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Murcia-Escarceos filológicos

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Fundada en el año 825 con el nombre de Madina Mursiya por orden de Abderramán II – Murcia de Mursiya -en árabe: مدينة مُرْسية

¿Quién les iba a decir a aquellos marchantes de antaño, emblusados y armados de su inseparable “gayao”, que, cuando invitaban a nuestros abuelos al alboroque, una vez cerrado el trato, barruntaban o preanunciaban al “agresivo” broker de hoy? Dígase lo mismo de aquellos corredores de fruta, diestros en “afarrasar” o calcular a ojo la cosecha en el árbol. Los tratantes, que agasajaban en el ventorrillo al comprador con el alboroque de cascaruja y unos chatos de vino, presagiaban la moderna figura del asesor o intermediario en compraventas, agente financiero o   bolsista, que todo eso denota  el inglés broker. A mero despiste se deberá el no haber metido ya la Real Academia ese término entre la plaga de anglicismos que pululan en su Diccionario.

No parecen apareables estos dos voquibles, alboroque y broker, y sin embargo  son parientes muy cercanos, pues comparten la misma raíz árabe buruk, según afirma el  Oxford Dictionary of English Etymology (1995), y confirma el Diccionario de Arabismos, de Corriente (1999). En la Alta Edad Media, los árabes dominaban el tráfico mediterráneo, de ahí que impusieran  tecnicismos comerciales, como éste, que, adoptado por los normandos, se introdujo en francés (brocour) e inglés (broker). Nótese que alboroque  tiene el mismo origen que baraka, ‘bendición’, pues el alboroque significa bendición de la venta. No es murcianismo alboroque, sino voz patrimonial  romance, documentada desde el siglo X. Oigan a Lope de Vega: “Pagar tenéis el vino, en alboroque/ del famoso vestido que os han dado” (El perro del hortelano). El polimórfico vocablo (alboroque, albaroque, albodoque) es un iberismo difundido desde Galicia o Aragón hasta Canarias, pasando por la Mancha, Murcia y Andalucía, amén del catalán alboloque, el portugués alborque  o  el  vasco alboroka.

Murcia, región histórica

Un  innombrable ezquerro catalán ha querido mofarse de Murcia, negándole la nota de histórica. Pero por mucho que lo pretenda el tal sujeto, la historia está ahí inmoble. ¿Sabía el fulano ezquerro que el Reino de Murcia fue, en los siglos XII-XIII, uno de los más florecientes taifas de la España musulmana, ahora que tanto reivindican los Goytisolos y compañía nuestras raíces islámicas? Para muestra, baste el famoso místico murciano Abenárabi. ¿Desconoce el mengano ezquerro que tal carácter de reino, al agregarse a la corona de Castilla, se mantuvo siempre con entidad propia, como lo prueba la lista de títulos regios que encabezan los documentos reales, entre los que nunca falta el de rey de Murcia? ¿Conocía el zutano ezquerro que si la Región de Murcia posee reducido territorio, no se debe sólo a Javier de Burgos, que cercenó al reino de Murcia porciones notables en 1833, sino mayormente a la voracidad del reino de Aragón, que, por el pacto de Torrella (1304), se anexionó gran parte de la provincia actual de Alicante? Esto no empece para que Murcia se enorgullezca del sustrato lingüístico que nos dejaron los repobladores catalano-aragoneses. Una singularidad entre las regiones españolas, de la que Murcia sola puede presumir, es la  de ser crisol de lenguas, donde se fundieron castellano y  catalán- aragonés. Por eso, mejor que de las tres culturas, Murcia podría denominarse capital de las cuatro culturas. Ignora, por fin, el perengano ezquerro un hecho que confirma la personalidad histórica de Murcia. Cuando aún no existía Cataluña ni la Marca Hispánica, en 713, los árabes conceden la única autonomía pactada, que duró unos sesenta años, a la región del Sureste, llamándola Bilad Todmir o País de Teodomiro, siglos antes de que sonaran los nombres de País Vasco o Paísos Catalans.

El arabismo murciano «maeza»

Sé por experiencia que en el quehacer investigatorio juegan un papel primordial la fantasía y la intuición. Desde que oí por primera vez el vocablo maeza en el NO murciano, siempre he venido pensando que podría ser un arabismo. Como en cuestión de lengua árabe necesito un lazarillo, aquí me he valido de dos, para no resbalar. Estos han sido: el profesor Alfonso Carmona, de la Universidad de Murcia, y el P. Darío Cabanelas, ya fallecido, catedrático de la Universidad de Granada, a quienes agradezco su ayuda generosa e imprescindible.

Maeza es el caracol huertano muy apreciable, que tiene la boca negra brillante, por lo que en otras zonas de Murcia se denomina boquinegro. Vamos a perfilar la isoglosa del citado término maeza. Mis encuestas me han llevado a localizarlo en determinada área de la Región Murciana, a más de una franja limítrofe albaceteña, vinculada al tradicional dominio del dialecto murciano. Se ubica, concretamente, en las comarcas murcianas de Mula, Cieza y Ricote, más la del Noroeste, amén del área de Hellín (Albacete). Enumeremos las localidades en las que hemos hallado vivo el mencionado vocablo: Mula, Pliego, Albudeite, Campos del Río, Lorquí, Archena, Ricote, Ulea, Blanca, Abarán, Cieza, Calasparra, Caravaca, Cehegín, Bullas, Moratalla, Jumilla (no Yecla), y en Albacete: Socobos, Férez, Hellín y Elche de la Sierra. He de notar que en Albudeite y Campos del Rio, pueblos de marcado origen morisco, se dice la doble forma maeza y almaeza. Asimismo, en Campos del Río, limítrofe de la isoglosa, la voz maeza se emplea junto con la forma equivalente murciana boquinegro, sinónimo de maeza. No se descarta el que aparezca alguna más, si alguien se anima a rastrear con mayor detenimiento el perímetro del área acotada.

Dilucidemos las variantes sincrónicas del vocablo en el habla popular. Se detectan tres formas: maeza, maesa y almaeza. Una cuarta forma maeja aducida por Sempere es totalmente espuria, por cruce confuso con almeja. Estoy en condiciones de descubrir el origen de esa forma errónea que hay que desechar absolutamente. Todo proviene de un viejo encuestado en el Hogar del Mayor de Moratalla, al que yo también pude escuchar y comprobar cómo respondía disparatadamente maeja confundiendo con almeja. Hay que eliminarlo como informante no fiable. Yo después he preguntado a personas de Moratalla de todas edades, y todos coinciden en maesa como la forma general, aunque también les suena maeza, pero menos. Todos rechazan maeja, como algo extraño a su habla. Al rechazar la hipotética forma maeja, queda también descartada automáticamente la etimología latina de mataxa, madeja, pues ni fonética ni semánticamente se ve relación alguna. Una vez libre de esta falsa pista, comencé a tomar en serio la etimología árabe. Con mis chanchas marranchas, que no con mi exiguo conocimiento del árabe, me adentré en el camino correcto.

Imaginando que igual que los caracoles más apreciados se suelen chupar, y para expresar su calidad se les dice en murciano chupa(d)eros o chupalanderos ‘chupables’, lo mismo podía suceder entre los árabes. Buscando el equivalente árabe por chupar, fue grande mi sorpresa al dar con el verbo massa, de extraordinaria semejanza con maesa. El calco semántico podría ser el siguiente: los moriscos bilingües trasfirieron al habla murciana la cualidad de ser chupados o absorbidos, dada a los caracoles para ponderar su valía o exquisitez comestibles.

Brindo este raro término a filólogos o arabistas más diestros, que podrán lucirse desentrañando el origen y evolución fonética del singular vocablo a partir del étimo árabe. Siempre me quedará la satisfacción de haber levantado la liebre de este arabismo, encamado desde siglos en el habla murciana, aunque otro cazador más afamado sea quien se cobre la pieza, lo que me satisfaría grandemente.

Por  Francisco Javier Gómez Ortín
(Universidad de Murcia)
Con información de : Revista de Estudios Filológicos

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