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Una huelga de hambre que destapó (todavía más) el Apartheid israelí


Las manifestaciones y protestas del pueblo palestino y las acciones solidarias en todo el mundo fueron una fuente considerable de ánimo y moral para los y las huelguistas, también de preocupación para las autoridades israelíes.

El pasado 29 de mayo el jefe de la Autoridad de Asuntos de Prisioneros y Detenidos palestinos, I’ssa Qaraq’e, declaró en una rueda de prensa el fin de la huelga de hambre de alrededor de 1.700 prisioneros y prisioneras palestinas en cárceles israelíes. La rueda de prensa tuvo lugar dos días después de que los y las pocas abogadas que tuvieron acceso a las cárceles israelíes llevaran la “noticia de la victoria”.

Conviene mencionar que todavía el Movimiento Nacional Encarcelado que es el organismo de los y las prisioneras palestinas dentro de las cárceles de Israel, no ha publicado una declaración final sobre los detalles de esta huelga de hambre. Sin embargo, los puntos acordados por las autoridades israelíes ya se saben en su totalidad: se logró una mejora considerable en todos los aspectos de la vida diaria dentro de las cárceles, tales como reunificar a todas las prisioneras en la misma cárcel, tener un teléfono público para las prisioneras y los prisioneros menores y los enfermos en el hospital de Arramla, mejorar la situación en la que se dan lugar las visitas; tener dos visitas por mes en vez de una y permitir las visitas a los y las sobrinas menores de seis años. Se acordó asimismo permitir a los presos la visita de dos familiares en lugar de los padres si estos han fallecido así como anular la condición de “prohibición de seguridad” que cae sobre 140 menores cuyos padres están encarcelados, entre otras medidas.

Las dos demandas “políticas” de los y las huelguistas, la abolición de la detención administrativa y del confinamiento solitario, no se lograron porque este tipo de demandas necesitan un apoyo político y popular. El apoyo popular palestino no cesó en todo momento durante la huelga de hambre. Seis palestinos perdieron la vida protestando contra las medidas de tortura israelíes practicadas hacia los y las huelguistas. En cuanto al apoyo político palestino, este no fue lo fuerte que requería debido a la debilidad de todos los componentes del espectro político palestino.

El conjunto político y geoestratégico en Palestina siempre ha jugado un papel importante apoyando a los y las huelguistas y presionando a Israel en las pasadas 26 huelgas colectivas de hambre en las cárceles israelíes desde los años 60. El tamaño de la participación de prisioneros y prisioneras y su calidad de organización también son decisivas.

La respuesta israelí a esta reciente huelga de hambre ha sido muy violenta, no sólo a nivel de declaraciones por parte de los ministros israelíes, como Avigdor Liebermann, que quiso dejar a los y las huelguistas morir, o el ministro de Seguridad Interna y Asuntos Estratégicos dentro de Israel, Gilad Erdan, que llegó a decir que no negociaría nunca; o el miembro de la Knesset, Oren Hazan, expresó su deseo de que se mueran. Sino tambien a nivel de violencia física ejercida contra los huelguistas de hambre por parte del Servicio de las Cárceles Israelíes, de las unidades del Ejército israelí “Nahshon”, “Dror” y “Matsada”. Además, hubo continuas y serias amenazas de proceder a la alimentación forzosa. Los medios israelíes dijeron que un alto mandatario israelí estaba considerando traer médicos de un país extranjero para efectuar la alimentación forzosa contra los huelguistas de hambre palestinos ya que los representantes de médicos israelíes rechazaron participar en esta práctica, considerada tortura por las leyes internacionales. Las declaraciones amenazantes de Gilad Erdan en el décimo octavo día de la huelga durante un entrenamiento de la unidad de represión en las cárceles “Matsadah”: “tenemos que considerar todas las opciones” fue una clara alusión al uso de la fuerza.

Teniendo en consideración que, a parte de dos huevos, un plato de judías pochas, media hora de patio al día y dos mantas, todo lo demás es un “privilegio” – aunque son derechos según los convenios internacionales- solo obtenido por huelgas de hambre, la arrogancia israelí y la adversa coyuntura, los y las huelguistas de hambre alcanzaron un logro muy importante y muy respetable. Mejoraron sus condiciones de vida gracias a una acción conjunta entre los prisioneros y prisioneras de Fatah, FPLP, Hamas y la Yihad Islámica. Fue la primera acción que unió a todas estas facciones contra las autoridades de la ocupación israelí desde la división palestina de 2007 entre Fatah y Hamas.

Las manifestaciones y protestas del pueblo palestino y las acciones solidarias en todo el mundo fueron una fuente considerable de ánimo y moral para los y las huelguistas, también de preocupación para las autoridades israelíes. Finalmente, el Servicio de la Seguridad Interna Israelí, el Servicio de las Cárceles israelíes y representantes del ministerio de Seguridad Interna israelí tuvieron que hablar con los dirigentes de la huelga de hambre. Estos han formado ahora un comité para controlar y seguir la implementación del acuerdo del fin de la huelga.

Estos días las personas presas que participaron en esa huelga de hambre de 41 días toman sopas y líquidos calientes de mucha mejor calidad. Saben que, no obstante, la lucha por proteger sus logros no ha finalizado y es muy posible que Israel vuelva a suspenderlos como lo hizo en veintiséis ocasiones. Lo que es seguro es que los y las prisioneras palestinas no dudarán en lanzarse a otra huelga de hambre si Israel no cumple con lo acordado.

Fuera de las cárceles israelíes -destino por el que pasan obligatoriamente uno o varios miembros de cada familia palestina que vive bajo la ocupación israelí-, el pueblo palestino sufre del racismo israelí, de las medidas de ocupación ilegales que hacen que siendo palestino tengas que ir a cortes militares, mientras que los colonos israelíes que cometen los mismos actos pasan a cortes civiles. El mejor apoyo para los y las prisioneras palestinas es resolver su causa y llevar a los altos mandos del Servicio de las Cárceles Israelíes, el Servicio de Seguridad Interna y el gabinete israelí a rendir cuentas ante la Corte Penal Internacional por todos los crímenes contra los derechos humanos y las convenciones internacionales que están llevando a cabo de forma impune.

Acerca del autor: Mussa’ab Bashir es periodista gazatí. Analista de Asuntos Israelíes y ex prisionero político palestino.

Fuente: Desinformémonos

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