Los hombres del Hadramaut
Hadramaut – Posiblemente la región lleva el nombre de un apodo de Umar ibn Qahtan (عمرو بن قحطان ) que significa «la muerte ha llegado», que viene de /ḥaḍara/ (en árabe «ha llegado») y /maut/ («muerte»). En alusión a que cada vez que participaba en una contienda, siempre había muchos muertos. Otra hipótesis es que después de la destrucción de los tamudeos, el mismo profeta islámico Saleh reubicó a unos 4.000 de sus seguidores en la zona conocida como Hadramaut, donde murió, por lo que la región fue llamada «la muerte ha llegado».
Los hombres del Hadramaut, como los del sur de Yemen, no llevan la típica túnica árabe. Por arriba, se ponen una camisa o camiseta, y por abajo utilizan el maawiis. Se trata de una tela rectangular que se enrolla alrededor de la cintura, al estilo de un pareo, y luego sobre sí misma para que se sujete. Aunque para mayor seguridad también hay quien utiliza un cinturón del que cuelga la daga, el omnipresente móvil y, según cómo y dónde, incluso un revólver.
El diseño de los maawiis es muy variado. Los hay de cuadros Madrás, de rayas, florales, con arabescos, claros y oscuros. Ahora mismo los que predomina son los de dibujos geométricos y colores tierra. Para los aficionados a las telas es la perdición. Son tan bonitos que resulta difícil elegir uno.
Había visto esa peculiar falda masculina en Aden, la capital del sur yemení, y también en el vecino Omán, donde resulta prodigioso cómo los pescadores suben y bajan de las barcas sin que se les descomponga el atuendo. La provincia del Hadramaut es el puente entre ese país y el resto de Yemen. Con su larga costa sobre el mar Arabia resulta natural que sus habitantes compartan costumbres comunes.
Lo que nunca había visto ni en Aden ni en Omán es la curiosa forma de sentarse de los hombres del Hadramaut. Cruzan las piernas y se atan el pañuelo del turbante alrededor del cuerpo de forma que su presión sirva de apoyo a las rodillas. Visto desde fuera el efecto no deja de ser curioso. Da la impresión de que alguien les hubiera castigado y dejado atados para que no se escapen.
Lo que no se les escapa nunca es una postura comprometida que pueda revelar su intimidad. Y sí, ya sé que muchos (y muchas) se estarán preguntando ¿y debajo del maawiis qué? Pues como en el caso de la falda escocesa, se admiten apuestas.
Por Ángeles Espinosa
Con información de : El País
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