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Ucrania: la nueva geopolítica/geoeconomía del mar Negro

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Dr. Alfredo Jalife-Rahme

Se concreta el acuerdo histórico entre Rusia/EU/Unión Europea (UE)/Ucrania que previó Bajo la Lupa hace mes y medio (http://www.jornada.unam.mx/2014/03/05/opinion/018o1pol ), donde Moscú avanza su predominio en el mar Negro.

A cada superpotencia su mare nostrum. Estados Unidos ha delimitado el suyo en el «mar Mediterráneo de EU» (http://www.alfredojalife.com/?p=1086 ) –la suma del Golfo de México (sic) y el mar Caribe–, según los preceptos del geopolitólogo Spykman.

China intenta crear su mare nostrum en el mar del Sur de China como medida preventiva a la asfixia marítima de Estados Unidos y Japón. Y ahora Rusia recupera en forma gradual el dominio que tenía la URSS del mar Negro en codominio con Turquía/Estados Unidos/OTAN.

El mar Negro mide más de 400 mil kilómetros cuadrados (mayor al territorio alemán reunificado) y se conecta al mar Egeo/mar Mediterráneo a través de los estrechos Bósforo/Los Dardanelos.

La revista The Diplomat (16/4/14), consagrada a la región Asia-Pacífico, publica un llamativo ensayo de James Holmes –profesor en el US Naval War College, especialista en estrategias marítimas de Estados Unidos, China e India y en historia diplomática y militar de Estados Unidos– sobre «La geopolítica del mar Negro».

Más allá de su proclividad nativa y laboral, James Holmes divulga que el acuerdo Incidentes en el mar (Incsea, por sus siglas en inglés), concretado por Washington y Moscú hace 42 años, antes de la desaparición de la URSS, sigue vigente, a pesar del reacomodo entre las flotas de ambas superpotencias en el mar Negro durante la crisis ucraniana.

A su juicio, hoy «Estados Unidos posee (¡supersic!) el mar Caribe y el Golfo de México», mientras que «China detenta tanto el mar del Sur de China como el mar del Este de China», y «parece que Rusia tiene el mar Negro y codicia una supremacía en el océano Ártico descongelado» (nota: por el cambio climático).

Varios estrategas manejan que la tercera guerra mundial, en caso de escenificarse, se librará en los mares, a lo que se preparan ya Estados Unidos y China.

James Holmes juzga que «existen dos paradigmas (¡supersic!), los de Estados Unidos y China», y rememora que en la era de la doctrina Monroe –que, por cierto, el secretario de Estado, John Kerry, considera caduca– «Estados Unidos se consideró el justo (sic) guardián de los mares en el continente americano, lo cual impidió nuevas adquisiciones europeas de bases navales en el Caribe», pese a su «intromisión y hasta abuso hacia las repúblicas de Latinoamérica»; aunque Washington «nunca proclamó los términos de la navegación de transporte foráneo en los mares del hemisferio occidental (sic)».

No había necesidad de proclama alguna cuando la confiscación de Estados Unidos vía el axioma del geoestratega Spykman era más que suficiente.

Hasta aquí el «paradigma de Estados Unidos en los mares». Quizá a James Holmes le faltó agregar la conducta más pirata que marítima de Gran Bretaña, en particular, su polémica presencia militar en las Malvinas, desde donde irradia su cobertura irredentista hasta la superestratégica Antártida.

En cuanto al «paradigma chino», James Holmes aduce el «acordonamiento» de la mayor parte del mar del Sur de China, declarada zona de «soberanía indisputable», lo cual la incorpora como mar interno, sujeto a su ley doméstica.

¿Existe un «paradigma ruso» de sus mares aledaños? La geografía del mar Negro difiere de los mares Mediterráneo, Caribe y los de China, debido a que Turquía «se encuentra sentada a horcajadas en su único paso», que lo conecta al mar Mediterráneo.

James Holmes arguye que «el prospecto de aislar a Rusia del mar Mediterráneo» –por tanto, del mar Rojo y el océano Atlántico– podría modificar la forma en que Moscú aborda esta preservación (sic) marítima”.

El título del ensayo de James Holmes es muy rimbombante –»La geopolítica del mar Negro»–, y se queda corto en enunciar los alcances geoestratégicos de Rusia, que se iniciaron, a mi juicio, en su guerra con Georgia en 2008 –lo cual desembocó en la separación de Abjasia en la costa oriental del mar Negro– y se consolidaron seis años más tarde durante la crisis en Ucrania (cuya única salida marítima es el mar Negro) con la reincorporación de la «República Autónoma de Crimea» a la «madre Rusia».

El dominio parcial, hasta ahora, de Rusia de su único mare nostrum, sin contar el océano Ártico, no se confina exclusivamente a la «geopolítica del mar Negro», sino que, a mi juicio, trasciende mediante un aspecto geoeconómico con derivaciones turísticas, como la inversión de más de 50 mil millones de dólares en Sochi, en la parte oriental del mar Negro –en las laderas del incandescente Cáucaso–, donde se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno.

Desde 2008, el zar Vlady Putin ha recuperado parte de las posesiones de la antigua URSS en el mar Negro –sea por intención preprogramada, sea por los graves errores geoestratégicos de Estados Unidos/UE/OTAN, tanto en el Cáucaso como en Ucrania.

Desde 2008 se han concatenado sucesos estrujantes en el litoral del mar Negro: separación de Abjasia (Sujimi: capital costera en el mar Negro); la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi; la anexión de Crimea (donde se ubica la principal flota rusa en el puerto de Sebastopol) y su reposicionamiento en el litoral de Ucrania oriental en las provincias rusófonas/rusófilas a veleidades secesionistas.

Sin contar la solicitud de un referéndum separatista en Odesa (http://www.alfredojalife.com/?p=1089 ), principal puerto comercial cosmopolita (todavía de Ucrania) en el mar Negro, queda pendiente la compleja separación de la rusófila Transnistria de Moldavia (http://www.alfredojalife.com/?p=1092 ) y que ostenta una presencia de mil 200 soldados rusos.

En medio del gran brillo mediático de Vlady Putin, que reconoce hasta el Financial Times (17/4/14), el eclipsado premier Dimitry Medvediev ha tenido el tiempo de reaparecer y anunciar la creación de una «zona libre económica en Crimea», la cual, a mi juicio, pudiera conectar gran parte de la costa norte del mar Negro: desde el circuito Transnistria/Odesa pasando por Crimea hasta Sochi/Abjasia (http://www.alfredojalife.com/creacion-de-una-zona-economica-especial-en-crimea/ ).

Poco se ha manejado el dramático giro geopolítico del proceso en Egipto con su acercamiento a Rusia (http://voiceofrussia.com/radio_broadcast/no_program/271262591/ ) cuando el candidato presidencial, el general Sisi, es apuntalado por Arabia Saudita, que fue tratada con guantes de seda durante la conferencia por televisión de Vlady Putin.

Lo real es que Arabia Saudita cada día se aleja más de Estados Unidos, en la medida en que se acerca a Rusia y a China.

La geopolítica/geoeconomía del mar Negro no es tan lineal y trasluce hipercomplejidades de varios niveles, y tampoco se puede soslayar el papel preponderante de Turquía –donde ha sido relegido el primer ministro Erdogan–, que es muy dependiente tanto del gas ruso como del iraní.

Y aquí entra en juego la trascendente conectividad de las interacciones geoeconómicas mediante la llave de Turquía –paradójicamente miembro extraño de la OTAN simultáneamente rechazado por la UE–, para la salida de Rusia del mar Negro al mar Mediterráneo, lo cual, en la era del fin del petróleo barato, puede ser paliado por las exportaciones del gas ruso.

El mar Negro sufre hoy su enésima transformación histórica.

Don Alfredo Jalife-Rahme
Don Alfredo Jalife-Rahme

 

Con información de :La Jornada

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