Tras las huellas de María Magdalena
La figura de María Magdalena, la intrigante amiga de Jesús, ha vuelto a su pueblo en Galilea, Palestina, con honores, acompañada de un séquito imposible de imaginar hace más de 1800 años, integrado por judíos, cristianos, árabes, musulmanes y latinoamericanos. Todos ellos enamorados de la mujer que caminó al lado y a la par del pescador de hombres.
A través de un trabajo conjunto que involucró a la Autoridad de Antigüedades Judías, la Iglesia Católica y a arqueólogos de la Universidad Anáhuac del Sur de México, entre otros profesionales, recientemente se logró descubrir la ciudad de María -discípula de Jesús- a orillas del lago de Galilea.
En el lugar se descubrió, además de las viviendas, los baños donde se realizaban ritos de purificación y el puerto de la ciudad, sino también la sinagoga del pueblo, que se remonta a la época del segundo templo y a los peregrinajes de Jesús. En el lugar se ha construido un complejo para exhibir los hallazgos arqueológicos, un local de atención a peregrinos, un centro para el estudio del papel de la mujer en el cristianismo primitivo y moderno, y una Iglesia, quizás las más sorprendente en Tierra Santa.
Seguidora solidaria, prostituta o mensajera… ¿Quién fue en realidad María Magdalena? ¿Qué tipo de relación le unía al maestro? ¿Cómo consiguió un lugar destacado entre los 12 apóstoles, en una sociedad machista? La curiosidad que ha despertado su figura ha inspirado libros, pinturas, poemas y leyendas.
Esta mujer es citada en los evangelios en varias situaciones. Lucas cuenta que ella, que había sido curada por Jesús, alojó y asistió materialmente al maestro y a sus discípulos. Los evangelistas Marcos, Mateo y Juan coinciden en que ella se encontraba en Jerusalén. Es más, narran que estuvo parada junto a la cruz cuando Jesús atravesó su prueba máxima.
Según Marcos y Mateo ella también conoció el lugar de su sepultura. Y también fue testigo, junto a otras mujeres, de la resurrección. Muchas veces es identificada como la mujer adúltera a la que Jesús rescata cuando está a punto de ser lapidada o la que ungió con aceite perfumado al maestro.
En el tiempo que pasé en suelo palestino tuve la oportunidad de visitar la Iglesia Duc in Altum (‘Rema mar adentro’). Asistí a la consagración de este centro religioso, en el que participaron cuatro obispos y unos 40 sacerdotes concelebrantes. Había también representantes de la Iglesia Ortodoxa Griega, de la Iglesia de Escocia y otras confesiones cristianas, incluyendo algunos judíos.
SERMONES EN EL MAR
La capilla se inspira en las prédicas de Jesús en el Lago de Galilea y en el papel preponderante que han tenido las mujeres en la evangelización y la vida de la Iglesia. De la Garza, uno de los arquitectos encargados del diseño de la Iglesia explicó que ‘en el atrio, cada columna tiene el nombre de una mujer del evangelio, pero hay una que no tiene nombre, porque está dedicada a todas las mujeres que son columnas de sus familias y transmisoras de la fe’.
El altar tiene forma de barca, precisamente porque desde la barca, Jesús enseñaba a sus discípulos. ‘Queremos que quien venga, pueda hacer la misma experiencia’, explicó Solana.
La artista chilena María Ortiz de Fernández se encargó del diseño de esta barca, así como también de la decoración de la Iglesia. De Fernández explicó que se inspiró en la antigua sinagoga de Magdala. Lo que busca era hacer que tanto judíos como musulmanes, así como la gente de los alrededores, estuviera a gusto en un edificio cristiano.
El altar es una barca diseñada por ella. De Fernández explicó que está hecho de madera de cedro de Líbano, de forma similar a la que se utiliza en el Templo de Jerusalén. ‘María Magdalena fue una mujer que acogió a Jesús y a sus apóstoles, que le siguió, que posiblemente le dio consejos y sugerencias. Debió ser auténtica y fuerte. Eso fue lo que quise hacer sentir al visitante cuando arriba al Duc in Altum’, expresó la artista.
Recordó que en el diseño original, frente al gran ventanal y detrás del altar, se había contemplado colocar un piso en el patio, que se extendería hasta el lago. Ella le dijo a Solana que ésa no era su visión del pueblo de María Magdalena, que en su lugar debería verse una playa a orillas del lago, como antes, y el director aceptó el cambio. La arena, las piedrecillas y los árboles se mantuvieron. ‘Había que mantenerlo lo más auténtico y real posible. Eso se ha conseguido’, afirmó.
Los arquitectos son un grupo de tres jóvenes árabes-cristianos de Nazareth, Nassi, Shiram y Ramin Nakhleh a quienes, entre otros, se les entregó un reconocimiento público por su trabajo. Los donantes -muchos de ellos procedentes de Latinoamérica- también fueron objeto de un reconocimiento.
Por Adis Urieta
Con información de La Estrella de Panamá
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