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Antonio Machado, la poesía murió en el exilio

Antonio Machado por Joaquín Sorolla Bastida
Antonio Machado por Joaquín Sorolla Bastida

‘Adiós, madre’ fueron sus dos últimas palabras. Tras pronunciarlas entró en coma y falleció a las tres y media de la tarde del 22 de febrero de 1939. Su madre, que agonizaba en la misma habitación, fallecía tres días después.

Antonio Machado, era republicano hasta la médula. Sus escritos dan fe de ello: “Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra República de la mano. La naturaleza y la historia parecen fundirse en una clara leyenda anticipada o en un romance infantil…”

Con el estallido de la Guerra Civil se ve obligado a huir de Madrid. Junto a su familia se aloja en Villa Amparo, en la levantina Rocafort. Aquejado de una grave enfermedad bronquial, fruto de un arraigado tabaquismo. El poeta está extenuado. La ruta del exilio no hace sino minar aún más su afección. En marzo de 1938, el avance de las tropas franquistas le dirige hacia Barcelona, donde la familia Machado se aloja en el Hotel Majestic, uno de los más lujosos de la ciudad, repleto de personajes comprometidos empujados como él al exilio por su ideología política, como los escritores León Felipe o José Bergamín. El poeta se halla apesadumbrado: la marcha de la guerra no le convence y la separación de su amada Guiomar, sumada a su precaria salud, acentúan dicho estado.

El 25 de abril, los Machado deciden abandonar las dos habitaciones que ocupaban en el Majestic y se instalan en la Torre Castanyer, en el señorial barrio de Sant Gervasi.

El poeta continúa publicando en La Vanguardia, colaboración iniciada en 1937 y que se prolongará hasta 1939, concretamente hasta el 6 de enero de dicho año, fecha en la que publicaría su último artículo en nuestro diario, máximo exponente de la prensa republicana de la época.

Pero el 22 de enero, la familia Machado decide huir ante la inminente toma de Barcelona por las tropas franquistas, algo que ocurriría tan solo cuatro días después.

Un convoy repleto de intelectuales les trasladará a Francia. Tras seis días de trayecto, alcanzarán la frontera de Portbou y, como aquellos miles de republicanos que protagonizaron uno de los más trágicos éxodos de nuestra historia contemporánea, se verán obligados a convertirse en refugiados de guerra. Finalmente, el 28 de enero logran llegar a Cotlliure donde se instalan en un modesto hotel, el Bougnol- Quintana.

Pero el trayecto, plagado de infortunios, mella la ya mermada salud del poeta y, apenas un mes después de su llegada, fallece. En un bolsillo de su gabán se encuentra un trozo de papel en el que Machado había garabateado su último verso, un canto al pasado, una rememoración de la perdida niñez: ‘Estos días azules y este sol de la infancia’. La bandera republicana que defendió hasta el fin de sus días se convierte en su mortaja.

Por Teresa Mª Amiguet Molina
Con información de : La Vanguardia

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