El politólogo ruso Igor Panarin sentencia el inicio de la rivalidad global entre EU y China – Por Alfredo Jalife-Rahme
Igor Panarin es un académico prospectivista y politólogo ruso, quien –de acuerdo con amigos comunes– es muy cercano al premier Vladimir Putin. Se dio a conocer en forma notable en Occidente al plantear la hipótesis de la desintegración de Estados Unidos (EU) en seis pedazos, lo cual llamó la atención incluso de The Wall Street Journal. Sus creativas tesis suelen ser muy polémicas porque perturban la ataraxia de los comunes. Hace poco adujo que detrás de la cacofonía sobre el programa nuclear de Irán se encuentra «una parte (sic) de la élite trasnacional británico-estadunidense que trata de emprender una guerra contra Irán para salvar al dólar del colapso» (Tacstrat, 23/11/11).
En referencia específica a la «rivalidad global» entre EU y China publicó un artículo para Rusia Today (15/11/11), en el que considera que el foro reciente APEC en Hawai «marca el inicio de una abierta (sic) rivalidad entre las dos superpotencias».
A su juicio, la fase de conflicto de las relaciones se inició hace dos años, cuando «el Departamento de Comercio de EU decidió imponer un arancel antisubsidiario de 10.3 por ciento a 15.78 por ciento a los ductos fabricados en China», lo cual afectó sus exportaciones en 2 mil 700 millones de dólares: «La mayor sanción histórica impuesta por EU a China».Coincide con mi tesis sobre el fracaso de un G-2 entre China y EU (Bajo la Lupa, 24/8/11): «La división de las esferas de influencia en el mundo que hubiera sustituido el Consenso de Washington por el Consenso Washington-Pekín». Rememora la preocupación del primer ministro de China sobre el destino de «sus inversiones en EU».
En 2010 las relaciones continuaron su deterioro con las «consabidas invectivas mutuas en relación con las violaciones de las reglas de la OMC», salpicadas de «acusaciones de EU contra Pekín de pisoteo a los derechos humanos», además del «debate en torno a las libertades de los portales después de que Google estaba a punto de retirarse de China».
En respuesta a la venta de armas estadounidenses por 6 mil 400 millones de dólares a Taiwán, «China suspendió el intercambio de visitas programadas con los militares de EU».
Los agravios se acumularon en forma gradual y llegaron a su culminación en la reciente cumbre del APEC en Honolulu, donde Obama, primero, exigió «el cese del robo (sic) de la propiedad intelectual estadounidense», además de la enésima exigencia para la revaluación de la divisa china y, luego, lanzó el proyecto de un «tratado de libre comercio del Pacífico», al unísono del «fortalecimiento del posicionamiento militar de EU en Asia».
Según Panarin, el tratado de marras (Trans-Pacific Partnership: TPP) ha sido coordinado con ocho países: Australia, Brunei, Chile (sic), Malasia, Nueva Zelanda, Perú (sic), Singapur y Vietnam, los cuales iniciaron charlas en 2008 y a cuyo bloque desea incorporarse Japón (¡supersic!) y se planea su concreción en 2012.
De acuerdo con información que poseo de Washington, la idea de Obama consiste en agregar también a Canadá y México (quien en la etapa aciaga de Calderón no podía faltar su legendaria hostilidad por encargo a China), lo que haría del TPP un bloque antichino de 12 países. ¿Qué tan lejos querrán ir Chile, Perú, Malasia, Brunei y Singapur en una confrontación triangulada contra China?
Por lo pronto, en Japón se debate acerbamente qué tanto el TPP es un genuino tratado comercial o una excrecencia de la confrontación de EU contra China.
Más proclive a las tesis chinas (quizá por la hermandad de los BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), Panarin muestra la buena voluntad del presidente Hu Jintao en la cumbre de Honolulu, en la que «confirmó su disposición a las reformas y mercados abiertos» sin dejar de «subrayar la soberanía de China como ascendente superpotencia en la economía mundial», mientras se abstuvo de pronunciarse sobre el amenazante bloque mercantil en el Pacífico auspiciado por EU.
Panarin concluye que «2012 vislumbrará el resultado de la primera fase de la rivalidad global entre dos superpotencias: una desfalleciente (EU) y una ascendente (China)».
A mi juicio, el periplo estratégico de Obama en la cuenca del Pacífico (cumbres de la APEC, Asean y del Este de Asia, además de su trascendental visita a Australia para instalar una base militar de EU), denotan un apretón de tuercas militar y económico contra China con el fin de materializar un asfixiante «anillo» a su alrededor.
Tampoco se pueden soslayar el despliegue de nuevas fuerzas militares de EU en Australia y Filipinas ni la intromisión de Obama en las disputas territoriales de China en el mar del sur con algunos países del bloque de 10 países del Asean.
En la cumbre APEC, en Honolulu (donde, por cierto, nació Obama), el presidente de EU, en contra de todas las reglas de cortesía del anfitrión, arremetió contra China, a quien fustigó como la causa primaria de la crisis económica en Occidente. ¿No se mordió la lengua? Obama exigió que China debe «jugar de acuerdo con las reglas». ¿Cuáles? ¿Las «reglas» de quién o para quién? Obama instó insensatamente a China a revaluar su divisa entre 20 y 25 por ciento, lo cual equivaldría a su suicidio exportador.
Después de la cumbre APEC, Obama prosiguió su periplo estrangulador a Australia, donde, primero, exclamó que se equivocan quienes creen que «EU teme a China» y, luego, anunció la instalación de una base militar en el norte del país (en las cercanías de Darwin: es decir, lo más cercano a China) con 2 mil 500 marines, submarinos, portaviones nucleares, aviones modernos y drones.
Según los estrategas de EU, la nueva base militar en Australia será inexpugnable a los misiles de China, a diferencia de las bases vulnerables en Japón, Corea y Guam.
La nueva sede se encuentra a solamente 804 kilómetros del mar del sur de China y del océano Índico (en caso de que India interactúe demasiado con los BRICS).
Un editorial del People’s Daily (16/11/11), portavoz oficial del Partido Comunista de China, advirtió que «Australia podría ser atrapada en un fuego cruzado» (al pretender quedar bien con Dios y con el diablo).
El periódico Jakarta Post (18/11/11) –del país islámico más poblado del planeta y que vio crecer a Obama– remarcó que «la presencia de una base de EU justo al sur de Indonesia se encuentra demasiado cerca para estar tranquilos». Cabe señalar que Indonesia rechazó su participación en el TPP.
Los estrategas chinos se encuentran sumamente preocupados por el cerco a su país que está delineado en el reporte Alianzas asiáticas en el siglo XXI, de julio, del Project 2049 Institute –con sede en Arlington (cerca de la CIA) y vinculado a los neoconservadores– y que reclama «una versión de la OTAN (¡supersic!) en la región Asia-Pacífico para confrontar a China».
Según el reporte, las alianzas que fragua EU son imprescindibles para confrontar la «competencia geopolítica» debido a «las divergencias marcadas en los objetivos estratégicos de China y EU».
No se gestó el G-2 y ahora EU replica con un «G-0».
Bajo la Lupa – La Jornada