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El Islam y la iniciativa suiza anti-burka

Suiza atrae cada vez más a turistas del mundo árabe, pero son pocas las regiones que suelen recibir regularmente la visita de mujeres con velo (Keystone)
Suiza atrae cada vez más a turistas del mundo árabe, pero son pocas las regiones que suelen recibir regularmente la visita de mujeres con velo (Keystone)

En varios países europeos ya se ha introducido, y el cantón del Tesino siguió el ejemplo. Ahora, una iniciativa popular quiere prohibir el uso del burka en toda Suiza. ¿Son el burka y el niqab símbolos del islamismo radical que deberían prohibirse? Cara a cara entre dos diputados.

La islamización amenaza a Suiza, advierte Walter Wobmann, diputado de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) y miembro del comité de la iniciativa que quiere inscribir en la Constitución la “prohibición de cubrirse el rostro”. La iniciativa, que lanzó este martes el comité de Egerkingen veda que uno pueda taparse la cara, tanto por motivos criminales como religiosos.

Alec von Graffenried, diputado del Partido Ecológico y presidente de la Oficina de Turismo de Berna, rechaza la iniciativa porque discrimina a toda una comunidad religiosa.

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Ambos parlamentarios comparten sus argumentos:

Señor Wobmann, ¿con cuántas mujeres vestidas con un burka o un niqab se ha topado en las calles de Suiza?

Walter Wobmann: Con muchas, y cada vez son más. Y si no queremos que esto siga así, tendremos que establecer reglas claras ahora y no cuando haya todavía más.

¿Qué le pasó por la mente en esos momentos?

W.W.: Esto no forma parte de nuestra cultura. Aquí la gente muestra su rostro. Aquí el velo está fuera de lugar. Pero también es una cuestión de seguridad. Una persona se puede esconder sin dificultad bajo esa prenda para perpetrar un ataque terrorista. (sic)

Se estima que en Suiza hay entre 150 y 300 personas que visten un burka o un niqab. Se trata, por tanto, de un fenómeno marginal. ¿No alimenta usted la islamofobia con su iniciativa?

W.W.: Para nada. Los musulmanes pueden practicar su fe desde hace varias décadas en Suiza, y para ello no necesitan ni burka, ni niqab, ni minaretes. Muchos musulmanes me dan incluso la razón. Quieren que los suizos se opongan a esta tendencia; rehúsan hacerlo ellos mismos por miedo.

Señor Graffenried, ¿son islamófobos quienes respaldan esta iniciativa?

Alec von Graffenried: Yo coincido en que el burka no forma parte de nuestra cultura. Yo vivo en Berna y no he visto ni un solo burka en los últimos tres años. Los veo en los carteles de la UDC, pero no en el día a día. El planteamiento de la iniciativa supone en sí mismo una discriminación.

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Los huéspedes del mundo árabe son cada vez más importantes para turismo suizo. En la región de Interlaken son el tercer grupo de clientes más importante. Según el director de Interlaken Turismo, la aprobación de la iniciativa sería un revés para el sector. Usted es presidente de Berna Turismo. ¿Comparte el juicio de su colega?

A.v.G.: Las iniciativas discriminatorias como esta dañan la imagen de hospitalidad de un país.

W.W.: No me haga reír. Antes dijo que en Suiza apenas hay mujeres que cubren su rostro con el velo, y ahora dice que puede ser perjudicial para el turismo.

A.v.G.: No me refiero a las mujeres con velo que dejarían de venir a Suiza. Me refiero a que la iniciativa afecta a toda una religión y desprestigia la libertad de culto. Y ello por un presunto problema que, en realidad, no existe.

W.W.: Es el mismo argumento se esgrimió antes de la votación para prohibir la construcción de nuevos alminares. En realidad, la iniciativa no despertó ningún interés en el mundo árabe. Al contrario, estas personas colaboran incluso más con nosotros. También ha crecido el número de turistas.

Minaretes, burka y niqab son símbolos típicos del islam radical que nadie quiere en nuestras latitudes. (sic)

A.v.G.: Esto no tiene nada que ver con los minaretes.

W.W.: ¿Cómo que no? Yo he estudiado el islam. Son símbolos del poder del islam que imperan en el norte de África y Oriente Próximo.

Aquí es donde podemos diferenciarnos. Otros países europeos ya lo han hecho, sobre todo, en las ciudades donde la islamización ha progresado, donde hay tantas mujeres con velo que prácticamente es imposible prohibir el burka. No podemos permitir que esto suceda aquí.

A.v.G.: Si la iniciativa contra los minaretes ya no supone ningún problema, gracias a Dios, se debe, en primer lugar, a que caído en el olvido. Antes de la votación había solo dos o tres alminares en Suiza. Pero decir a una comunidad religiosa que sus símbolos no son bienvenidos no es un acto amable hacia esa religión. Los miembros de ese colectivo se sentirán agredidos.

W.W.: El desencadenante de la iniciativa contra los alminares fueron los permisos que se solicitaron para construir otros cinco alminares.

Volvamos a la iniciativa que pide prohibir el cubrimiento del rostro. ¿Cómo valoran el mensaje del sector turístico que busca atraer a clientes adinerados –con o sin velo– de esos países para recibirlos como reyes en hoteles de lujo?

W.W.: No se trata solamente del turismo. Si tengo que decidir entre los valores fundamentales de nuestro país y un par de francos, entonces me decanto claramente por los valores fundamentales. Se están exagerando las repercusiones para el turismo si se prohíbe el burka. A la gente pudiente de esos países les tiene sin cuidado.

A.v.G.: La prohibición del burka es la respuesta errónea a una cuestión que no se está planteando en estos términos. En la actualidad no existe ningún problema con mujeres que llevan burka.

¿Cómo se comunica con un turista que cubre su rostro?

A.v.G.: No soy partidario del velo integral. Cuando se requiere mostrar la foto del carnet es inadmisible que alguien se niegue a desvelar su cara alegando que no lo puede hacer por motivos religiosos. Pero por ello no es necesario que se decrete una prohibición general del burka, zahiriendo a toda una comunidad religiosa.

Usted es un defensor convencido de la equiparación de los derechos de la mujer a los del hombre. ¿No le molesta que se les prohíba a esas mujeres mostrar su rostro?

A.v.G.: Esta cuestión debe someterse a discusión, pero de manera diferenciada. ¿En qué medida la libertad de culto perjudica la libertad individual? ¿Y cómo podemos ofrecer a los miembros de una comunidad de creyentes la posibilidad de emanciparse de estructuras familiares autoritarias si así lo desean?

Si queremos responder a estas preguntas, no debemos debatir sobre la prohibición del burka, sino sobre otras medidas. ¿Qué valores son importantes para nosotros? Deberíamos hablar, por ejemplo, de la educación. No apoyaría la decisión de alguien que, por razones religiosas, se ausenta de las clases de natación. Los cursos de natación forman parte de la integración en la sociedad.

W.W.: Quien oculta su cuerpo entero no tiene ningún interés en integrarse. Y es exactamente ese modo de vida que no quiero tolerar aquí, porque pone en peligro nuestra sociedad liberal y democrática.

Una sociedad democrática liberal también garantiza la libertad de culto. Y prohibir el burka atenta contra esa libertad, según las organizaciones de defensa de los derechos humanos.

W.W.: Eso no es cierto. La prohibición del burka en Francia fue aprobada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo…

A.v.G.: Me alegra escuchar, por una vez, de boca del señor Wobmann este cántico al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

W.W.: Alguna vez lo podré hacer, ¿no?

A.v.G.: Según le conviene, ¿verdad?

W.W.: En la mayoría de los casos, el Tribunal se pronuncia en contra de Suiza. Pero en esta cuestión ha tomado una decisión muy clara.

¿Lanzan esta iniciativa para defender los intereses de las mujeres oprimidas en los países árabes?

W.W.: No. No me compete inmiscuirme en asuntos internos del mundo árabe. Pero no quiero tolerar este modo de vida aquí. Sinceramente no entiendo por qué los Verdes y la izquierda defienden el burka.

A.v.G.: Yo no lo defiendo. Es más, muchas veces me pregunto si esas mujeres se cubren el rostro de manera voluntaria.

¿Y cuál es su respuesta?

A.v.G.: Es una pregunta que no admite una respuesta general. Es importante que el acceso a la educación sea libre y que la libertad de culto, al igual que todas las demás libertades individuales, esté garantizada. Debemos promover esto.

¿No es contradictorio hablar de derechos humanos en relación al burka? ¿Prescribir el cubrimiento del rostro no constituye en sí una violación de los derechos humanos?

A.v.G.: Hay mujeres que dicen que su libertad consiste en vestirse de este modo. En esos casos, prohibírselo sería limitar su libertad.

Comité de  Egerkingen

El denominado Comité de Egerkingen en torno al diputado Walter Wobmann (UDC) ha lanzado una iniciativa, según la cual debe prohibirse que uno pueda cubrirse el rostro.

La iniciativa contempla excepciones en caso de que prevalezcan razones de salud, de seguridad, de clima o de costumbres autóctonas.

De ser aprobada en las urnas por doble mayoría (de cantones y de población), las autoridades tendrán que elaborar un artículo constitucional correspondiente en el plazo de dos años.

Se trata del mismo comité que lanzó la iniciativa para prohibir la construcción de minaretes.


Prohibición del burka en Europa

Francia, Bélgica e Italia prohíben el uso del burka u otro tipo de velo. España y los Países Bajos prevén leyes similares.

La población del cantón del Tesino se pronunció en 2013 a favor de la prohibición de cubrir el rostro en el espacio público. La iniciativa se oponía también al cubrimiento de la cara por motivos religiosos, incluyendo, por tanto, el burka y el niqab.

En el cantón de Zúrich, la Unión Democrática Federal (UDF, formación cristiana y conservadora) pretende hacer extensiva la existente prohibición del cubrimiento a las musulmanas. Si fracasa su iniciativa parlamentaria, quieren convocar una iniciativa popular.

Según una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de julio de 2014, la ley francesa, que prohíbe cubrir la cara en el espacio público, se ajusta al Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Turistas bienvenidos

“Los árabes son los turistas que más dinero gastan proporcionalmente a la duración de su estancia. Por ello debemos evitar hacerles un feo”, advierte Stefan Otz, director de Interlaken Turismo. “Estamos trabajando intensamente en el mercado árabe”.

Para Interlaken, los turistas de los países árabes son el tercer grupo más importante, detrás de los suizos y los chinos. “Si tienen la impresión de que se van a ver limitados en sus hábitos, dejarán de venir. Eso sería fatal.”

Interlaken Turismo ofrece cursos especiales para el trato con turistas árabes. “Acuden incluso policías, personal ferroviario, taxistas, funcionarios y personal sanitario”.

No debemos renunciar a nuestros valores, pero tampoco imponérselos a los huéspedes, afirma Otz invocando la tolerancia.


Por Peter Siegenthaler / Traducción del alemán: Antonio Suárez
Con información de Swissinfo

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