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Viaje a territorios usurpados por colonos sionistas en Palestina

Más de la mitad de los israelíes tiene automóvil. Un ochenta por ciento posee teléfono y todos ganan más de setecientos dólares al mes. En el caso de los árabes las diferencias resultan abismales: un diez por ciento tiene auto, y el salario -por el mismo trabajo- es de ciento setenta dólares en la franja de Gaza y de doscientos dólares si es en territorio de Israel.

-Esos son colonos -dice Celso señalando una camioneta, después se arrepiente- bah, colonos. Son conquistadores.



La mayoría de los partidos de derecha comenzaron a colonizar las tierras ocupadas a los palestinos en 1970, tres años después de la guerra. Las facilidades económicas y las líneas de crédito fueron tan estimulantes que muchos prefirieron dejar la ciudad y volver a empezar en los territorios.

Algunas de las villas de los colonos están cubiertas por alambre de púas. Y en general se ubican cerca del destacamento militar. Recién una semana más tarde veré esa escena patética: un grupo de jóvenes tomando sol en una pileta, a metros de un alambrado de seguridad, recostados con la boca abierta a la sed, como si nada existiera.

-Ahí se ve claro, mirá -señala Celso.
-¿Qué? -pregunto, mientras el sol se desmaya definitivamente
sobre la tierra.
-La línea verde. Mirá: hasta allá, donde se ven los árboles, la forestación, es israelí. Pasando, son territorios ocupados. Son aquellos color ceniza, ¿alcanzás a ver?

A los cuarenta y cinco minutos de viaje, un cartel afirma «Ramot Menashé 15». En el auto la radio insiste con una cortina musical.

-This is the voice of peace (esta es la Voz de la Paz). Es la única radio que transmite en inglés -el resto lo hace en hebreo- y está ubicada fuera del territorio continental.

La Voz de la Paz es un barco. Un locutor asegura que el día terminará nublado y que por la mañana bajará la temperatura. Otro agrega noticias: hubo disturbios en Ramallah, hay ocho árabes detenidos, entre ellos el presidente del Colegio de Abogados local. Ya han pasado tres meses de la guerra de las piedras. Los detenidos llegan a tres mil, y los muertos son más de ochenta.

El JeruSalem Post que compré en el aeropuerto asegura en su primera plana que poco puede esperarse de la visita de Shultz. El ministro israelí de Justicia -dice el diario en un recuadro- ha afirmado en Estados Unidos: «Los árabes son mentirosos de nacimiento».

En unos días será el primer ministro Itzhak Shamir quien viaje a Washington. Los norteamericanos regalan dos mil quinientos millones de dólares al año a Israel a modo de subsidio, y la colonia judía de Nueva York está preocupada por la imagen internacional del país. La preocupación se extiende a Henry Kissinger, pero por razones diversas: el New York Times acaba de publicar un memorándum confidencial en el que el ex secretario de Estado aconseja a Julius Berman, ex presidente de las Organizaciones Judías Norteamericanas. «Como primera medida -dice Kissinger- hay que sacar a la televisión, al estilo de Sudáfrica. Hay que terminar con los disturbios lo más rápido posible y en forma enérgica y brutal.»

Ayer, después de dos semanas de silencio, Kissinger habló para el Washington Post. No desmintió el contenido del memo, pero expresó su «indignación, esas noticias no tendrían que haber sido filtradas a la prensa».



No tengo una radio y, aunque la tuviera, no entendería una palabra. Leo Semana, un hebdomadario israelí que se edita en castellano: «El jefe del Comando Central ordenó la suspensión por dos meses del servicio activo de un soldado que mató a una joven palestina de 25 años en Al Ram, en las afueras de Jerusalén. La mujer murió cuando un grupo de soldados abrió fuego contra un grupo de jóvenes que apedreaba un vehículo del ejército(…)». El soldado habría perdido el control al verse separado de sus compañeros en las calles del pueblo, ya que había corrido en persecución de uno de los jóvenes que se metió en una casa vecina donde la víctima estaba tendiendo ropa. Algunas personas presentes afirmaron que logró atrapar al muchacho que había tirado las piedras y que fue durante el forcejeo con la mujer, que intervino para que lo dejara marchar, cuando la hirió mortalmente de un balazo en el pecho(…) Radio Israel anunció que «como gesto de buena voluntad las autoridades israelíes le permitirán a los familiares de la víctima, quedarse en el país, a pesar de que no tienen permiso oficial de residencia en la zona».

Por Jorge Lanata

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