Un monumental parque de arena kuwaití
En el corazón de esta ciudad se levanta un monumental parque temático de esculturas monumentales de arena. Las mil y una noches recreadas en 28 mil metros cuadrados, algo así como cuatros canchas de futbol, en un proyecto que cuesta 3 millones de dólares.
Se trata de uno de los proyectos escultóricos de arena más grandes del mundo, en el que participan 80 escultores de unos 25 países, según dijo a Kuwait Times, el escultor canadiense Delayne Corbett, quien ha pasado los últimos meses en esta ciudad junto a un equipo internacional de escultores para convertir las historias legendarias del mundo árabe en impresionantes figuras de arena.
La mayor escultura tendrá una altura de 15 metros. Dentro del parquet temático, que sera abierto este mes hasta abril, en el marco del festival Orgulloso de ser kuwaití (P2BK, por sus siglas en ingles), habrá un laberinto para niños, una cafetería, un anfiteatro y juegos de luz y sonido.
Damos Langlois es otro de los artistas que levantan esta leyenda de arena con las historias que Scherezada contaba cada noche al sultán Shariar para salvar su vida.
Hoy es un asunto de entretenimiento arenoso. Aquí trabajan febrilmente para tener listo el parque que incluye otras diversiones para niños, más típicas, como pistas de coches, ruedas de la fortuna y otros juegos mecánicos tradicionales.
La sorpresa de la visita al parque en construcción aumenta al ver en una pared de un futuro local comercial una pintura mural singular -casi un graffiti- , de un superman árabe, algo que parece sugerir una extraña psicología de poderíos, en una región que ha vivido guerras internacionales por el codiciado petróleo local.
Otras pinturas murales dan cuenta de la cultura tradicional de los árabes con sus túnicas (thawb) y ghutras a la cabeza, frente a personajes de la Guerra de las galaxias con las mismas túnicas pero esta vez con los cascos de los protagonistas de la famosa saga. Dos historias legendarias del pasado y el futuro, unidas en el presente kuwaití.
Al parque llegué tarde porque perdí el camión para un equipo de periodistas, pero para mi suerte la amabilidad del personal del centro de prensa internacional puso a mi disposición un lujoso taxi, uno de esos grandes vehículos relucientes, tipo Cadillac, que se ven en las películas de Medio Oriente, conducido por un gentil chofer de Sri Lanka, que me llevó en minutos al lugar. Pues el tránsito aquí es absolutamente tranquilo y las vías de comunicación anchas, bien pavimentadas y vacías.
Por Eduardo Mora Tavares
Con información de El Universal
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