Burg:El judío que acabó con el mito del Holocausto
Impresionante revelación de un judío que derribó el mito del Holocausto en la Segunda Guerra mundial, testimonio que le costó, entre otras cosas, que no fuese admitido en el cementerio judío, y que nadie de la ‘tribu’ pronunciase un elogio en sus exequias.
Joseph G. Burg fue el décimo segundo testigo llamado por la defensa, él testificó el martes 29 de marzo y el miércoles 30 de marzo de 1988.
Por un periodo de ocho o nueve años anteriores al año 1981, Zündel mantuvo comunicación por carta y visitaba a Joseph G. Burg, un autor judío quien escribió varios libros sobre la Segunda Guerra Mundial. Entre sus libros están los siguientes: Guilt and Fate/Culpa y Destino, Scapegoats/Chivos Expiatorios, Zionist Nazi Censorship in the Federal Republic of Germany/Censura Sionista Nazi en la República Federal Alemana, National Socialist Crimes of Bad Conscience by Germans Against Germans under Zionist Direction/Crímenes de Mala Fe del Nacionalsocialismo por los Alemanes en contra de los Alemanes bajo la Dirección Sionista, y Major Attacks of Zionists against Pope Pius XII and the German Governments/Principales Ataques de los Sionistas en contra del Papa Pío XII y a los Gobiernos Alemanes. Burg ha discutido estos libros con Zündel y este último parece haberlos recibido bien.
En estos libros, Burg trata acerca del tema de los supuestos campos de exterminio nazi, Burg ha hablado con cientos de personas que estuvieron en Auschwitz y visitaron el campo en el otoño de 1945. Burg quiso ver el crematorio, los hospitales y en particular una nueva panadería muy grande. También quiso localizar las cámaras de gas, aunque en ese tiempo, tal procedimiento no se acostumbraba. Él no encontró ninguna cámara de gas. Burg así se fue formando la idea de que no existieron campos de exterminio, que las cámaras de gas nunca existieron y que tampoco hubo un plan para exterminar a los judíos de Europa. Estas opiniones fueron publicadas en sus libros y en su correspondencia con Zundel.
Burg también visitó Majdanek en tres ocasiones. Ahí sí encontró cámaras de gas, pero testificó que eran cámaras de desinfección para eliminar piojos y pulgas: esos bichos causaban epidemias. Estas cámaras eran de uso común en cada campo y cada una mostraba un letrero con el siguiente texto en alemán : “¡ Atención, gas venenoso!” junto con el símbolo de un cráneo humano simbolizando la muerte. Zyklon B era la nueva fórmula usada para desinfectar la ropa, ésta destruía los bichos sin dañar la tela.
Después de la guerra , Burg escuchó bastantes alegatos acerca de gente que fue gaseada en Auschwitz y Majdanek. Él probó que era una tontería o simple propaganda. Hasta el día de hoy, señaló, no existe ningún documento mostrando las órdenes de gasear a la gente o de quien había construido las cámaras y donde las había construido. Las autoridades alemanas han sido llamadas la “súper burocracia”. Por lo tanto, es inverosímil que no se haya encontrado un solo documento en todos estos años.
Burg dio testimonio de haber hablado con cientos de personas que sirvieron y operaron en los crematorios, pero las personas que operaban las cámaras de gas fueron imposibles de encontrar. Nadie ha publicado nada acerca de alguna declaración que diga que alguien había trabajado en una instalación para gasear seres humanos, y la literatura acerca de estos gaseos es completamente contradictoria. ¿Por qué? Porque todo fue inventado. Estas opiniones fueron publicadas en sus libros.
En cada campo habían crematorios, tenían un fin práctico, la gente moría. Cuando los alemanes ocuparon los territorios del este, se establecieron grandes campos y se dispusieron más crematorios de mayor capacidad a medida que la guerra progresaba. Hubo manifestaciones de epidemias que causaron y aceleraron las muertes. La preferencia por los crematorios fue debido a la higiene: este proceso era más higiénico que las inhumaciones y se necesitaba menos espacio.
Como cualquier otra actividad en los campos , los prisioneros se encargaban de los crematorios. Éste constituía el trabajo más difícil debido al calor y debido a que se tenían que colocar los cuerpos dentro de los hornos. Los prisioneros realizaban esta labor en tres turnos al día, y lo hacían voluntariamente. Los voluntarios se solicitaban por medio del consejo judío o la policía judía. Es importante indagar entonces, como pudo el consejo judío o la policía judía cooperar con las SS. alemanas.
Cuando estos crematorios funcionaban a toda su capacidad, las chimeneas arrojaban una gran cantidad de humo. De esta manera, era lógico que dependiendo del clima o de la hora del día, el color de las flamas fuera diferente. La gente inventó historias que supuestamente sucedían cosas malvadas dentro de éstos. Contaban que seres humanos aún vivos estaban siendo quemados. Ellos inventaron el relato de que cada crematorio era una cámara de gas. Incluso llegaron al punto de que tales autores dejaron volar tanto su imaginación, que cuando observaban humo de color azul, interpretaban que los judíos estaban siendo quemados [en los campos no sólo había judíos].
Otros inventaron el relato que judíos aún vivos estaban siendo empujados hacia los hornos. Burg testificó que le hubiera gustado ver a un judío ofrecer tales testimonios durante un proceso judicial. También dijo que en tal caso, un judío hubiera sido forzado a jurar bajo los ritos de un rabino, usando la kippa, sin la presencia de imágenes de Cristo, con la Biblia hebrea, en la presencia de un rabino o de un judío piadoso. Entonces éste hubiera tenido que jurar que sí había visto algo. Pero estas declaraciones falsas, estas declaraciones enfermizas, se hubieran reducido en un 99.5% ya que tales juramentos superficiales no son moralmente válidos para esos judíos. 2
En el tiempo que Burg estuvo en los campos de emplazamiento de personas, habló con 30 o 40 personas sobre las cámaras de gas y con aproximadamente 5 a 10 personas acerca de los crematorios. Él tenía una especie de permiso especial que le permitía visitar las diferentes áreas en donde los judíos estaban situados. Él trató de interrogar a varias personas de diferentes ghettos y campos, ya que, en ese tiempo ya se había dado cuenta de muchas afirmaciones falsas.
En 1946, Burg asistió a los juicios de Nuremberg, en el tiempo cuando los asuntos sobre los judíos empezaban a tratarse. Durante una de estas comparecencias, conoció a Ilya Ehrenburg y a un editor judío, quienes habían estado en Auschwitz por muchos años. Burg preguntó al editor si el había visto alguna instalación para ‘gasear’ seres humanos, él contestó que no. Ehrenburg, quien había sido el dirigente de la propaganda para el Ejército Rojo durante la guerra , dijo a Burg que él había estado en Auschwitz pero que tampoco vio nada sobre ‘gaseos’ a seres humanos. Burg había discutido de toda esta información con Zundel. Burg nunca pudo entender el énfasis que se hacía sobre los ‘gaseos’. (Quizás no alcanzó a entender que 6.000.000 de «gaseados» son 6.000.000 de indemnizaciones en marcos alemanes).
Burg era hijo de judíos y pasó los días de la guerra en Transnystria, un área designada por los alemanes para la gente proscrita, como los judíos. Los judíos fueron proscritos ya que habían acogido al Ejército Rojo. La gente de esta región vivía en pequeñas villas y pueblos, pero tenían que arreglárselas por sí mismos y por lo tanto, no les iba mejor que a aquellos que estaban en campos de concentración. En los campos , las autoridades alemanas cuidaban de los prisioneros, ya que, era común que fueran usados como fuerza de trabajo. Hubieron ataques hacia los judíos en estas regiones, por parte de grupos étnicos extranjeros, pero ninguno de estos ataques fue organizado por los alemanes.
En 1946 y 1947, Burg vivió en Freising, un campo para judíos desplazados, cerca de Munich en la zona estadounidense. El director fue un oficial judío estadounidense. Burg sirvió ahí como delegado: él organizó la policía, la prisión, el diario , y los asuntos culturales. Organizó grupos y los condujo a las proximidades de Bavaria ( el sur de Alemania), para mostrarles los lugares de interés, los museos y castillos. Sus experiencias en el campo fueron incluidas en su libro ‘Guilt and Fate / Culpa y Destino’.
Burg había leído un pasaje del folleto ‘Did Six Million Really Die? / ¿Realmente Murieron 6 millones?’:
La primera propuesta nazi para la solución Madagascar, fue hecha con asociación del Plan Schacht de 1938.
Burg testificó que la emigración de judíos desde la Alemania nazi, que nunca llegaron a Palestina, fue dificultada por los Sionistas. Los Sionistas impidieron que los judíos se dirigieran a otros países, ya que su interés era hacer que los judíos fueran a Palestina, adicionalmente, la mayoría de los países prohibieron la entrada de la emigración judía.
El Reich alemán quiso expulsar a los judíos: cómo y donde, fueron asuntos secundarios. La gente bajo el mando de Göring, al encargarse de los judíos, optaron por un plan propuesto por el fundador del movimiento Sionista, Theodor Herzl, que consistía en mover a los judíos a Uganda o a Madagascar. Ambas colonias pertenecían a Francia. El plan no funcionó, pero la sola existencia del plan, prueba que, por lógica, la liquidación de judíos nunca existió. La fuerza de trabajo que representaron fue necesaria. Burg hizo énfasis en que no hubo liquidación de judíos por parte de los alemanes.
El Acuerdo de Transferencia (Haavara) de 1933 fue uno de los incidentes más notables en la estructura del Holocausto. Bajo este acuerdo, se planeó que aproximadamente 2.5 millones de judíos fueran trasladados en camiones. El acuerdo nunca fructificó ya que los Sionistas no pudieron trasladar tal número de judíos a Palestina.
Burg ha descubierto que, los líderes Sionistas alemanes solicitaron, ya en 1933, que los judíos portaran la estrella de David amarilla. Los Sionistas no vieron en esto un insulto, sino un gesto heroico, tal y como las SS portaron la swástica. En 1938, el director del movimiento Sionista en el Tercer Reich, hizo portar a los judíos la estrella amarilla en contra de los deseos de Göring y Goebbels.
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