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Las líneas rojas de Estados Unidos y Rusia-Por Alfredo Jalife-Rahme

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Las líneas rojas de Estados Unidos son sicalípticas: no tiene límites hasta que lo frenen.

En su etapa de gestión de la decadencia de Estados Unidos, Obama intentó colocar una línea roja en Siria para no bombardearla, lo cual fue evitado in extremis mediante la entrega de las armas químicas de Damasco, operada magistralmente por el gran ajedrecista global Vlady Putin.

¿Y las armas químicas, biológicas y nucleares del Estado apartheid racista de Israel? Bien, gracias, Obama.

Las líneas rojas mas prístinas de Estados Unidos están en el Golfo de México y el mar Caribe, donde nunca aceptaría la incursión de sus dos principales rivales geoestratégicos Rusia y China, como lo hace sin desparpajo en las esferas de influencia de Moscú y Pekín.

Las líneas rojas después de la Segunda Guerra Mundial fueron trazadas en Yalta (Crimea) entre Roosevelt, Churchill y Stalin, quienes las delinearon como los nuevos limes del «orden mundial» que prevaleció hasta la caída del Muro de Berlín y la posterior disolución de la URSS.

De Yalta a Sebastopol (base de la flota rusa en Crimea) se han vuelto a trazar nuevas líneas rojas 69 años más tarde con la tripleta EU/Unión Europea (UE)/OTAN hoy en repliegue frente a la quirúrgica contraofensiva de Rusia que inició en Georgia en 2008.

Seis años después de Georgia (mutilada en 25 por ciento de su territorio con la secesión de Osetia del Sur y Abjazia, después de su guerra con Rusia), Vlady Putin ha vuelto a trazar una nueva línea roja en las «dos Ucranias», Crimea y hasta Transnistria (separada de Moldavia): otra fractura tectónica entre Moscú y «Occidente».

Obama intentó estrangular al oso ruso en sus entrañas ancestrales de Ucrania –que tenía en la mira el «cambio de régimen» en Moscú–, y subestimó tanto el revire de Rusia, dotada del mayor arsenal nuclear del planeta, como la personalidad de Vlady Putin, el nuevo Bismark ruso del siglo XXI.

Mientras la aceptación de Obama por la opinión pública de Estados Unidos se ha desfondado, la de Vlady Putin se encuentra en la estratósfera cuando sus líneas rojas funcionan con el objetivo de un reacomodo más equilibrado en las relaciones internacionales que empiezan a reflejar el incipiente orden multipolar del «mundo post Crimea», que hoy se encuentra fracturado entre el G-7 y los BRICS, lo cual tampoco es tan tajante, ya que existen muchos matices cuando la misma UE se encuentra fragmentada entre maximalistas (los anteriores países fagocitados por el totalitarismo soviético) y los minimalistas (encabezados por Alemania), no se digan los BRICS, donde China, el gran triunfador hasta ahora, juega varios vectores multidimensionales.

Mientras Rusia mantiene en jaque tanto a la parte oriental de Ucrania como a Moldavia (en la república separada de Transnistria a mayoría rusa), David Ignatius, confidente oficioso de Obama, avanza el nuevo acomodamiento entre Rusia y Estados Unidos mediante la federación/neutralidad/»finlandización» de Ucrania ( The Washington Post, 20/3/14).

Recuerdo que a finales del siglo pasado, después de la guerra de Estados Unidos/UE/OTAN en Yugoslavia, hoy totalmente balcanizada, fui invitado por una universidad de Belgrado donde escuché el canto del cisne de un asesor del entonces presidente Yeltsin, quien se preguntaba cuál era la línea roja que debía trazar Rusia para detener el irredentismo de la tripleta EU/UE/OTAN.

Según Russia Today (25/3/14), «Rusia tiene sus propias líneas rojas que Occidente no debería (¡supersic!) cruzar».

Russia Today enumera cinco: 1) expansión de la OTAN hacia el este; 2) contención nuclear y la carrera armamentista; 3) el conflicto del Medio Oriente; 4) el Ártico, y 5) la amenaza terrorista.

Resumo sucintamente:

1) La expansión de la OTAN hacia el este: Russia Today considera que “Georgia y Ucrania se han convertido en una especie de ‘Estado tapón’ entre Rusia y Occidente, cuando arrecia la expansión descontrolada de la OTAN, que se ha acercado a las fronteras rusas”. Aduce que «Estados Unidos y sus aliados hacen todo lo posible por aumentar su influencia» en las fronteras rusas y para «imponer gobiernos que les convengan, como sucedió con el reciente golpe de Estado financiado y aplaudido por Occidente». Para Rusia es inaceptable que Ucrania pertenezca a la OTAN, lo cual «supondría un cambio radical en el balance de las fuerzas estratégicas y una verdadera amenaza a la seguridad de Rusia». Ni pensar en la instalación de un sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos en Ucrania que, «en combinación con armas estratégicas convencionales de alta precisión, podrían afectar los sistemas de defensa antiaérea y antimisiles de Rusia».

2) La contención nuclear y la carrera armamentista: una situación en la que la capacidad de respuesta nuclear de Rusia estuviese seriamente amenazada sería una línea roja para Moscú. La confrontación con Estados Unidos «en el área de las armas nucleares es una de las grandes amenazas a la seguridad e intereses nacionales de Rusia», cuando Washington busca «minimizar la capacidad de respuesta de Rusia», por lo que trata de imponerle “todo tipo de acuerdos de desarme ( v. gr. las fuerzas tácticas nucleares, donde existe paridad entre ambos), del que forma parte el sistema de defensa antimisilesde Estados Unidos”.

3) Conflicto en Medio Oriente: una agresión (sic) de Estados Unidos contra Siria como «respuesta asimétrica» al fortalecimiento de Rusia podría ser otra línea infranqueable (¡supersic!) para Moscú. Debido a las tensiones en la región, no se puede descartar la participación de Irán e Israel en el conflicto y una expansión que podría llegar a ser mundial (¡supersic!).

4) El Ártico: más allá de sus pletóricas reservas de hidrocarburos, constituye «una cómoda cabeza de puente» que Estados Unidos tiene en «punto de mira», especialmente «la parte situada bajo el hielo, que es vista en los planes estratégicos de EU/OTAN como un punto de partida ideal para llevar a cabo un ataque nuclear contra Rusia». Russia Today informa que la «estrategia de la OTAN prevé el emplazamiento hasta de 20 submarinos capaces de realizar un ataque nuclear preventivo (¡supersic!) contra blancos ubicados en el territorio de Rusia»: «cualquier (¡supersic!) actividad sospechosa de los submarinos de Estados Unidos podría servir de línea roja para Moscú, que últimamente ha intensificado su presencia militar y hasta ha llevado a cabo maniobras militares».

5) Amenaza terrorista: en forma perturbadora Estados Unidos podría redirigir a Rusia (¡supersic!) la agresión de los grupos islamitas radicales próximos a Al Qaeda que operan en Afganistán. El «primer atentado en territorio ruso en el que se detectase una huella de Estados Unidos serviría de línea roja».

Conclusión: las líneas rojas que no supieron imponer los sepultureros de la URSS Gorbachov y Yeltsin, las ha empezado a trazar nítidamente Vlady Putin en su esfera de influencia en el mundo multipolar de «post Crimea».

¿Cuales serán ahora las líneas rojas respectivas de Estados Unidos y la UE (si es que las tuviese), hoy en repliegue en el Mar Negro?

Don Alfredo Jalife-Rahme
Don Alfredo Jalife-Rahme

Con información de :La Jornada

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