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Muza Ibn Nusayr y Tariq conquistan Al-Andalus

Muza Ibn Nusayr

Ya eran dueños los árabes de todo el norte de África desde Egipto al Atlántico, y esta posición les permitió controlar toda la parte sur y este de la cuenca del Mediterráneo, y les ofreció la posibilidad de vencer a la marina bizantina, hasta entonces dueña de los mares. Quizás fue con el fin de rodear completamente a esta última por lo que la conquista de España fue considerada seriamente, aunque también tenía el atractivo de sus grandes riquezas, y, por lo tanto, de botín para un ejército que no podía conservarse fiel durante largos períodos de inactividad. Éstas son algunas de las razones que pudieron impeler a Musa Ibn Nusayr a emprender la conquista de España.

La historia de la conquista de la Península está deformada por relatos legendarios. Se dice que Julián , que pudo haber sido un mercader o un antiguo gobernador de Ceuta bajo los bizantinos o los visigodos, alentó la conquista como venganza contra Rodrigo, entonces rey de España, que había deshonrado a su hija Florinda.

Pero una mirada a la península a comienzos del siglo VIll puede sugerir una razón más plausible: en primer lugar, España estaba muy cerca de África, y los conquistadores árabes o sus súbditos beréberes debían conocer la fertilidad y belleza del país, y la posibilidad de conseguir un hermoso botín; y además, estaba pasando por serias crisis socio-económicas, cosa que también debieron saber los árabes a través de su eficaz sistema de espionaje. También pudieron haber sido alentados por los partidarios de Ágila, destronado por Rodrigo, y por los descontentos judíos de cuya persecución se ha hablado.

La conquista de España por los árabes fue una rápida victoria, hecho que justifica la suposición de que existió un cuidadoso plan previo a la empresa, y que Julián de Ceuta, y otros desde la Península, pudieron haber contribuido a su éxito en gran parte. En 710, Musa Ibn Nusayr mandó al oficial Tariq como cabeza de un grupo de reconocimiento de 100 hombres de a caballo y 400 de infantería a una misión de exploración. Tariq ocupó con gran éxito el saliente sur de la Península, donde la ciudad de Tarifa lleva su nombre, y regresó con un cuantioso botín. Las noticias de esta empresa inicial pueden haber alentado a Musa Ibn Nusayr a dejar que su lugarteniente Tariq prosiguiese la conquista, y éste, saliendo de Tánger en 711 a la cabeza de un ejército de 9.000 beréberes, cruzó el estrecho y desembarcó con facilidad en una fortaleza a la que se dio su nombre (Chabal Tariq, es decir, Gibraltar).

En el momento de pisar tierra, Tariq iba decidido a triunfar o a morir, según su plegaria, que llegó a ser famosa en la literatura árabe. Se dice que quemó las naves que le había suministrado Julián, y se dirigió a sus seguidores diciendo que no había escapatoria más que en el triunfo:

«¿Dónde podéis huir? El enemigo se halla ante vosotros y el mar está detrás.»

Tariq convirtió a Gibraltar en base de operaciones, y desde allí se dirigió al norte. Cuando le notificaron la invasión, Rodrigo se puso en marcha contra el intruso a la cabeza de un ejército que se dice contaba con de cuarenta a cien mil hombres 1°, encontrándose con el de Tariq en el río Barbate (wádi lakkah), y enzarzándose en una batalla que duró siete días, y en la cual, el ejército de Rodrigo sufrió enormes pérdidas, probablemente a causa de deserciones entre sus hombres.

No se sabe lo que fue de Rodrigo tras esta aplastante derrota: o bien se ahogó, o bien huyó, pero, de todas formas, Tariq no tardó en continuar su marcha hacia el norte. Conquistó varias ciudades de camino hacia la capital, Toledo, y al mismo tiempo, mandó contingentes contra Málaga, Elvira, Murcia (Tudmir) y Córdoba.

Desde Jaén llegó a Toledo sin mucha oposición, y encontró la ciudad desierta a excepción de los judíos, obteniendo un enorme botín consistente en oro, plata, piedras preciosas, vestiduras, coronas, caballos, y otros muchos trofeos, como las tablas de Salomón, al parecer hechas de oro y plata macizos y profusamente adornadas de piedras preciosas. Verídicas o no, estas cosas debieron cautivar la imaginación del conquistador, e inducirle a avanzar hacia Castilla, León y Asturias.

Con su escaso ejército, Tariq se esparció muy débilmente por la Península, pero, al ir avanzando hacia el norte, fue delegando la administración de los territorios conquistados en los nativos, especialmente los judíos, que quedaban bajo el control del conquistador. El éxito de Tariq fue tal que impulsó a su jefe, Musa Ibn Nusayr, a acudir en su ayuda y, al mismo tiempo, compartir la gloria de la conquista.

Musa, que dicen estaba enojado y celoso de los notables éxitos de su lugarteniente, reunió bajo su mando unos 18.000 hombres, árabes en su mayoría, y desembarcó en la Península en 712, siguiendo una ruta diferente a la de Tariq, y marchando a Algeciras con guías suministrados por Julián. De allí se dirigió a Sevilla, y la tomó después de haber conquistado Sidonia, Carmona, Huelva y Beja, y, siguiendo el río Guadiana tomó Mérida y otras ciudades con relativa facilidad, uniendo sus fuerzas a las de Tariq bien cerca de, o en el mismo Toledo.

Por Anwar Chejne

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