulces, los servicios de café, las palanganas y los aguamaniles sí que solían llevar una ornamentación finamente tallada: cipreses, rosetones y arcos de trazos delicados que recuerdan los orígenes turcos de la latonería tunecina.
Ebanistería y trabajo de la madera
Las viviendas tradicionales disponen de poco mobiliario: sillones, sillas, mesas y otros enseres voluminosos. La familia tradicionalmente come en el suelo. A veces, el único mueble que se puede encontrar es el baúl que se ha utilizado para hacer la mudanza y en el cual se guarda la ropa. Aparte de eso, en algunas casas sólo existen estanterías para los libros, las armas y los utensilios de cocina. Muchos de estos baúles y estanterías solían estar decorados con motivos que representaban bandejas de fruta, jarrones de flores, peces o manos de Fátima. Estas tradiciones se siguieron respetando en Sfax hasta que sus habitantes abandonaron las casas tradicionales.
En las residencias más acomodadas, los techos se pintaban y esculpían con exquisitos motivos geométricos y florales, a veces en dorado. Las puertas también se decoraban. En el s. XIX, la influencia italiana cobró una gran fuerza, principalmente en la capital, y las casas se vistieron de dorados y se abarrotaron de muebles, rompiéndose la armonía decorativa que había existido hasta el momento entre maderas, cortinas y alfombras. Hoy en día, la primacía del modo de vida occidental ha conseguido que las casas más pobres de Túnez tiendan a llenarse de muebles.
En el norte, en la región de Tabarka y Ain Draham, se utiliza la madera de olivo para fabricar tazones, cuencos y recipientes para el aceite. En el sur se emplea principalmente la madera de palmera para fabricar diversos productos, como las puertas de las viviendas tradicionales. En las casas trogloditas, los muebles, siempre los mismos, son verdaderas obras de arte. Las mujeres utilizan las ramas de olivo y de palmera para crear las estructuras que sirven de base para las camas o los espacios para almacenamiento. Una vez fijada al suelo y a las paredes, esta estructura se cubre con una mezcla de arcilla y salvado a la que se le suele aplicar una capa de yeso.
Mantas
Las mujeres que tejen las cortinas y las mantas suelen ser analfabetas (al menos las más ancianas), y tejer constituye para ellas un medio de expresión, por lo que se permiten una gran libertad y dan rienda suelta a su creatividad. Las cortinas y las mantas, símbolo de riqueza, son un elemento esencial en el ajuar de la futura esposa. En Udref es el marido el encargado de dotar de mantas a la casa. Sus madres confeccionan un hanbal , una gran manta de colores oscuros (azul o burdeos), decorada con patrones geométricos de colores claros. No es posible adquirirla, venderla, ni encargársela a un artesano. Representa la pieza más importante del patrimonio doméstico y nunca abandona la familia.
Estas largas mantas llevan a cabo múltiples funciones. Si se doblan sirven de colchón. Los días festivos decoran las paredes de la vivienda. En las casas tradicionales de los pueblos, cuando acaba la temporada fría, se lavan, se secan y se colocan como elemento decorativo sobre las camas.
Cuero
Hoy en día, los malaab o fantasías son los últimos testigos del arte de los guarnicioneros tunecinos que ocupaban hasta hace poco lugares importantes en los zocos. La silla, que lucía bordados de seda, oro y plata, era el mayor orgullo del jinete, la joya digna de su corcel árabe. Siempre estaba acompañada por una jáquima, una brida, una correa y unos estribos labrados. La mayoría de los guarnicioneros se han pasado actualmente a la producción de artículos para turistas .
La zapatería le debe mucho a la influencia de Cartago, que producía los famosos coturnos, un calzado de suela alta. Sus descendientes son las babuchas, que constituyen el calzado más popular de Túnez. Hoy en día, los babucheros han diversificado su producción, y Sfax se ha convertido en la gran ciudad del calzado industrial y artesanal.
Piedra tallada y estuco
El tallado de la piedra ha conocido un importante renacimiento en los últimos años, como lo demuestra la actividad de Dar Chaabane, que se ha convertido recientemente en La Meca de los talladores de piedra. Este fenómeno resulta especialmente sorprendente si tenemos en cuenta que el gusto de los tunecinos por los apartamentos modernos y el abandono de las medinas parecía condenar esta artesanía a su extinción. Tradicionalmente, incluso los propietarios más humildes adornaban su vivienda tallando el marco de una de las puertas en la parte menos resistente de la caliza o en una superficie ligeramente rosada de la arenisca. El artesano grababa en los dinteles inscripciones que invocaban la protección de Dios, motivos geométricos y florales, una mano rodeada de peces o la media luna y la estrella de la bandera nacional. Los propietarios más ricos decoraban sus casas con enlosados y columnas de piedra o mármol.
Tras un paréntesis de varias decenas de años se ha vuelto a una arquitectura que pretende ser “tradicional”, pero que se encuentra más cerca del arabismo y del pastiche. Tanto en los monumentos públicos como en las villas abundan arcos, columnas y marcos de puertas y ventanas. En algunos barrios residenciales también se pueden ver casas señoriales a medio camino entre el chalé occidental y el pastiche oriental. La talla de la piedra goza de gran importancia en este postmodernismo tunecino: fíjese, por ejemplo, en las columnas en espiral y en la exuberancia de tintes arcaicos.
En la decoración de interiores se utiliza la escayola, que se esculpe en la misma pared con cincel siguiendo un patrón geométrico.
Esteras
En un país en el que el mobiliario tradicional era tan sencillo, las esteras adquirieron una importancia notable. En invierno servían para que las alfombras no tocaran el suelo, mientras que unos cojines protegían a los habitantes del contacto con las húmedas paredes. En verano, las esteras ofrecían una superficie más fresca que la lana y más higiénicas que el suelo. La producción de esteras se desarrolló en varias regiones. En el campo son las mujeres las que tejen el esparto en un telar vertical. En las ciudades, los hombres trabajan los juncos sobre telares horizontales instalados a unos centímetros del suelo. En Nabeul se fabrican las esteras más elaboradas. Su decoración, que se inspira en la de las alfombras, se realiza con juncos pintados de azul, rojo, marrón o verde .
Pintura sobre vidrio
La pintura sobre vidrio es una de las pocas técnicas de artesanía popular que cumple una función estrictamente decorativa. Aunque en Europa se conocía desde el s. XIV, en Túnez apareció en el s. XIX. El artesano ejecutaba su obra sobre una placa de vidrio colocada al revés. Estos pintores ignoraban la sagrada regla islámica de no realizar ninguna representación figurativa y buscaban su inspiración en los cuentos, las leyendas y las hazañas de la gesta árabe: la conquista de Ifriqiya por los musulmanes, la ascensión del Profeta a lomos de un caballo alado, etc. Las obras más interesantes utilizaban la riqueza infinita de la caligrafía: las letras se convierten en elementos de decoración y el poema se transforma en una jaula de pájaros o en una escena bucólica. Algunas de estas piezas fueron creadas por verdaderos artistas, de los que hoy en día no se conoce el nombre… El arte popular suele ser un arte anónimo.
Alfarería y cerámica
Durante algunas excavaciones arqueológicas se han encontrado piezas de alfarería sumamente antiguas. La historia nos dice que los lugares de producción fueron variando: Kairuán sucedió a Cartago, Túnez reemplazó a Kairuán, y Nabeul sustituyó finalmente a Túnez y a Guellala, donde los alfareros practicaban su arte desde hace mil años. En cada una de estas épocas, cada ciudad contribuyó al enriquecimiento de la herencia común. Uno de los principales centros se encuentra desde hace tiempo en pleno corazón de la capital. Los artesanos de Túnez, especialmente prolíficos, se han visto expuestos tanto a la influencia morisca como a la española. De la importante comunidad de alfareros de antaño sólo sobrevive el nombre del barrio Qallaline (de qolla, que significa “cántaro de agua”), que se encuentra cerca de la plaza Bab Souika.
Nabeul
Nabeul es en la actualidad el centro de producción de alfarería y de cerámica más importante de Túnez. Sin embargo, la alfarería de Nabeul tal y como la conocemos hoy en día nació en realidad a principios del siglo s. XX. Los historiadores atribuyen la creación de un centro artesanal a los habitantes de Yerba, que podrían haberse visto atraídos por la presencia de arcilla de calidad en los alrededores de la ciudad. Todavía hoy, el “barrio de los yerbianos” es el de los alfareros.
Si bien la influencia de éstos es indiscutible, también han tenido gran importancia las aportaciones de los maestros artesanos franceses, que consiguieron resucitar las formas antiguas y la fabricación de esmaltes antiguos. Así, por el taller de la pareja Louis y Lucienne Tissier desfilaron los Kharraz (padre e hijo), los gemelos Abderrazaq y muchos otros que han dado su nombre a las fábricas de mayor prestigio. En los años treinta la reputación de la alfarería de Nabeul sobrepasó las fronteras nacionales. Los azulejos de motivos andalusíes o turco-persas llegaron a decorar varias viviendas californianas, como la de Gillette, de fama mundial por sus cuchillas de afeitar. Los dinámicos artesanos de Nabeul continúan adaptándose hoy a la evolución del país y de la clientela.
Sejnane
Tanto en los zocos como en los puestos de la carretera que lleva de Bizerta a Tabarka podrá encontrar algunas piezas de tonalidades ocres fácilmente reconocibles por sus motivos geométricos. Son obra de las mujeres de Sejnane que decoran copas, jarras y marmitas con pinceles de pelo de dromedario mojados en jugo de lentisco, alquitrán u ocre rojo. Se trata de una cerámica bereber primitiva y misteriosa, similar al arte marginal, cuyas creaciones más originales son pequeñas figurillas: muñecos, pájaros o dromedarios. Deben manejarse con precaución, pues están hechas de arcilla cocida al sol y son muy frágiles.
Guellala
En Guellala, al sur de la isla de Yerba, el trabajo de la tierra se remonta a tiempos inmemoriales. Los artesanos se han especializado en piezas de cerámica sin barnizar de formas muy básicas, principalmente ánforas o piezas de gran tamaño. Estas tinajas, que pueden contener hasta 200 litros, han sido siempre un elemento indispensable en las casas tunecinas para almacenar las reservas de aceite de oliva, grano o pasta.
Los habitantes de Yerba también fabrican piezas de cerámica barnizada, y muchos de estos modelos recuerdan a la cerámica cordobesa. Los colores que se suelen emplear son el verde y el ocre, en contraste con los vivos colores de Nabeul.
Moknine
Las piezas de cerámica de Moknine, al igual que las de Guelalla, no suelen estar barnizadas y son de textura porosa. Allí tienen su origen los botijos, que fueron indispensables durante mucho tiempo en la vida cotidiana. Antes de que las neveras se hicieran omnipresentes en todos los hogares, los botijos eran esenciales para transportar agua. Hoy día, el mercado se ha reducido considerablemente y los artesanos buscan trabajo en las técnicas de esmaltado.
Alfombras
En Túnez existen dos tipos de alfombras, las mergoum o de pelo corto y las zerbia , de nudos.
Alfombras de pelo corto
Existen varios tipos de mergoum , que son de origen bereber. Las más conocidas son los kilim , que mezclan tejido de tafetán con nudos. Se pueden encontrar en las regiones de Udref, de Yerba y de Sbeitla. También tienen mucha fama las de pelo corto de Gabes, Matmata, Kebili, Duz y Gafsa, pero las más llamativas son las de macramé o bakhnoug , una especie de pasamanería de moda en El Yem, Tataouine y Thibar. Independientemente de su origen, es imposible no quedarse impresionado por la extraordinaria riqueza de sus colores y sus formas. A pesar de que los motivos que se utilizan son geométricos (cuadrados, rectángulos, rombos, cruces, espigas, rayas y estrías), no existen dos alfombras iguales. Las líneas curvas no se usan mucho y los colores varían según la región y, en ocasiones, el pueblo. Un artesano siempre sabe de dónde viene una alfombra. En Gafsa, por ejemplo, las mergoum ostentan colores cálidos y motivos fantásticos. En la zona de Redeyef, Mdhila y Metlaui son evidentes las influencias de las tres ciudades; las alfombras están decoradas con motivos zoomórficos y a veces incluso antropomórficos, lo cual es único en el género.
Alfombras de nudos
Aunque hoy en día las alfombras de Kairuán figuran entre las más distinguidas, no se sabe mucho de su origen. Para algunos, la primera zerbia habría nacido en el s. XIX, cuando el gobernador de la ciudad arrancó el tejido de una alfombra de alta lana para ponerla en una de las mezquitas. Otros narran la intervención de una joven tunecina de origen turco, hija de uno de los tutores de los habus de Kairuán. De todas formas, a estas alturas la leyenda es lo de menos, ya que las alfombras de Kairuán se han convertido en una auténtica industria nacional que proporciona empleo a un gran número de personas.
La zerbia se inspira en las alfombras turcas, y a diferencia de las mergoum suele llevar un motivo central enmarcado por líneas gruesas. El fondo suele ser rojo, verde o azul, sin embargo los motivos presentan una paleta de colores más amplia. La alfombra de moda es la alloucha ( allouche significa “cordero”), que conserva los colores naturales de la lana, con tonalidades entre el blanco y el marrón.
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