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Escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo

«En esta vida hay que hacer tres cosas: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo»…

Manuscrito del Córan en pergamino azul. Turquía, año 1793. ©Furusiyya Art Foundation.
Manuscrito del Córan en pergamino azul. Turquía, año 1793. ©Furusiyya Art Foundation.

Este dicho tan conocido, se basa en la adaptación de un relato profético de Muhammad, Mensajero del Islam. Este dicho, aún siendo tan conocido, pocos conocen su significado y el objetivo de estas tres cosas mencionadas, que son: el hijo, el libro y el árbol. Como también suponemos, que mucha gente se habrá preguntado el por qué de estas tres cosas en particular.

El relato en sí cita lo siguiente: «La recompensa de todo trabajo que realiza el ser humano, finaliza cuando éste muere, excepto tres cosas: una limosna continua, un saber o un conocimiento beneficioso y un hijo piadoso que pide por él, cuando éste esté en la tumba». (Relato profético transmitido por Muslim, Abu Daud y otros narradores).



De entre las enseñanzas dogmáticas que enseña el Islam, se encuentra la creencia en el último Día o el día del Juicio, donde Allah – Alabado sea -, juzgará a todos los seres humanos por sus acciones y los premiará o castigará conforme a sus actos realizados en esta vida presente. Dice Allah en el Sagrado Corán: «La Hora llega – estuve a punto de ocultarla – para que cada uno sea retribuido según su esfuerzo» (sura Taha: 15).

En el Islam, todo buen trabajo que el musulmán lleva a cabo, Allah se lo recompensará el día del Juicio, ya que como Él mismo dice en el Sagrado Corán: «Quien haya hecho el peso de un átomo de bien, lo verá», (sura el terremoto: 7). Dicha recompensa, le ayudará a pasar el examen de la toma de cuentas, donde se medirán todas sus acciones – buenas y malas – y, al final, Allah dictaminará su destino final: bien al Paraíso o bien al Infierno. Por ello, cuando el musulmán muere, muere con él la posibilidad de realizar más obras piadosas. Sin embargo, por Gracia y Misericordia de Allah, el fruto de las buenas obras puede seguir trayendo recompensa al musulmán aún estando éste ya muerto. En este relato profético en concreto, se hace referencia a tres cosas que le seguirán trayendo al musulmán recompensas, las cuales verá reflejadas en el registro donde figurarán sus acciones, el día que se presente ante Allah.

La limosna continua a la que se hace referencia en el relato profético, es toda buena obra que sigue dando sus frutos a la persona que la ha hecho, sin que éste tenga que volver a realizarla de nuevo para conseguir una nueva recompensa, tal y como en este ejemplo adaptado se nos da el ejemplo del árbol. La persona que planta un árbol o pone la semilla del mismo para que crezca un árbol, será recompensada, cuando cualquier persona coma de él algún fruto, repose bajo su sombra o le pueda contraer cualquier beneficio en particular. Otro ejemplo, podría ser, cuando una persona da una donación para construir un hospital. Así, toda persona que se beneficie por la ayuda que le preste dicho hospital, será tenido en cuenta por Allah igualmente y se lo recompensará a dicha persona, aunque ésta esté muerta y mientras dicho hospital siga funcionando.

En cuanto al libro que se cita en el famoso dicho, hace referencia al saber o al conocimiento que puede dejar alguna persona tras unos estudios o unas investigaciones. Sin embargo, dicho conocimiento debe ser beneficioso y provechoso para la gente, ya que si fuera al contrario, todo el mal que pudiera dejar alguien, ya sea ello en forma escrita o materialmente, y la gente, se viera perjudicada por ello, todos los males que pudiesen acarrearse de dichas obras, serán tomados en cuenta por Allah, no sólo contra la persona que lo hizo, sino también, contra aquel que los transmite, los divulga o los materializa. Es más, todo el mal que haga la persona originaria y las que lo hagan tras él, el castigo acumulado por todos ellos, le será tenido en cuenta a la persona originaria del mal. Hay muchas aleyas y relatos proféticos referentes a este tema en el Islam. De entre lo mucho que existe, podemos citar el relato profético siguiente: «Quien establece una buena costumbre en el Islam, tendrá la recompensa de su acción y aquella de quien sigue su ejemplo, sin que disminuya en nada (para la persona originaria del acto piadoso) la recompensa de los que la siguieron. Y quien establece una mala costumbre en el Islam, caerá sobre él su castigo y de todo aquel que la siguieron, sin que disminuya nada del castigo (para la persona originaria del mal) que fueron acumulando». (Relato transmitido por Muslim).



Finalmente, el hijo al que se hace referencia en el dicho, es el hijo que hace plegarias a Allah por su padre, cuando éste ya fallecido, recibe la Misericordia y el Perdón que Allah le manda, tras haber escuchado al hijo. En el Islam, no hay nada más santo y más importante tras la unicidad de Allah, que el respeto y amor a los padres. Dice Allah en el Sagrado Corán: «Tu Señor ha decretado que no debéis servir sino a Él y que debéis ser buenos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos envejecen en tu casa, no les digas: «¡Uf!» y trates con antipatía, sino sé cariñoso con ellos» (sura del viaje nocturno: 23). Y, cómo no van a recibir los padres dicho trato, siendo ellos quienes le dieron la vida, lo criaron, lo mimaron, lo amaron, le dieron todo lo que tenían en sus manos y más, siempre pensando en lo mejor para él, hasta que llegara el día en que pudiera valerse por sí mismo. Por ello, faltar el respeto a los padres y desobedecerles, es de las faltas más graves que existen en el Islam.

Ésta, es la explicación de este relato profético y la aclaración del dicho tan conocido, pero tan poco comprendido.

CCIV

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