ActivismoDDHHMedio OrientePalestinaPoliticasionismo

Odio y división en Israel

Mucho se ha hablado de la polarización política que atraviesa el mundo. En Estados Unidos republicanos y demócratas son incapaces de trabajar en conjunto, y la elección del año pasado dejó claro que el país se divide entre el mundo rural y el urbano.

Lo mismo sucedió en la Gran Bretaña a raíz del Brexit y lo mismo se pronostica para la elección de México. Sin embargo estos casos no se comparan con el clima político en Israel hoy en día.

En México el país está polarizado en líneas políticas; en el caso de Estados Unidos se suma la dimensión racial. Dos divisiones existen en Israel; por un lado, la derecha que busca ya sea preservar el status quo en los asentamientos o ocupar más tierra y por el otro lado, el centro-izquierda que está dispuesto a llegar a un compromiso que traiga la paz.

Étnicamente el país está dividido entre judíos askenazis, que provienen de Europa central y del Este y judíos mizrahi que provienen del norte de África y el Medio Oriente.

Aunque buena parte de los Askenazis, en especial los sectores religiosos, votan por la derecha, el campo de centroizquierda está en su mayoría compuesto por askenazis. Los judíos mizrahi, que sufrieron intensa discriminación en las primeras décadas después de su llegada a Israel y que, como resultado de esto, tienden a estar concentrados en áreas pobres y poco desarrolladas, apoyan a la derecha. Es decir que la división étnica es también una división de privilegios y, en cierta medida, una división política.

A estas dos divisiones hay que sumarle la brecha entre el sector religioso, que busca imponer principios teológicos en el gobierno israelí (por ejemplo, impiden que haya transporte público en sábado) y la mayoría secular. Por último, la última línea de división es entre la población judía y la población árabe (20 por ciento de los ciudadanos israelíes).

El resultado de estas divisiones es un ambiente polarización extrema que no se reduce a diferencias políticas, sino que se traduce en expresiones públicas de odio y en episodios de violencia.

La semana pasada se conmemoró en Israel a los muertos en batalla y a las víctimas del terrorismo. Como parte de esto, hubo un evento conjunto entre familiares de víctimas israelíes y palestinas que se reunieron en Tel Aviv para conmemorar juntos su dolor.

Al evento llegaron miles de personas, pero también grupos de choque de corte fascista que trataron de detener el evento con violencia y gritaron a las familias en duelo que eran traidores y deberían abandonar el país. Para un sector importante de la derecha cualquiera que se oponga a su proyecto expansionista es un traidor a la patria, ¿cómo prevenir que todas estas divisiones se tornen en odio y violencia? Se necesita de un liderazgo que, ante todo, ponga al frente los valores democráticos, se manifieste en contra del odio y trate a los ciudadanos como iguales.

En cambio, Netanyahu hace uso de estas divisiones para fortalecerse e incita el odio contra la izquierda y contra los árabes para ganar votos.

Para lograr no sólo la paz con Palestina, sino también la reconciliación del país, Israel necesita más que nunca un cambio de liderazgo.

Por Gabriel Morales Sod
Con información de La Razón

©2017-paginasarabes®

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

seis − dos =

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.