Ahmed Magdi, el amante más puro que tiene el idioma español
El egipcio, nombrado el traductor más joven del país, pelea con una sordera congénita, trabaja en un call center y encuentra el sentido del mundo en nuestro idioma . Ya ha traducido al árabe a García Márquez y Vila-Matas.
Desde que cumplió los dos años, Ahmed Magdi trató de desenmarañar la madeja del árabe con ayuda de un par de audífonos. «Fue un aprendizaje tan difícil que acabé desesperado. Me esforzaba y no lograba resultados. El árabe se me resistía», relata Magdi, de 26 años, en un español que aprendió en las aulas de una universidad egipcia. «Con el español fue diferente. El idioma me buscó. Al principio fui incapaz de distinguir las palabras pero, de repente, todo encajó», comenta como si narrara los detalles precisos de un milagro. Magdi sufre una sordera aguda que desde pequeño han mitigado la tecnología y una fortaleza de hierro. «La culpa la tiene mi padre. Jamás se dio por vencido. Se sentaba conmigo y todas las palabras que no podía descifrar me las iba a repitiendo despacio sin perder la paciencia. Siempre me trató como a una persona normal y no aceptó que cometiera ningún error».
Un ejercicio de tesón que ha dado sus frutos. «Sigo sin poder descifrar bien las palabras cuando las escucho en radio y televisión o cuando varias personas mantienen una conversación, pero la literatura es otra cosa». Hace un lustro Magdi, lector empedernido y exigente, se licenció de español en uno de los centros universitarios con más solera de la capital egipcia. Hoy alterna la traducción literaria, su pasión, con el trabajo en el centro de atención al cliente que Vodafone España tiene plantado en el árido extrarradio de una ciudad satélite de El Cairo. «Desde el primer día de facultad supe que no tenía más remedio que dedicarme a la traducción por mis dificultades de audición», evoca quien acaba de ser nombrado el traductor más joven por el prestigioso Centro Nacional de Traducción de Egipto. «Lo más complicado en una traducción del español al árabe -admite- es mantener el estilo del escritor, ser fiel a la obra original. Yo intento ser literal y parece que la gente lo entiende».
Su primer y feliz experimento fue Los exploradores del abismo, una serie de relatos en los que Enrique Vila-Matas dibuja personajes corrientes que peregrinan hasta el filo del precipicio. «La idea central es el vacío. Fue difícil captar bien el sentido de la obra», murmura el veinteañero, que, en mitad de un país agitado por las revueltas que sucedieron al ocaso de Hosni Mubarak, pasó 12 meses dedicado a su traducción y cargado de paciencia esperó hasta cuatro años para cumplir el sueño de verla publicada. Un proceso que le abrió las puertas a otra antología de cuentos, Silvio en El Rosedal, del peruano Julio Ramón Ribeyro y a su aventura más ambiciosa hasta la fecha, El amor en los tiempos del cólera. «La traducción de la obra de Gabriel García Márquez fue un encargo. Dicen que para hacerlo con éxito se necesita alguien con mucha experiencia pero yo acepté el reto. Es una novela magnífica».
Decidido a fraguarse una carrera en el azaroso mundo editorial, Magdi tiene entre sus objetivos la literatura de Javier Marías, Arturo Pérez Reverte y Carlos Ruiz Zafón. «Es casi imposible contactar con ellos y los editores en España apenas responden. El sector en Egipto es muy precario», lamenta, mientras habla de sus proyectos más inmediatos y barrunta la traducción de El otoño del patriarca. «Es la obra más compleja de García Márquez». Su meta, no obstante, es alcanzar la patria de Cervantes. «Nunca he estado en España y me encantaría. Quiero viajar y trabajar allí y poder reunirme con los escritores a los que admiro».
Por Francisco Carrión
Con información de El Mundo
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