Origen de la pipa de espuma de mar
La espuma de mar (conocida internacionalmente por su nombre alemán: Meerschaum) es un mineral denominado sepiolita, silicato de magnesio hidratado, mineral muy ligero y poroso que se puede encontrar en muchos lugares de Europa y América. Pero no toda la espuma de mar presenta las cualidades idóneas para elaborar pipas con ella.
La mejor es la que se extrae en Anatolia (Turquía), y es la ciudad turca de Eskisehir la que destaca por la producción de las bellas pipas de espuma de mar, de un perfecto color blanco, (a las afueras de Eskisehir, una ciudad de más de 400.000 habitantes, localizada entre Estambul y Ankara)
Cuenta la leyenda que en 1723 el conde húngaro Andrassi tuvo un capricho: encargó a un tal Carol Kowacs, zapatero de Pesth, que le tallara una pipa en un bloque de sepiolita que había traído como souvenir de Turquía. Comprobó que daba una fumada fresca y agradable. Aquella primera pipa de espuma de mar aún se conserva en el Museo Nacional de Budapest.
La pipa de espuma de mar causó furor en su época y sustituyó casi por completo el uso de la pipa de porcelana, que da un humo mucho más ardiente. Se tallaban con formas de personajes, animales e incluso pequeñas escenas de alcoba y de caza.
Podemos verlas en museos, con su precioso color dorado por el uso. Reyes y nobles las tenían entre sus favoritas. La boquilla se solía realizar con ámbar, resina vegetal fósil dura como el cristal. Hoy en día se ha sustituido tan carísimo material por otros sintéticos que a veces llevan ámbar verdadero mezclado.
El bloque de la espuma de mar se sumerge en parafina, en los primeros tiempos de tallar, para estabilizar el material. Esto es necesario porque la espuma de mar, es un material de silicato acuoso de magnesio, se sumerge con frecuencia en agua durante la talla para mantenerla suave. Si la espuma de mar sin encerar fuera dejada en el agua por un período extendido, se disolvería.
La pipa casi acabada se sumerge en cera de abejas turca. La mayoría de los artesanos blanquean la cera de abejas con peróxido de hidrógeno, de modo que empareje la blancura de la espuma de mar. Si una pipa nueva de espuma de mar tiene un tinte amarillento es por que en ocasiones la han sumergido en cera de abejas sin blanquear.
Una pipa de la espuma de mar es, la pipa ideal del principiante. Una cazoleta dominante dada es que la absorbencia es superior y ayudará a permanecer mas tiempo fumando sin reencender constantemente, que ocurre a menudo especialmente al fumar mezclas aromáticas dulces, a menudo se siente mas el gusto al tabaco cuando se está fumado en una espuma de mar. También, las quemaduras de las pipas de la espuma de mar son raras. El principiante puede fumar una obra de arte verdadera , según lo mencionado arriba, llega a ser aún más atractivo como cambia de la nieve blanca, amarillento, y marrón. Y las pipas de espuma de mar son más ligeras en peso que sus primas de brezo, que las hace más cómodas para los dientes
Hoy en día pueden conseguirse talladas con formas como las de antaño o más parecidas a las tradicionales de brezo, bien sea lisas o talladas de manera que recuerdan la superficie de una pelota de golf. Incluso puede encontrarse modelos de pipas de espuma de mar con forma de rosas que los fabricantes ofrecen para la mujer. Como quiera que sea, un goce para la vista.
El propietario de una pipa de espuma de mar busca colorearla mediante el uso. Y es que a medida que se va fumando en ella va adquiriendo una tonalidad marrón-dorada que le da prestancia y personalidad. El calor es el responsable de ello: funde la cera con que se baña el mineral para su pulimento, lo cual permite que la sepiolita recupere porosidad y absorba los productos del tabaco. Existen recetas para colorearlas por la vía rápida mediante inmersión, pero es mucho mejor, sin duda, dejar que la naturaleza siga su curso, aunque hagan falta años para ello. Para que la pipa vaya adquiriendo ese color característico debe utilizarse en forma distinta a la de brezo: se debe eliminar cualquier resto o costra de carbón de tabaco que quede en su interior. Tales restos taponan el poro de la espuma e impiden la coloración. Algunos recomiendan incluso lanzarle el humo exhalado para favorecer el proceso en el exterior. El cuidado llega al extremo de que algunos propietarios las utilizan con guantes para no dejarles marcas de dedos.
Joaquín Verdaguer, en su libro «El Arte de Fumar en Pipa» dice:
“Vea usted su recién adquirida pipa. Es ahora blanca como la leche, pero dentro de algunos días tomará un tinte de crema; varios meses después será rubia dorada, y un día lejano, dentro de un año o dos, tendrá su pipa un hermoso color de castaño dorado. No hay por qué decirle que entonces usted será admirador entusiasta de su pipa; soñará en ella; la enseñará ufano a sus amistades con el loable propósito de darles envidia. Vanitas vanitatum. La extraerá de vez en cuando y a hurtadillas de su estuche para extasiarse en su contemplación; fumará en ella como quien celebra el mas solemne de los ritos; y así las cosas, un día u otro, ¡Plam!, se le caerá al suelo y se quebrará. Las pipas de Espuma terminan siempre en tan espeluznante tragedia. Es el premio a la constancia. (…)»
“No debo ocultarle que, si fuma en pipa de espuma, va usted a perder mucho en su personalidad. No fumará usted porque le venga en gana, ni para meditar; fumará sencillamente para ir dando a su magnífica pipa toda esa gama de color que se extiende desde el blanco amarillento al mas hermoso marrón dorado. Y aún hay otra cosa: Cuando usted encienda su pipa, pensará que la espuma de mar fue extraída de unas minas de Anatolia a mas de treinta metros de profundidad; que se la sometió a múltiples y complicadas operaciones: cocciones en agua y en cera virgen; bruñidos especiales. Uno no puede ser excesivamente egoísta; a veces hay que fumar, no por nosotros, sino para la pipa. Una pipa de espuma es vanidosa, coqueta; es, en fin, muy femenina. La hemos de rodear de atenciones, hermosearla y admirarla y sacarla a paseo, como uno hace con una mujer hermosa, para dar envidia al prójimo”.
Queda todo dicho.
Al tabaco
“Todo el que no fuma no ha vivido,
no sabe del reposo entre batallas,
no entiende de la calma
entre la olas tempestuosas,
no siente esos momentos que se gozan
antes del abismo
que se cierne;
no conoce ese descanso
al ver que el mundo podría derrumbarse
o esa paz al ver que todo,
finalmente, se derrumba.
Dulce y fuerte el encanto del tabaco,
como una dama.
Cálido ángel que apacigua
la angustia del patíbulo.
Amigo de la alcoba y las trincheras,
abrigo de los planes, la disputa y las alianzas.
Amigo jovial de los amigos.
Sangre de las conspiraciones
y temple de las resistencias.
Todo el que no fuma
pierde media vida
creyendo que la gana.
En la noble amargura
de tus dulcísimos ardores, tabaco,
está todo el pasado que se añora,
la fuerza de cada emprendimiento,
el consuelo de todos los fracasos.
La creación de la noche fue incompleta
hasta tu advenimiento
y, el humo, no fue meditación visible
hasta el sorbo de las primeras de tus hojas.
Como el amor enseñas y como él
matas.
Nobilísimo don que prolongas el tiempo
levemente y postergas
en silencio, la muerte,
unos instantes.”
Pablo Schipani
Por Moro
Con información de: Guía de la pipa – Marco Antonio Cupido Naranjo y La Comedia
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