Chafik reacciona ante el término ‘turco’ como insulto
…Chafik regresó casi a la carrera a su casa, entrando justo cuando Amín, al concluir la cena, leía a la familia la carta de Said. Sentada entre Jazmín y Nadia, Yamile parecía abatida; para explicar lo de su ojo amoratado, refirió que se había golpeado en un cajón de la cómoda al tratar de recoger una pulsera del suelo; pero al repetir la historia a sus cuñadas, la cómoda se había transformado en velador y la pulsera en ropas sucias.
Apenas la vio Aziz, adivinó los verdaderos motivos del percance. Ahí se acordó del día en que Chafik —tenía a la sazón doce años— llegó de la escuela rasguñado y con un ojo tumefacto. Dijo haberse golpeado en la puerta de la sala de clases y que un compañero, al tratar de sostenerlo, le había arañado la cara por casualidad. “Está bien”, dijo Aziz, para no mortificar con más preguntas.
Una semana después, de nuevo regresó su hijo arañado y ahora con el otro ojo en tinta. Explicó que se había caído en el patio, mientras jugaba al caballito de bronce. Esa misma noche Aziz lo llamó a su pieza antes de acostarse, para exigirle delante de la Nativa que confesara la verdad de lo ocurrido. Chafik juró y volvió a jurar que todo cuanto había dicho era cierto.
“Basta de mentiras”, exclamó Aziz en árabe, levantando la voz y el dedo índice. Al sentirse acorralado, Chafik se aproximó a su madrastra; ella alargó los brazos, y entonces se sintió protegido, a resguardo de las reprimendas paternas. “Me trataron de ‘turco‘, papá, y no pude aguantar el insulto”. Aziz dulcificó el rostro y lo tomó por los hombros. “Hiciste bien, hijo”, y citó un proverbio árabe, complacido por la actitud de Chafik, la cual comparó a su época de buhonero, cuando debía a menudo darse de puñetazos para responder a las burlas de quienes se reían de él, o lo golpeaban, al oírlo hablar en “castárabe”…
Por W. Garib
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