Omar Khayyam – Rubaiyat (fragmento)
En una taberna le pedí consejo a un anciano discreto sobre los que han muerto.
«No volverán. Éso es todo lo que yo sé».
¡Bebe tu vino!, me respondió.
Matemático y astrónomo persa, autor de uno de los libros más importantes y significativos del mundo oriental. Nació en Nishapur (actual Irán) 1050-1122 . Su nombre significa «Omar el tendero». Como astrónomo de la corte, participó con otros científicos en la reforma del calendario; a partir de entonces se adoptó una nueva era, conocida como jalaliana o el Seliuk. Como escritor de álgebra, geometría y temas afines, Omar fue uno de los más destacados matemáticos de su época. Sin embargo, es conocido ante todo por el poema Rubaiyat, del que se le atribuyen unas 1.000 estrofas epigramáticas de cuatro versos que hablan de la naturaleza y el ser humano.
Khayyam desarrolló a través del vino toda una filosofía de vida, que exteriorizó y eternizó a través de su poesía con una potente carga de sensualidad y erotismo. La inspiración con y por el vino aparece en sus versos como un arma de lucha contra el tedio y la transitoriedad del hombre.
Khayyam, fue descubierto recién en occidente en el siglo XIX por un inglés de apellido Cowell. La primera edición de su obra en español data del año 1907.Para los sufis el vino representa el éxtasis de la unión cuyo resultado es el conocimiento: el valor simbólico del vino en Khayyam representa el sentido místico de su poesía. Sólo puede ser comprendido si se recuerda el proverbio sufí:»No es el vino el que nos embriaga, sino nosotros quienes embriagamos el vino»
» ¿Qué vale más? ¿Examinar nuestra conciencia sentados en una taberna o posternarnos en una mezquita con el alma ausente? No me preocupa saber si tenemos un Dios ni el destino que nos reserva. Procede en forma tal que tu prójimo no se sienta humillado con tu sabiduría. Domínate, domínate. Jamás te abandones a la ira. Si quieres conquistar la paz definitiva, sonríe al Destino que se ensaña contigo y nunca te ensañes con nadie. Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Toma un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque inútilmente. Más allá de los límites de la Tierra, más allá del límite Infinito, buscaba yo el Cielo y el Infierno. Pero una voz severa me advirtió: «El Cielo y el Infierno están en ti. El mundo inabarcable: Un grano de polvo en el espacio. Toda la ciencia del hombre: Las palabras. Los pueblos, las bestias y las flores de siete climas son sombras. La Nada es el fruto de tu constante meditación. La vida no es más que un juego monótono en el que con certeza encontrarás dos premios: El dolor y la muerte. ¡Feliz el niño que murió al poco de nacer! ¡Más feliz aún aquel que no tocó el mundo! En la feria que atraviesas, no procures encontrar algún amigo. Tampoco busques sólido refugio. Con ánimo valiente, acepta el dolor sin la esperanza de un remedio inexistente. Sonríe ante la desgracia y no le pidas a nadie que te sonría: perderás el tiempo. Imposible observar el cielo.¡Llevo en los ojos un cendal de lágrimas! Gráciles chispas son las hogueras del Infierno frente a las llamas que me consumen. El Paraíso para mí, no es más que un instante de paz. Mi nacimiento no trajo ningún bien al mundo. Mi muerte no disminuirá ni su esplendor ni su grandeza. Nadie pudo jamás explicarme para que he venido, ni por qué he venido ni por qué me iré. En el vértigo de la vida sólo son felices los que presumen de sabios y los que no tratan de educarse. Me incliné sobre todos los secretos del Cosmos y retorné a la soledad envidiando a los ciegos que hallé por el camino. Cuando muera habrán muerto las rosas, los cipreses, los sabios bermejos y el vino perfumado. No habrá más albas ni crepúsculos, ni penas ni alegrías. El mundo habrá dejado de existir. El mundo es real; sólo en función del pensamiento
Omar Khayyam cantaba a la sensualidad, no en el sentido hedónico de la actualidad o como entiende esta palabra el misticísmo cristiano, en que el sentido de lo sensual se opone a lo espiritual. En el sufismo persa, en cambio, existe una biunidad orgánica que Omar Khayyam refleja en sus poemas: su sensualidad no sólo no se opone a la espiritualidad, sino que conduce a ella.Estos son fragmentos de su obra que ha permanecido durante nueve siglos, como un legado a los amantes del vino, la vida y la poesía.
¡Toda mi juventud florece hoy de nuevo!
¡Vino, Vino!
¡Que tus llamas me abracen!
Vino, no importa cuál…
Yo no soy difícil.
Creédme, el mejor lo encontraré amargo, ¡como la vida! Procurad despertarme con vino. Lavadme con él si persisto en mi muerte. Hacedme con pámpanos mi mortaja y enterradme en un jardín con rosas que recubran mi tumba.
Cuando me eclipse la sombra de la Muerte y
se sujete el hacecillo de
mis días, os he de llamar,
amigos míos,
para que me conduzcáis al sepulcro.
En polvo convertido, modelaréis un ánfora que colmaréis de vino.
Quizás entonces me veréis resucitar.
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