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¿Cómo afecta la crisis en Oriente Medio a Europa?

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Hoy en día, la región de Oriente Medio experimenta unos momentos tan críticos que nadie habría podido vaticinar, y de tal envergadura que resulta muy difícil, por no decir imposible, describir cuál será el resultado final.

De hecho, Oriente Medio es, hoy por hoy, lo más parecido a un polvorín, que en cualquier momento puede explotar y desatar una tercera guerra mundial. Por un lado, los terroristas de Al Qaeda, Daesh, Frente Al-Nusra, entre otros grupos rebeldes que operan en diferentes países, sembrando horror y salvajismo. Por el otro, las políticas neotomanas del Gobierno de Turquía respecto a los kurdos y su postura hacia Siria e Irak. A todo ellos debemos añadir el militarismo de Arabia Saudí, que se manifiesta a través de su invasión a Yemen y el constante apoyo a los grupos takfiríes.

Mientras tanto, a causa de los problemas que se suceden en Oriente Medio no solo se ven afectados sus pueblos, sino que tendrá repercusiones para las zonas ribereñas y aquellos lugares de mayor seguridad y tranquilidad, que se convierten en destino de la gente que huye del sufrimiento de la guerra, el terrorismo y la inestabilidad. La Unión Europea es uno de los principales destinos de los migrantes y hoy atraviesa una situación aún más crítica que la vivida durante la Segunda Guerra Mundial.

El incremento de la inseguridad y la inestabilidad en los países que se ubican cerca de las fronteras geográficas de Europa, debido a la expansión de las operaciones terroristas y la guerra, han desencadenado un flujo migratorio sin precedentes hacia ese continente, trayendo como resultado fuertes discrepancias entre sus componentes, e incluso, ha puesto en peligro el Acuerdo Schengen y la integración europea.

Oriente Medio y Europa

Oriente Medio, por su importancia estratégica, geopolítica y geoeconómica, se encuentra en el foco de la atención de los extranjeros, y Europa no es una excepción, especialmente por su cercanía. Así que los Gobiernos europeos, tan necesitados de recursos naturales como el petróleo y el gas, se afilan los dientes con los conflictos internos en esta región, para materializar objetivos; revivir su dominio en la región, apoyando a gobiernos súbditos, tener el control del negocio de armas y hacerse con el petróleo.

Sin embargo, Europa, consciente de la profundidad de la crisis en Oriente Medio, especialmente, en los últimos años, llegó al consenso de que bajo las amenazas de la expansión del terrorismo, crímenes organizados, entre otros, se debe colaborar con gobiernos totalitarios, como Arabia Saudí, Catar, Baréin, Kuwait y Egipto, para garantizar sus intereses económicos, políticos y de seguridad.

Hasta ahora, los europeos han mantenido una postura conservadora respecto a estos sucesos, por lo que no abogan por involucrarse directamente y prefieren adoptar decisiones y medidas colectivas, a través del Consejo de Seguridad de la ONU o la Unión Europea.

Efectos secundarios de la crisis en Europa

Debido a esa misma postura, es decir no crear tensiones en la relación entre Europa y los países árabes mencionados, el bloque se enfrenta a una crisis sociopolítica, especialmente desde 2010, con el inicio de los avatares en la región. Europa, al no adoptar una postura decisiva ante los grupos terroristas e inclinarse por clasificarlos en “terroristas malos y buenos”, se enfrenta ahora a los efectos secundarios de estos acontecimientos.

En este contexto, se debe destacar los recientes atentados terroristas por todo el mundo, en concreto Europa y la ola de refugiados que se encuentra a las puertas de conteniente.

El apoyo de varios Gobiernos europeos a los conocidos regímenes reaccionarios árabes y patrocinadores de Daesh o el Frente Al-Nusra, como Arabia Saudí y Catar, así como su indiferencia ante la expansión del terrorismo takfirí, por su empeño de derrocar al presidente de Siria, Bashar Al-Asad, han generado un caos de inseguridad en su propio territorio.

En el caso más reciente, elementos takfiríes de Daesh lanzaron ataques terroristas en Bruselas, la capital de Bélgica, donde murieron 31 personas y unas 300 resultaron heridas. El ataque se perpetró a solo 4 meses de los atentados de París, en los que murieron más de 130 personas. Estos hechos motivaron la aplicación de la máxima alerta de seguridad en varios países europeos, convirtiendo el bloque en un centro militar.

De hecho, el aumento de las operaciones terroristas en Oriente Medio y otras partes del mundo ante la indiferencia de muchos países, convirtió a Daesh en un ídolo para muchos ciudadanos del viejo continente, que se incorporaron a las filas de estos grupos y, al regreso a sus países de origen (Bélgica, Reino Unido, Francia…), se volvieron una amenaza nacional para estos.

De acuerdo con varios informes filtrados por la agencia de espionaje británica, MI6, los terroristas de Daesh están invirtiendo grandes sumas de dinero en Europa, para atraer a los jóvenes hacia sus extremistas tendencias religiosas y políticas. Para ello, emplean programas en las redes sociales y eventos culturales. De momento, esta estrategia ha dado resultado, ya que según los informes, jóvenes de más de 52 países del mundo se encuentran entre las filas de Daesh y Al-Nusra. Unos datos que ya están preocupando a los Gobiernos europeos y que les han urgido a adoptar medidas serias.

Otro factor que ha afectado al bloque europeo es el flujo migratorio. Los conflictos en Siria, Irak, Yemen, Afganistán, Libia, entre otros, han desplazado de sus hogares a millones de personas, que para sobrevivir eligen las costas de Turquía para viajar a Grecia y continuar a países como Austria, Alemania, el Reino Unido, etc. Según el último informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de un millón de migrantes y refugiados llegaron a Europa en 2015, mientras que, en los dos primeros meses de 2016, fueron más de 120.000, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Esta situación está afectando seriamente al bloque y podría, incluso, desatar en una grave crisis sociopolítica, debido a la alta cifra de migrantes, comparando con la población de los países de destino, especialmente en medio de la mala situación económica que atraviesa Europa. Razón por la cual, hoy en día, somos testigos de fuertes cruces de palabras entre las autoridades europeas y de esa voz que cada vez se escucha más para aumentar el control en sus fronteras, una realidad dura y costosa que significaría el fracaso del Acuerdo Schengen.

En general, se puede decir que Europa está sufriendo hoy las consecuencias de su propia política y negligencia respecto a los avatares de Oriente Medio. Así que para prevenir mayores problemas deberá reconsiderar su estrategia, para evitar que la crisis migratoria genere un cambio demográfico en este continente y que la crisis de inseguridad originada por el terrorismo desencadene una revuelta social en la que sus ciudadanos comiencen a exigir una mayor seguridad, como principal derecho civil.

Por Rasoul Goudarzi
Con información: HispanTV

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