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¿El Nobel de la Paz al ejército israelí? – Robert Fisk

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¿El Nobel de la Paz al ejército israelí?

Para aquellos que leyeron la nota «¿Los derechos humanos los escribió Esopo? » , divulgada el pasado mes de julio en este medio . Traemos la columna de Fisk, publicada recientemente y quien relata y explica la conmoción que le ha causado las declaraciones del embajador israelí en Estados Unidos. No obstante, en ocasiones, diferimos con este afamado experto en Medio Oriente, pero es importante leer desde su discernimiento para formarnos un pensamiento crítico . Esencial, ahora donde se aplaude la brutalidad sin lugar a la sensatez .

¿El Nobel de la Paz al ejército israelí?

Sé que las fuerzas de defensa israelíes son famosas en la canción y la leyenda. Humanitarias, valerosas, con espíritu de sacrificio, prudentes, dispuestas a dar la vida por los inocentes entre sus enemigos, etc., etc. La novela Éxodo, de León Uris –ficticio recuento racista del nacimiento de Israel, en el que los árabes rara vez se mencionan si no es acompañados por los adjetivos «mugroso» y «apestoso»–, fue una de las mejores piezas de propaganda sionista-socialista que Israel pudo encontrar. Hasta Ben Gurión estuvo de acuerdo, al llamarla «lo mejor que se ha escrito sobre Israel», aunque tuvo el acierto de negar que esa sarta de tonterías tuviese alguna calidad literaria.

Pero cuando el embajador israelí en Estados Unidos nos dijo (luego de que 2 mil palestinos habían sido asesinados, la mayoría civiles) que el ejército israelí debería recibir el Premio Nobel de la Paz por su «inimaginable templanza» en la guerra de Gaza, tuve que echar un ojo al calendario. ¿Sería 28 de diciembre, tal vez? ¿Sería una especie de broma egregia, tan obscena, tan grotescamente inapropiada, que contenía algún mensaje interno, un resto de verdad que se me había escapado? El Premio Nobel por «inimaginable templanza», según Ron Dermer, tendría que entregarse solemnemente a un ejército al que gran parte del mundo considera culpable de crímenes de guerra.

Por supuesto, Ron hablaba en una cumbre de Cristianos Unidos por Israel, en Washington, y su auditorio, pese a algunas interpelaciones, fue bastante receptivo. Después de todo, los fundamentalistas cristianos en Estados Unidos creen que todos los judíos deben convertirse al cristianismo después de la batalla del Armagedón, así que sin duda pueden apoyar un Nobel o dos para la «inimaginable» templanza del ejército israelí.

Extrañamente, me causa más estupor la palabra «inimaginable» –¿qué significa eso, por todos los cielos?– que por la «templanza» que Occidente siempre suplica a Israel cuando está aplastando pueblos y ciudades (junto con sus ocupantes) en sus diversas guerras de civilización. Además, si se puede conceder el Premio Nobel a Obama –presumiblemente por sus dotes de orador–, ¿por qué no entregárselo a las fuerzas armadas israelíes después de una guerra sangrienta más?

Pero ya en serio: ¿será que Dermer, uno de los consejeros en los que Benjamin Netanyahu más confía, sólo estaba delirando? En algún momento de su extraordinario discurso, hasta se refirió a los bombardeos de saturación de la RFA en ciudades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial como si fueran el modelo para la «templanza» israelí. Fue como el dicho del viejo Blair de que, por muchos errores que hubiéramos cometido en Irak, no éramos tan malos como Saddam Hussein. Espero que no. Pero Dermer agregó: «En especial no toleraré críticas hacia mi país en un momento en que soldados israelíes mueren para que palestinos inocentes puedan vivir». Esos soldados, según Dermer, eran enviados «al nido de avispas del terror palestino»… pero ¡»para tratar de salvar vidas de palestinos inocentes!»

¿Delira ese hombre? Bueno, no nos precipitemos en llegar a esa conclusión. En el clímax del bombardeo israelí en Gaza, hace dos semanas, la embajada de Tel Aviv en Dublín subía a su cuenta oficial en Twitter imágenes de la estatua de Molly Malone, símbolo de la noble ciudad de Dublín, ¡con un niqab, la larga pañoleta musulmana, en la cabeza! Disculpen los signos de admiración, pero fue un gesto racista o monumentalmente infantil. Sobre la imagen –la estatua de Malone está frente a mi vieja universidad, el Trinity College de Dublín– estaban escritas con gis las palabras «ISRAEL AHORA, LUEGO DUBLÍN».

Si creen que era sólo para consumidores irlandeses, otra imagen, destinada a París, mostraba a la Mona Lisa con un hiyab y un misil en las manos. Para Italia, los israelíes presentaron el David de Miguel Ángel con una falda hecha de explosivos. Dinamarca recibió una imagen de la Sirenita con una enorme arma de fuego. «Israel es la última frontera del mundo libre», rezaba la inscripción en cada una.

Sin duda esto va más allá del delirio: es locura. Una semana antes, la embajada israelí en Dublín tuiteó una foto de Hitler con las palabras «¡Palestina libre hoy!» Esos tuits insultantes fueron retirados, pero no antes de que el embajador israelí en Irlanda, Boaz Modai, hubiese emitido la imperecedera frase «estamos en medio de una guerra y tengo otros asuntos que atender».

Bueno, eso hubiera creído uno, ¿verdad? Pero por desgracia Modai, quien ha sido diplomático en Londres y el Vaticano, era embajador en Dublín más de dos años atrás, cuando, en Navidad, la página de su embajada en Facebook llevaba una nota en la que decía que si María y Jesús viviesen hoy día «probablemente terminarían linchados por palestinos hostiles».

Junto con una imagen de Jesús y María, el comentario de la embajada expresaba: “Un pensamiento para Navidad… Si Jesús y su madre María estuvieran vivos hoy, ellos, como judíos sin seguridad, probablemente terminarían linchados en Belén por palestinos hostiles. Sólo un pensamiento…” Entre los comentarios de condena a ese escandaloso mensaje estaba el siguiente: «¿No tienen ustedes ninguna consideración por la honestidad? Si Jesús y María vivieran hoy, estarían protestando contra la ocupación israelí de Palestina junto con todos los palestinos cristianos que viven en Belén».

La embajada retiró el comentario, explicando que fue hecho «sin consentimiento del administrador de la página», y agregó graciosamente: «Disculpas a quien se haya sentido ofendido. ¡Feliz Navidad!»

Conozco en persona a varios diplomáticos israelíes, uno de los cuales –un experimentado embajador retirado cuya familia promueve los derechos palestinos– debe de estar pasmado ante tanta estupidez. Entonces, ¿estarán delirando esos embajadores? Haciendo un balance, me temo que no. Sospecho que en verdad representan a un gobierno demente que avergüenza al Estado de Israel.

Mientras tanto, en Canadá, el primer ministro Stephen Harper, al parecer más pro israelí que el mismísimo Netanyahu, anunció a su pueblo que Canadá reaccionará ante cualquier «terrorista» en la misma forma en que lo hace Israel.

Luego que Estados Unidos condenó a Israel por bombardear una escuela de la ONU en la que se refugiaban 3 mil palestinos, Harper, como escribió mi viejo amigo Haroon Siddique en el Toronto Star, «no mostró compasión». De hecho, anunció: «Sostenemos que la organización terrorista Hamas es responsable de este hecho. Ellos comenzaron el conflicto y siguen buscando la destrucción de Israel».

Podría haber salido de las páginas de la vieja novela de León Uris. O tal vez de allí salió, porque incluso los liberales canadienses, conducidos por el hijo de Pierre Trudeau, Justin, se han alineado patéticamente detrás de los conservadores de Harper.

Pero, dado el tipo de cambio de bajas del mes pasado –alrededor de un israelí por cada 28 palestinos–, supongo que sólo es cuestión de tiempo para que alguien recomiende al corrupto y lanzador de cohetes Hamas para el Premio Nobel de la Paz, en atención a su «inimaginable templanza».

Por Robert Fisk © The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Con información de : La Jornada

©2014-paginasarabes®

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