Palestina denunciará ante la Unesco la destrucción de su patrimonio
En 51 días de guerra da tiempo a que se pierdan muchas vidas y mucha historia. El conflicto entre Israel y Palestina este verano dejó la dolorosa estadística de más de 2.100 palestinos y 72 israelíes muertos. Junto a esta inasumible pérdida, otra. La del patrimonio histórico. Citando fuentes palestinas, el periódico digital Al-Monitor, que cubre Oriente Medio, revela que 41 sitios históricos, incluyendo una mezquita, una iglesia y unos antiguos baños, fueron dañados o destruidos junto a cientos de antigüedades propiedad de particulares.
El Ministerio de Turismo y Antigüedades, que denunciará el caso ante la Unesco y la Organización de la Liga Árabe para la Educación, la Ciencia y la Cultura (ALECSO, por sus siglas en inglés), ya prepara una lista de todas las obras destruidas durante el enfrentamiento. Se estima que saldrá un número elevado.
En este gajo de tierra el coleccionismo ha estado en manos de particulares que suelen atesorar las obras en sus propias casas o en algún almacén. Dependiendo del número. No son, desde luego, las mejores condiciones pero a día de hoy resultan casi las únicas posibles. Las autoridades palestinas calculan que existen siete museos privados que albergarían en conjunto más de 8.000 piezas. Aunque parece más que probable que el número sea superior, porque no todo el mundo revela lo que tiene; muchas veces por miedo.
Al-Monitor recoge el testimonio de varios coleccionistas que relatan la destrucción y el pillaje de sus colecciones. Abu Alian es propietario de uno de estos pequeños espacios. Lleva coleccionando desde hace 32 años y con su esfuerzo se ha construido un pequeño museo en la población de al-Zanna, cerca de Khan Yuni, al sur de la Franja de Gaza. Su colección, de unas 5.000 obras, abarca desde la Edad de Bronce a Bizancio. Abu Alian asegura en Al-Monitor que los soldados israelíes destruyeron y saquearon el museo durante la ocupación. “Han destruido totalmente el 70% de la colección, un 20% parcialmente y robado el 10% restante”, relata el coleccionista.
La legislación palestina permite la existencia de estos museos privados, que no dejan de ser un remedo de colecciones particulares, pero sus dueños tienen prohibido comerciar con las obras que albergan porque se entiende que son propiedad de Palestina. De esta forma, cuando fallece el coleccionista, el Estado paga una cantidad a sus herederos como compensación económica y se queda con las piezas.
El problema, claro, es que no hay dónde llevarlas. En 2010 había encima de la mesa un proyecto de crear un gran museo que albergara estas colecciones privadas. El presupuesto, más de cinco millones de dólares, era inasumible antes y ahora. La idea inicial era que cada pequeño museo privado que donara su colección tuviera una sala propia.
Pese a todo, todavía sigue vivo el proyecto del Museo Palestino que el estudio con sede en Dublín Heneghan Peng pergeña en Birzeit (norte de Ramalah) y que tiene un coste de 19 millones de dólares. Veremos si llega a buen puerto.
Por Miguel Ángel García Vega
Con información de El País
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