Si los estadounidenses supieran
Sin haber escrito nunca ni una sola línea sobre Israel o Palestina, la historiadora británica Alison Weir recibe semanalmente insultos y amenazas de muerte en su correo electrónico y su página web. El acoso es tal que ha tenido que cancelar viajes de trabajo a Estados Unidos. La acusan de ser antisemita y amiga de terroristas. Y lo hacen por error, porque su único “pecado” es llamarse igual que la protagonista de esta entrevista, que a su vez recibe diez veces más amenazas de muerte y más insultos.
La Alison Weir experta en Oriente Medio que tantas iras despierta no es británica, sino californiana y autora de varios libros sobre las relaciones entre Estados Unidos e Israel. Dirige una asociación (“If Americans knew” – “Si los americanos supiesen”) cuya misión es ofrecer información sobre el conflicto y sobre la política exterior americana en la región. Su punto de partida es que la mayoría de sus compatriotas no tienen ni la menor idea de lo que está pasando y que, en consecuencia, la política americana hacia Israel está en manos de grupos de interés.
Pregunta: ¿Por qué dice usted que los estadounidenses no saben lo que pasa en Palestina? ¿No lo cuentan los medios de comunicación?
Respuesta: Los medios de comunicación están muy influenciados y a veces financiados por grupos de presión pro-israelíes. La cobertura que se hace es, como poco, parcial y casi siempre se ofrece el mismo mensaje. Y muchas cosas se están omitiendo. Estos días, por ejemplo, el Comité Presupuestario del Senado está considerando elevar las ya gigantescas ayudas a Israel (más de 3.000 millones de dólares anuales). La mayoría de los americanos ni siquiera saben que esto está pasando porque no hay noticias de ello en ningún sitio.
P.: Quizá es que no hay interés entre el público americano en el conflicto palestino-israelí…
R.: Mi experiencia es la contraria. A los americanos les interesa mucho saber lo que pasa en Israel cuando alguien les informa. Les interesa saber que estamos financiando su Ejército y su país, que han recibido más dinero de nuestros impuestos que ningún otro país. Lo que pasa es que en la mayoría de los medios no se habla de ello. Unas veces no se toca el tema, otras se habla de ello de una manera muy confusa…
P.: ¿Por ejemplo?
R.: En esta última tragedia que estamos viendo en Gaza, los medios de comunicación han contado desde el principio que era culpa de Hamas. Siempre se habla de los cohetes que lanzan desde Palestina, pero nunca de la cantidad de gente que mata el Ejército israelí y que murió mucho antes de que llegasen los cohetes.
P.: En internet hay información al respecto desde todos los puntos de vista imaginables…
R.: Sí, internet está cambiando la forma de informarse y más y más americanos están despertando. Espero que podamos cambiar la política americana hacia Israel algún día. Estamos viendo como incluso dentro de los medios tradicionales se produce el cambio. Por ejemplo, cuando ves un texto sobre el tema en The New York Times, siempre tiene un determinado enfoque, pero en los comentarios hay un montón de gente que comenta de manera muy crítica sobre Israel y recomienda lecturas o mete enlaces a otros puntos de vista.
Volvamos al ejemplo de antes. Aunque los medios grandes no lo cuentan, por primera vez la gente se está organizando en internet y hay una campaña en marcha para llamar a los congresistas y decirles que no estamos de acuerdo con enviar el dinero de nuestros impuestos a Israel. Es algo todavía pequeño, pero incipiente.
P.: Estados Unidos ha sido un aliado y amigo tradicional de Israel. Es difícil encontrar un político que no de esto por hecho.
R.: El lobby israelí en Estados Unidos es todavía tan poderoso que prácticamente todos los políticos tienen miedo de hacer lo correcto. Sus acciones están motivadas por lo que ellos creen que tienen que hacer para mantener al lobby israelí satisfecho y no enfadarlos demasiado.
P.: ¿Pero cómo puede ser tan poderoso el lobby israelí?
R.: Sí, es increíble que tengan tanto poder. Hay varias razones que lo explican. Para empezar, llevan realizando esta operación de presión mucho tiempo, casi un siglo, y lo tienen muy engranado, muy depurado, lo hacen muy bien. Son pioneros del lobby. Sustancialmente, son capaces de movilizar y poner sobre la mesa grandes cantidades de dinero para donaciones políticas para las campañas que permiten ganar elecciones.
P.: ¿Me podría dar ejemplos de políticos que hayan recibido cantidades sustanciales de lobbies pro-israelíes?
R.: La lista es interminable. Tanto republicanos como demócratas reciben muchísimo dinero de los lobbies israelíes cotidianamente. En la web de la publicación Washington Report on Middle East Affairs está la lista actualizada del dinero que reciben los diferentes candidatos. Se trata de cifras muy abultadas.
P.: ¿Y tienen dinero para condicionar a toda la clase política?
R.: Quienes no reciben cifras de dinero abultadas también tienen miedo de enfadarlos y que empiecen a financiar a sus rivales. Lo hacen en cuanto perciben un candidato con un discurso que se sale de lo convencional al hablar de Israel. Esto ha ocurrido infinidad de veces.
P.: ¿Por ejemplo?
R.: Una de las últimas tuvo lugar en el estado de Georgia, donde una congresista demócrata, Cynthia McKinney, empezó a criticar la política exterior de Estados Unidos en Israel. Fue duramente atacada y sus rivales recibieron una infusión de donaciones inusitada. Al final, perdió las elecciones y salió del Congreso. Intentó volver, pero ya estaba en el punto de mira y su carrera política, arruinada.
P.: En la calle el tema también es sensible. A veces se interpreta cualquier contextualización o matiz como prueba de antisemitismo o amistad con Hamás, los terroristas, etcétera.
R.: Para mi lo interesante es que al menos dos tercios de los americanos no tienen prejuicios o visiones marcadas sobre el tema. Cuando hablo con la gente, la mayoría, simplemente, se muestran muy interesados. La gente cuando sabe que me dedico a esto, que es mi campo de investigación, me pregunta y escucha los datos que les doy. Creo que la mayoría no piensa inmediatamente que eres antisemita o amigo de Hamás, sino que pregunta y se sorprende de lo que oye.
P.: No todos, supongo.
R.: Sí, hay una minoría, pero una minoría considerablemente grande, millones de personas, que tiene opiniones muy formadas al respecto, convicciones o prejuicios muy fuertes. Y la mayor parte de ellos toman posición a favor de Israel. Estos inmediatamente te acusan de ser cómplice de terroristas, de los asesinos palestinos y ese tipo de cosas. Pero incluso dentro de esta minoría, hay mucha gente dispuesta a escuchar y cuando se les ofrecen datos concretos, algunos suavizan sus posturas.
P.: ¿En serio?
R.: Sí, estos días por ejemplo hemos explicado que los tres jóvenes israelíes fueron secuestrados, sí, pero justo antes de esto cuatro palestinos habían sido asesinados por tropas israelíes. Y desde el inicio del año, 40 palestinos han sido asesinados por el Ejército. Son hechos y dan mucho que pensar. Me encuentro gente que se da cuenta de que, en realidad, su conocimiento del tema es muy limitado y de que el problema es mucho más complejo que los eslóganes que han aprendido.
P.: Supongo que el 11 de septiembre contribuyó a calentar el debate en Estados Unidos y la visión de Oriente Medio, el mundo musulmán e Israel.
R.: Ha tenido indudablemente un enorme impacto, pero ha sido un impacto en dos direcciones y si lo miro con perspectiva no estoy segura de cuál es el balance final. Israel por su puesto hizo lo que pudo para demostrar que el 11S era lo mismo que ellos han estado sufriendo tantos y tantos años. Y muchos en los medios de comunicación repitieron esto.
Pero por otro lado también hay mucha gente en todo el país que, como yo, no son de origen hebreo hebreos, ni palestino, ni musulmán, y que se empezaron a interesar por lo que está pasando en Oriente Medio precisamente a raíz de los atentados. Se pararon a pensar. ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué nos odian tanto? Entonces empezaron a informarse y se dieron cuenta de lo que Israel estaba haciendo en Palestina y lo equivocada que era la política que respalda y financia el gobierno de EEUU. Muchos han llegado a la conclusión, que yo creo correcta, de que el odio que hay contra los EEUU en Oriente Medio está fuertemente condicionado por nuestro apoyo incondicional a Israel.
P.: En la manera de afrontar el conflicto palestino-israelí, la sensación es que, una vez más, Obama promete mucho y hace poco. ¿Es así? ¿Ha hecho algo distinto a sus predecesores?
R.: No es muy diferente lo que ha hecho, para nada. Sus acciones, recordémoslo, también están largamente influenciadas por el lobby israelí. Obama continúa apoyando la financiación masiva a Israel y está dispuesto a intervenir en conflictos para defenderlo. Para mucha gente las acciones de este presidente han sido decepcionantes. Yo no esperaba nada distinto, así que no me ha decepcionado.
P.: ¿Y en el plano retórico no ve cambios?
R.: Sí, en sus discursos al menos ha mostrado algo más de empatía y entendimiento con los problemas de los palestinos. También ha intentando rodearse de gente que no tiene una visión tan radical sobre el conflicto, aunque algunas de las personas que ha propuesto para los cargos no han conseguido alcanzar posiciones de demasiada influencia, algo en lo que también tiene mucho que ver el poder de los lobbies israelíes y su capacidad de influenciar.
P.: Al final no ha sido tan distinto que George W. Bush o Reagan…
R.: Es que también ha pasado con los republicanos. Si ves lo que se hizo por ejemplo durante la Administración Bush o incluso con Reagan, ves que también se intentó mediar, también se intentó convencer a los israelíes de que no siguieran enviando colonos y montando asentamientos ilegales en territorios palestinos. Se intentó hacer algo parecido, pero no se tuvo éxito.
P.: ¿De nuevo por culpa de los lobbies? ¿Tan poderosos son para ganarle todos los pulsos a la Casa Blanca?
R.: Cuando hablo de lobbies no estoy hablando sólo de lobbies políticos que financian las campañas de congresistas o senadores, sino de todas las organizaciones que tiene una agenda pro-israelí. Algunos trabajan para influenciar a los medios, otros a la Casa Blanca, otros están dentro de las universidades, otros en fondos de inversión o en centros de investigación. Tienen presencia transversal en toda la sociedad estadounidense y hacen un gran trabajo de promoción y defensa de la causa israelí. No siempre, pero a menudo consiguen que Washington haga una política que favorece a Israel en lugar de favorecer a los estadounidenses. Es una forma de ejercer presión mucho más integral de lo que la gente suele pensar.
P.: El argumento con el que acaban las conversaciones suele ser la “carta nazi”, el recuerdo del Holocausto. Cualquier crítica a la comunidad judía equivale a olvidar el Holocausto.
R.: Tengo que corregirte en una cosa, no me gusta utilizar la palabra judíos, porque afortunadamente hay judíos que piensan de maneras muy distintas. Hay individuos y organizaciones judías que denuncian con mucho vigor lo que está ocurriendo en Israel.
P.: Cierto…
R.: Pero sí, el lobby israelí juega la carta nazi todo el rato. Y la propaganda es eficaz. Ahora que hay una nueva matanza en Gaza, estoy seguro de que Hollywood no tardará en hacer otra película sobre el nazismo. Fue algo terrible, pero ocurrió hace ya más de 70 años. Y es curioso que en estas películas casi nunca se hace referencia a víctimas no hebreas, que fueron también muchas. Siempre se ignora que se persiguió a los gitanos, por ejemplo, a católicos polacos, etcétera.
P.: ¿En su opinión, qué podría hacer el Gobierno de Estados Unidos para frenar esta crisis?
R.: Debería congelar inmediatamente todos los fondos que envían a Israel y cancelar el envío de armas. Eso es lo único que ayudaría a frenar el conflicto en la región. Como país, deberíamos dejar de vetar las resoluciones internacionales que condenan la violencia. Y deberíamos encontrar a alguien que sea un observador totalmente neutral en el conflicto.
Por Ángel Villarino
Con información de : El Confidencial
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