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Mascate:una ópera fastuosa

Interior de la Royal Opera House de Mascate ©F. Carrión
Interior de la Royal Opera House de Mascate ©F. Carrión

Cuando su voz atronó en la inauguración de la Royal Opera House de Mascate, Plácido Domingo quedó impresionado por el templo de mármol italiano y madera birmana que había nacido de la nada en la árida y ardiente capital de un sultanato despojado de tradición musical. Tras cuatro años de singladura, la institución que deslumbró al tenor español es la envidia de los monarcas vecinos, que han decidido invertir sus petrodólares en edificar sus desvelos operísticos.

«Fue una noche emocionante. Tuvimos una personalidad de talla internacional como Plácido Domingo con una producción como el Turandot de Giacomo Puccini», recuerda Naser Al Tafee, uno de los directivos de la Ópera, desde el lujoso vestíbulo de imponentes pilares, artesonados de madera y deslumbrantes paredes de mármol. «Plácido admiró la acústica y la profesionalidad. El teatro, construido por completo de madera, es único en el mundo», agrega el funcionario omaní.

La presentación en sociedad de la Ópera, la joya de la corona del pequeño sultanato de Omán, fue un acontecimiento fastuoso. Corría octubre de 2011 y ni siquiera el ambiente de convulsión que recorría el mundo árabe empañó un estreno en el que, además de seducir al artista madrileño, se contrató a unos 350 músicos italianos. Desde entonces la programación no ha decaído. «Han pasado por aquí Andrea Bocelli, Renée Fleming, la orquesta de la BBC o el Mariinsky Ballet. Los mejores músicos, orquestas y ballets del mundo», presume Al Tafee.

La mole de resplandeciente y cegador mármol blanco, con la fisonomía de los fuertes que pueblan Omán, se extiende por un recinto de 80.000 metros cuadrados. La mitad de la superficie está dedicada a cuidados y frondosos jardines que abrazan al edificio, un capricho personal del sultán Qaboos. El monarca absoluto, hoy un septuagenario de salud quebradiza, fue educado en Reino Unido y es un ferviente amante de la música clásica. «La música clásica es una de sus pasiones junto a la astrología o la política. Su afición ha hecho posible un lugar como éste», reconoce su compatriota.

Nada ha quedado al azar en su formidable interior ni se ha escatimado un solo rial en su decoración. Celosías de madera (mashrabiya, en árabe), usadas en la arquitectura tradicional árabe, adornan los pasillos que dan al vestíbulo donde se expone la exclusiva colección de instrumentos antiguos del sultán. Las gigantescas lámparas que cuelgan en varias estancias, talladas en Austria, se inspiran en la época mameluca y el mármol de suelo y muros acoge elaboradas filigranas. «Hay también elementos de Al Andalus y de la presencia árabe en el sur de España porque lo consideramos una extensión de nuestra cultura», señala Al Tafee.

Tampoco falta, entre tanto alarde de finura, la tecnología más puntera. En cada uno de los asientos una pantalla táctil permite al espectador leer los subtítulos y el programa de cada actuación. Y el auditorio es capaz de mudar de teatro, con su foso destinado a la orquesta, a sala de conciertos. «Tenemos 850 plazas para ópera y 1150 para conciertos. Programamos unos 80 espectáculos al año y, como en Europa y Estados Unidos, tenemos que luchar para acercar la ópera al gran público. Organizamos actos gratuitos para escolares y a precios reducidos para familias», apunta el directivo.

«Se está convirtiendo en un lugar donde gente de todo el mundo se encuentra y disfruta de la experiencia artística», subraya Al Tafee. El éxito del recinto -cuyo presupuesto total se desconoce- ha animado a los vecinos del golfo Pérsico a plantar cara a los ulemas más pacatos que tildan la más leve melodía como «haram» (pecado) y acariciar el sueño de su propia Ópera. Dubai y Kuwait han anunciado su intención de levantar recintos y Doha cuenta desde 2010 con un centro de artes escénicas.

«Son muchos -admite- los países de la región que están construyendo su ópera. Hemos servido de inspiración para que otras naciones inviertan en cultura, fomenten el talento local y creen nuevos empleos». Y, con el orgullo desatado, agrega: «La ópera es la culminación de más de 40 años de esfuerzos de su majestad. Desde los años 70 contamos con bandas militares y en 1985 fundamos una orquesta sinfónica de reputación internacional formada íntegramente por omaníes. Ese es su legado».

Por Francisco Carrión
Con información de El Mundo

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