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Tierra del fuego – Palestina en el corazón

Claudio Tolcachir nos fascinó con La omisión de la familia Coleman. Hace unos años. De golpe, el teatro; en su desnudez, en su esencia paupérrima y grandiosa. Entonces algunos empezamos a manejar un concepto, resumen de lo que puede ser la esencia del teatro y que ha hecho fortuna en el diccionario: «Menos es más». Lo que traducido al lenguaje común quiere decir; ni la retórica ni la abundancia de medios garantizan buenos resultados.

El teatro es simple; para Lope una manta colgada y alguien que hable y otro que escuche. Para Brook, el espacio vacío o la ventana abierta. Palabra, silencios, una mesa, algún canto ceremonial, una iluminación apenas perceptible, un parpadeo. Tolcachir vuelve a fascinarnos con un texto magnífico de Mario Diament, un texto sin maniqueísmos, pero de resolución difícil: no es posible la paz, solo valen las actitudes personales. Tolcachir pone el sabio y humanísimo manejo de situaciones y personajes, el ritmo sincopado con saltos en el tiempo de la acción interna y externa.

Y unos intérpretes en estado de gracia, es decir traspasados por el conflicto. Alicia Borrachero (Yael), militante por la paz, judía, sobreviviente de un atentado, plena en su condición de personaje medular, viga maestra de toda la arquitectura de la función. Tristán Ulloa (Ilán), magistral en un hombre atormentado entre el escepticismo y el amor, un hombre práctico. Juan Calot (Dan Alón), el viejo judío militarizado y militante, eficaz y cruel por necesidad. Calot se ha convertido en un actor imprescindible del siempre brillante panorama español de segundones no protagonistas, un segundón con condiciones de primero. Malena Gutiérrez (Gueula Golán), contenida, sobria, contundente: la madre dolorida a la que un atentado palestino se le llevó por delante una hija. Abdelatif Hwidar (Hassan El-Fawzi), el terrorista evolucionado por no decir arrepentido. Hamid Krim (George Walid), el ambiguo abogado defensor, acaso también terrorista.

Un mundo en el que se mezclan las convicciones políticas y los conflictos humanos. Un espectáculo formidable, nada espectacular, que reabre la herida que sigue doliendo a la generación de los 60 y 70 y que aún no se ha cerrado: Palestina mártir. Un conflicto humano y geoestratégico que nos hizo adoptar, sin discusión el verso de Salim Yubrán: «¡Ay! almas de los muertos en los presidios nazis, si supierais vosotros, si supierais». O el de Mahmud Darwish: «Escribe que soy árabe. ¿Me detendrás por eso?» Quizá falte en este texto la arista política inevitable: Palestina apéndice árabe, de un panarabismo imperialista del petrodólar. El Estado de Israel, punta de lanza del imperialismo norteamericano. Frente al romanticismo puro de aquellos años algunos se planteaban estas cuestiones.


‘Tierra del fuego’

Autor: Mario Diament. / Director: Claudio Tolcachir. Escenografía: Elisa Sanz. Iluminación: Cornejo y Ion Aníbal. Reparto: Alicia Borrachero, Tristán Ulloa, Abdelatif Hwidar, Juan Calot, Malena Gutiérrez, Hamid Krim.


Por Javier Villán
Con información de El Mundo

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