Las corachas ceutíes
Los portugueses, tras su conquista de Ceuta en 1415, utilizaron en ella el sistema defensivo de las «corachas», y de ellos viene el nombre dado a las de Ceuta.
Y es que, como siempre he dicho, el legado más importante y mejor conservado que tiene Ceuta lo recibió de Portugal, como bien sabemos todos a los que nos apasiona la rica historia ceutí. No en vano, Ceuta tiene una posición estratégica tan maravillosa y tan codiciada que es casi la única ciudad que tiene el privilegio de estar bañada a la vez por el Atlántico y el Mediterráneo. Es puerta de entrada y salida de Europa a África y viceversa. Une dos mundos, el Occidental y el Oriental, con sus correspondientes culturas. Es cruce de caminos y civilizaciones, y otra de las pocas ciudades del mundo en la que conviven cuatro culturas: cristiana, musulmana, hebrea e hindú. Y también tiene magníficos paisajes y preciosas vistas exteriores.
Los portugueses dejaron una huella indeleble muy marcada en Ceuta, y luego legaron a los ceutíes y a España una preciosa herencia, como es la propia ciudad, todo un emporio de riqueza monumental en materia de fortificaciones que constituyen un rico tesoro patrimonial ceutí, sus construcciones, la grandiosidad de sus Murallas Reales, la cultura y la mentalidad occidental que también los lusitanos trajeron a la ciudad, las tradiciones, la idiosincrasia tan singular y su formas de ser y de pensar europeas, además de su buena gente. Tanto es así, que hasta en materia de uso de corachas fueron los portugueses quienes reconstruyeron y fortificaron las viejas corachas árabes de Ceuta, que también forman parte del rico legado histórico que de Portugal recibieron los ceutíes españoles.
Precisamente, este año se conmemora el 600 aniversario de la llegada de los portugueses a Ceuta. Y nada creo que en estas fechas es tan merecedor y tan de justicia como reconocérselo a Portugal de forma agradecida. Por eso hoy me voy a referir a las corachas portuguesas de Ceuta.(sic)
Por «coracha» hay que entender, según Leopoldo Torres Balbás en «La Alcazaba almohade de Badajoz.1941»: El espolón de muralla que, arrancando de la muralla general del recinto, avanza para proteger una puerta o aislar una zona inmediata, casi siempre a un río, y facilitar el acceso a éste y el aprovisionamiento de agua en caso de asedio a los defensores del recinto (coracha fluvial).
Pero en 1954, Rober Ricart, en su trabajo: «Couraça et coracha», dio un paso más incluyendo en la definición las corachas marítimo-terrestres, al definirlas, como: «Un espolón fortificado, más o menos perpendicular a la cortina de un recinto, que avanza ya sea hasta la orilla de un río o del mar para asegurar de manera permanente las libres comunicaciones de la plaza».
Y Carlos Gonzalbes Gravioto, investigador tan relacionado con Ceuta y Málaga, en la revista «Al Qantara», se refiere a «Las corachas hispanomusulmanas de Ceuta». También se ha ocupado de las corachas portuguesas de Alkazarseguer, Tánger y Arcila. En la revista malagueña Jabea nº 34, bajo el epígrafe «Las corachas hispanomusulmanas de Málaga», hace la siguiente clasificación de corachas: coracha marítima, coracha terrestre, coracha espigón, coracha muro, coracha doble muro, coracha espacio, coracha subterráneo, etc.
Es decir, las corachas no sólo se utilizan para asegurar el suministro de agua durante un asedio, sino también como fortificación o defensa avanzada para repeler el ataque de un punto estratégico o ciudad que está sitiada.
Y ya se sabe la cantidad de veces que Ceuta permaneció sitiada y los cercos que se le pusieron por Marruecos, que sólo el sitio a que la sometió Muley Ismail duró unos 33 años.
Las corachas comenzaron a utilizarse en territorio español por los almohades y los almorávides durante la Reconquista española, tras la ocupación árabe; pero hay autorres que sostienen que también las hubo ya en la época preárabe.
Los cronistas árabes Sahib al-Sala y el ceutí Al-Idrisi en el siglo XII citaban la «cawraya» (coracha en árabe) de Mérida, para tomar agua del río Guadiana. Como ya otras veces he referido, Mérida tiene construcciones monumentales y suntuosas romanas, árabes y visigodas. Sobre todo Roma, dejó en ella impresionantes acueductos, aun en pie, para surtirse de agua del pantano de Proserpina, que describen Al-Himyari e Idrisi.
Dice el cronista árabe Al-Zuhri (s. XII) que «en el espacio donde se ubican esos enormes acueductos figuraba como coracha la conducción de agua que corría hasta un lugar maravilloso llamado la Corachona, que en su parte central había unos arcos redondos sobre columnas y en la parte superior se excavaron conductos por los que el agua ascendía a una pila de mármol blanco de 80 codos. El agua vertía en ella desde aquella gran altura y encima de los arcos había habitaciones, salas y aposentos donde los reyes jazares y griegos se instalaban para contemplar la caída del agua, los jardines y vergeles que había alrededor».
Mérida es mi ciudad natal, aunque siento más como mi pueblo del alma a la cercana Mirandilla, donde me crié y pasé mi niñez; sin que ello suponga menosprecio para la romana Emérita Augusta, capital de la antigua Lusitania, cuando fue llamada la Segunda Roma. Y también hoy es la capital de mi querida Extremadura. En Mérida todo es cultura, arte romano, visigodo y árabe, que por todas parte se deja ver en sus suntuosos monumentos.
Pero vayamos a las corachas de Ceuta. En la época árabe, según refiere Basilio Pavón Maldonado en «Corachas Hispanomusulmanas de Málaga. 1981», el cronista Al-Ansari en su obra Ijtisar al- Ajbara, aunque dejó en 1408 una detallada descripción de la Ceuta de finales del siglo XIV y principios del XV, antes de la ocupación portuguesa en 1415, nada refiere sobre corachas ceutíes, sino que les da otra denominación. Su verdadero nombre de «coracha» lo tomaron de los portugueses, aunque éstos tampoco nos dejaran una descripción tan completa de las de Ceuta como la que recogieron con toda serie de detalles de las corachas de Tánger y Alcazarseguer.
Federico Mendes Paula en su reciente «Posted by» de 12-05-2015, sobre «Fortificaçsoes portuguesas de Ceuta», citando a Golzálbes Gravioto, dice en portugués: «A importancia de asegurar o abastecimiento por mar obrigaao reforço da couraça, na Praia da Ribeira». Vemos que se está refiriendo al espigón sobre el que se asienta hoy el Club Natación Caballa. Por allí, al Sur de Ceuta (mar Mediterráneo), los portugueses construyeron un largo espigón, que también se introducía en el mar, llamado «espigón de la coraza baja», a diferencia de otra coracha contigua llamada «coraza alta», según aparece en el plano del año 1717 del Servicio Geográfico del Ejército, Madrid. Luego, en la parte Norte de Ceuta (aguas del Atlántico), en otro punto se ven señalados dos espigones en las inmediaciones del Albacar que en dicho plano se denominan «espigones del Albacar», cuando tanto Mendes como Gonzálbes Gravioto refieren que deberían llamarse espigones de coracha en el sentido de coracha-espacio como la de Tánger. Todavía la parte alta de la coracha malagueña que cita Pavón Maldonado se conoce como «La Coracha», una antigua barriada malagueña de pescadores que ya no existe porque fue reformada y embellecida como corredor entre la Alcazaba y Gibralfaro.
Sobre el citado Bury al-Ma, dice Pavón Maldonado: «Somos varios los autores que lo hemos comparado con el gran espigón terminado en torre metida en el Atlántico de más de 500 metros con arranque en el ribat marroquí de Tit (…). A la derecha de la medina y su alcazaba, ya en tierra firme, se documenta una puerta de la coracha, tal vez por espacio arrabalero de esa parte, coracha de doble muralla, pasadizo o camino cubierto (…).
Pese a los esfuerzos de Gozálbes Cravioto por probar la existencia de esta coracha valiéndose de los planos conocidos de los siglos XVIII, XIX y XX y poniendo por paralelo las corachas-espigones de Tánger y Alcazarseguer, no acabo de ver probada su presencia, aún teniendo en cuenta que en el plano de 1731 se señala con la letra Guna (sic) ´puerta de la coracha´, que aludiría no a punto determinado sino a una zona de la parte baja de donde partía el antiguo muelle de Levante, llamada coracha, a mi entender uso indebido de esta voz con que se conocía también un barrio a norte de la Alcazaba, según Pedro Antonio de Alarcón, e incluso una calle. «Los espigones junto al mar en Ceuta, Algeciras y Gibraltar no tenían por qué definirse como corachas marítimas aunque lo rubriquen autores de la época y otros de nuestro tiempo».
Según Mendes Paula, citando a Gozálbes Gravioto, cuando los portugueses tomaron Ceuta, recibían continuos ataques marroquíes de los árabes, lo que les obligó a reforzar las corachas que encontraron y a construir otras nuevas. En 1514 el rey portugués Joâo III mandó a Ceuta tres especialistas en fortificaciones, Diego Boytac, Francisco Dancilho y Miguel de Arruda, que llegaron el 28-06-1514 para reforzar las murallas y modernizar el Baluarte de la Puerta de la Almina.
Las obras estuvieron a cargo del Maestro Boytac y de Bastiao Luiz. Danzilho construyó una nueva coracha en la parte Norte, a fin de proteger la Puerta del Campo, junto a las Tarazanas, que llamaron «Coracha del Estrecho o Coracha Nueva», luego demolidas las obras realizadas en el siglo XVI, siendo sustituida por el Espigón del Albacar.
También Danzilho reforzó la coracha que protegía la Playa de la Ribera, que con los árabes se llamó «Coracha de Barbasote», que fue construida antes de la llegada de los portugueses entre 1331 y 1351.
Otra coracha fue la de Ruy Mendes, llamada «Coracha de Santa María». Luego estaba la «Coracha de Berbería o de Santa Ana»; ésta había sido construida entre los años 1331 y 1351 dentro del mar, llamándola Burj Al-Ma, según refiere el cronista árabe Ibn Mazurk. La mandó construir el Sultán Abu l´Hassan, quien también ordenó construir un puente desde la Costa hasta el castillo por el que podían pasar animales y comunicaba con tierra firme, para preservarse de los ataques del turco Barbarroja, tras haber atacado éste La Mamora produciendo un gran desastre.
En la segunda mitad del siglo XVI, también trabajaron en Ceuta los portugueses Rodrigo Redondo, Duarte Coello, Joâo del Castillo y Diego de Arruda; éste y Benedetto de Ravena fortificaron a partir de 1541 el Frente de Tierra, al lado de la Almina, a partir de 1541. Esta obra fue proyectada por Benedetto y coordinada por Arruda bajo modelo italiano, con una barrera inexpugnable a la entrada de Ceuta al estilo de Mazagán. Para ella y las obras del Puente fueron traídos canteros portugueses de la comarca de Évora, y las terminaron en 1549, fecha en que se llenó de agua el Foso, hasta entonces de tierra firme.
El rey Joâo III mandó tomar y derruir en 1549 la muralla del Afrag, llamada por los árabes Al-Jazira o Almansura, dado que desde ella éstos llevaban a cabo numerosos ataques contra los portugueses en Ceuta y era foco de inseguridad. Las obras de demolición comenzaron en 1550 y se prolongaron durante bastante tiempo. En resumen, los portugueses, con sus medios de defensas por el sistema de «corachas» y otras fortificaciones, hicieron de Ceuta una ciudad inexpugnable, cuyo valor estratégico todavía hoy conserva.
Por Rocío Abad
Con información de El Faro
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