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El museo más antiguo de la historia – Ennigaldi-Nanna

El descubrimiento del primer museo que se conoce, en 1925, reveló que esta práctica tiene sus raíces, al menos, hace 2500 años, puesto que el Museo de Ennigaldi-Nanna data del 530 a.C.

    • El citado museo es el primero que se conoce por la humanidad, y fue descubierto en 1925 por el arqueólogo Leonard Woolley. Cuando excavaba un palacio de Babilonia hace 90 años, dio con una colección de objetos que le llamó la atención.

Entre todos los objetos descubiertos, había cosas de diferentes lugares y tiempos de la humanidad. Además, estaban perfectamente organizados y con etiquetados. Así pues, era evidente que el arqueólogo había descubierto el primer museo conocido por el ser humano.

    • El Museo de Ennigaldi-Nanna se encuentra ubicado en la actual región de Dhi Qar, perteneciente al país de Irak. Sin embargo, en su día era parte del estado de Ur, y se ubicaba en el sureste de un célebre zigurat que recibe el mismo nombre.

Según se ha podido saber, este museo que data del año 530 a.C. Era administrado por la princesa Ennigaldi, hija del último rey del Imperio de Neo-Babilonia, que tiene por nombre Nabonido.

    • Leonard Woolley cuenta en sus libros su sorpresa mientras excavaba en el palacio babilonio en el que descubrió el Museo de Ennigaldi-Nanna. De repente, encontró una piedra del periodo Kassita, con más de 3000 años de antigüedad, una estatua llamada Dungi del año 2058 a.C . y tablillas de arcilla del 1700 a.C. Todo ello hizo que el arqueólogo se preguntase cómo podían encontrarse aquellos objetos de distintas épocas y países en un único lugar que databa del siglo VI antes de la Era Común.

Poco después, Wolley observó que los objetos allí encontrados no tenían un orden cronológico, pero si estaban bien dispuestos y etiquetados. De ahí la conclusión de que aquello era un museo. Resulta curioso descubrir que el ser humano ha tenido pasión por la historia y el coleccionismo desde los orígenes de la civilización.

    • Sabemos que el museo fue construido con el apoyo y el estímulo de su padre, el rey, quien era un anticuario comprometido y coleccionista de artefactos antiguos. Es difícil saber de dónde vino su interés en el pasado, pero podría haber tenido algo que ver con el hecho de que provenía de orígenes humildes que se describían a sí mismos y que solo se sentaba en el trono porque había derrocado a su predecesor. Sin una rica historia real de su propiedad, es posible que Nabonidus haya encontrado un sustituto en la antigua ciudad de Ur.

Con ese fin, el rey emprendió lo que se convertiría en su contribución más duradera a la arqueología, y esa fue la restauración del Gran Zigurat de Ur. Si bien no estamos 100% seguros de qué propósito sirvió esta estructura masiva (la mejor suposición es que él y los otros zigurats eran una especie de templo), sí sabemos que el zigurat sumerio original se había derrumbado a la nada en la época de Nabonidus, y así decidió restaurar el zigurat a su antigua gloria (y algo más). El descubrimiento de los restos de este segundo zigurat en el siglo XIX sería clave para identificar este sitio como la antigua ciudad de Ur y, a su vez, configurar las excavaciones de Leonard Woolley en la década de 1920.



El Museo de Ennigaldi-Nanna demostró que los antiguos babilonios, inmersos en un imperio que se colapsaba sobre sí mismo en aquellos tiempos, mantuvieron viva su pasión por conocer y estudiar otras épocas de los hombres.

Con información de  Gizmodo

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