Memorias:Entrevista a David Rockefeller
¿Qué sería de Nueva York sin un Rockefeller contemplando la ciudad desde las alturas? De este modo recibió a Magazine el nieto más joven del fundador de la saga. El poderoso y multimillonario David Rockefeller, de 88 años, vio cómo se derrumbaban las Torres Gemelas desde su oficina en un piso 56. Es republicano, pero no aprueba la visión unilateral de Bush y no sabe si le votará. Ha tratado con los personajes más influyentes, incluidos dictadores como Sadam o Pinochet y líderes comunistas. Ahora cuenta su experiencia en sus “Memorias”.
Desde las ventanas de su oficina, en el piso 56 de un rascacielos del Rockefeller Center, se divisa todo el sur de Manhattan. El panorama del Empire State, el río Hudson y hasta el agujero del World Trade Center no es una visión exclusiva de David Rockefeller, pero él es uno de los pocos que puede utilizar con propiedad la frase: “Ésta es mi ciudad”. Ayudó a construirla y financió su expansión, desde las Torres Gemelas –también conocidas como Nelson, por su hermano mayor, y David– hasta la frontera con Harlem, donde, de niño, llegaba patinando, con una limusina al lado por si se cansaba.
Como presidente de Chase Manhattan, tejió la red de intereses económico-políticos de Estados Unidos en todo el mundo. A los 89 años, el nieto más joven del fundador de la saga petrolera asegura no arrepentirse de sus negocios con Augusto Pinochet, Sadam Husein o Mao. Afable y sonriente, con su lenguaje elaborado y su corrección aristocrática, cree en “el diálogo”. Lo cuenta, con extrema educación y “sin dañar a nadie”, en sus Memorias, que presenta esta semana en Madrid.
PREGUNTA. Usted ha sido el primer Rockefeller en escribir unas memorias. ¿Por qué?
RESPUESTA. Ha habido muchos libros sobre la familia y nadie había escrito desde dentro. Creo que he conocido a gente interesante. Otros miembros de mi familia no se sintieron inspirados o no quisieron por todo el trabajo que supone.
P. ¿Por qué nunca se dedicó a la política abiertamente? En el libro menciona las dudas de su mujer.
R. Sí, ella hubiera sido infeliz al convertirse en una figura pública, pero siempre me habría apoyado. Mi carrera me hizo estar en contacto con mucha gente, elegí hacer política desde el sector privado en lugar de aceptar un nombramiento o presentarme a un cargo.
P. ¿Nunca sintió que estaba yendo demasiado lejos en sus negocios, por ejemplo, con Pinochet o Sadam Husein?
R. No era mi papel juzgar si la gente era buena o no, tenían cargos importantes y un papel económico en su país. Un gran banco internacional tenía que hablar con ellos. No estaba expresando una opinión de aprobación. Nunca me pareció que un banquero tuviera que hacer un juicio político sobre la gente que tenía cargos importantes. Por ejemplo, cuando me reuní con Kruschev, el líder de la Unión Soviética, pensé que si no hablas con la gente, nunca puedes saber qué piensan. Mi conversación con Kruschev fue agradable. Después de dos horas, aunque teníamos opiniones diferentes y ninguno convenció al otro, terminamos gustándonos.
P. Usted hacía algo más que negocios, como en el caso de la visita a Sadam Husein.
R. Sí, el secretario de Estado, Henry Kissinger, me lo pidió. Aunque todavía no era presidente, era una de las figuras más influyentes del país. Tenía que haber alguna comunicación, es muy difícil ejercer una influencia sobre alguien si no le conoces. Estábamos en desacuerdo, pero no fue una conversación hostil.
P. ¿Se puede hacer negocios con cualquiera?
R. Cuando existe un interés mutuo por las dos partes se encuentra siempre la manera, incluso cuando se está en desacuerdo en muchos puntos. Me convertí en el primer banquero en ir a China con el régimen de Mao, agresivamente comunista. Nuestro Gobierno no se oponía a la idea, quería saber qué estaban pensando. Me encontré con el número dos, Zhou Enlai, y tuve una conversación muy amistosa porque él mismo era muy rico antes de la instauración del comunismo; hablaba muy bien inglés, conocía Estados Unidos.
P. Recibió muchas críticas por tratar con tantos dictadores. ¿No le afectaban?
R. Era comprensible que la gente no entendiera por qué lo estaba haciendo. Fue con el consentimiento del Gobierno y pensé que era ético para abrir el diálogo. Pero cualquier persona bajo el ojo público es criticada. Hay que aceptarlo.
P. ¿Sentía gran presión por ser un Rockefeller?
R. Yo fui el sexto de la familia. Nadie me prestaba tanta atención como a mis hermanos. Honestamente, no sentí gran presión. La gente te miraba diferente hasta que te conocía, pero tampoco tuve dificultades en hacer amigos y tiene sus ventajas. Por ejemplo, gracias a tu nombre tan reconocido, puedes ver a gente más fácilmente.
P. Pero en el libro habla de su soledad adolescente, de la frialdad de su padre…
R. Sí, es cierto, pero todo el mundo tiene periodos de soledad en su vida. Cuando llegué a Harvard, no había ido antes a un colegio elitista como todos, no conocía a nadie, no me sentía sofisticado como los demás y me sentí muy solo.
P. Usted trató de distanciarse de la familia y hacer sus propios negocios.
R. No quería pasar por la vida siendo sólo conocido como un miembro de una familia famosa. El riesgo era que si me dedicaba a los negocios, muchos dirían que lo había conseguido por mi apellido, en lugar de por mis méritos. Por eso estudié un doctorado en Economía, porque las universidades no los regalan; tienes que trabajar duro para conseguirlo. Me lo gané por mí mismo.
P. Sus profesores eran conservadores. Eso y la experiencia de su familia le hicieron adquirir una fe ciega en el mercado, que por sí sólo resuelve las injusticias…
R. Con todos sus defectos, una economía basada en el sector privado es mejor que las alternativas, no sólo la alternativa de un Gobierno autoritario, sino también de regímenes orientados hacia el socialismo, que ofrecen menos libertad a las personas y son menos productivos.
P. Pero, viendo el resultado en Estados Unidos, por ejemplo, los millones de personas que no disponen de seguro médico, algo que no proveen ni el Estado ni las empresas, ¿no es necesaria una mayor intervención pública?
R. Si se mira con cierta perspectiva, los cambios nacidos del New Deal eran muy necesarios y creo que hoy todos reconocemos la importancia de que el Gobierno proporcione a los ciudadanos educación o seguro médico. Las autoridades hacen mucho por las escuelas o el medio ambiente.
P. Usted es propietario de una granja donde se cultivan productos biológicos. ¿Cómo nació esa idea?
R. La idea fue de mi mujer, y mi hija Peggy se ha convertido en mi socia. Utilizamos una cantidad mínima de productos químicos para que la gente coma verduras y frutas frescas en lugar de enlatadas de cualquier parte del mundo. Es más saludable y creo que la agricultura es un ingrediente importante de la sociedad que no hay que perder. Queremos animar a pequeñas granjas en la zona del valle del Hudson para que compitan contra los gigantes de la industria. Mi mujer compró la tierra, es una pena que no viviera para verlo.
P. ¿Cuál es el papel de las mujeres en el patriarcado Rockefeller?
R. Mi abuela tenía un gran interés por la Iglesia Baptista que condicionó a toda la familia. Ella consiguió que mi abuelo apoyara la fundación de iglesias por todo el país. Mi madre fue una de las fundadoras del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Mi mujer creó un fondo para la agricultura, otro para salvar las islas de la costa de Maine y muchas otras cosas. Diría que hablar de la familia Rockefeller sin mencionar el gran papel de sus mujeres es un gran error.
P. ¿Cómo fue la relación con sus hijos tras su enfrentamiento con ellos durante la guerra de Vietnam?
R. No es una sorpresa que en esos días, cuando el país estaba muy dividido, y mis hijos eran adolescentes o veinteañeros, se rebelaran como pasó en la mayoría de las familias. Teníamos diferentes perspectivas sobre la guerra y otros temas. Fue bonito que, años después, tomaran la iniciativa y nos animaran a mi mujer y a mí a repetir nuestra luna de miel.
P. ¿Consiguieron hacerle cambiar de opinión sobre Vietnam?
R. Incluso hoy tenemos diferentes ideas. Entonces yo creía que existía una amenaza genuina de que el comunismo se extendiera por toda Asia, lo que podría ser un verdadero problema para el mundo. No estaba contento con algunos aspectos de la guerra, pero creo que tenía un objetivo legítimo.
P. ¿Conoce a Robert McNamara [secretario de Defensa con Kennedy y Johnson]? Él si parece estar bastante arrepentido de la guerra en ciertos aspectos.
R. Sí, es una persona muy valiosa, siempre le he admirado. Probablemente se arrepienta y le hubiera gustado actuar de forma diferente.
P. ¿Se arrepiente usted?
R. Me gustaría haber hecho cosas mejor, pero no he hecho nada tan terrible como para arrepentirme.
P. Usted apoyó la entrada del exiliado Sha de Irán en EEUU. Ese hecho se considera la causa de los secuestros en la Embajada norteamericana en Teherán. ¿No le hubiera gustado comportarse de otra manera?
R. Todavía reprocho al presidente Carter el decir que Irán era nuestro mejor amigo y, seis meses después, negarse a admitir al Sha en el país. Creo que fue un gran error, por lo que no me arrepiento de haberle apoyado, como Kissinger y otra gente hizo.
P. ¿Y qué piensa ahora de la política exterior de Estados Unidos, de la guerra en Irak?
R. Era importante deshacerse de Sadam Husein por ser una amenaza seria para nuestro país. Pero en lo que no estoy de acuerdo, es que no convencimos a nuestros aliados y a Naciones Unidas al mismo tiempo. Fue poco afortunado y ahora pagamos las consecuencias. Desapruebo la política unilateral de Bush.
P. ¿Cree usted que el 11-S fue el resultado de una política equivocada en Oriente Medio?
R. No contar con aliados allí ha sido un error. No es papel nuestro decidir qué Gobierno se queda y cuál se va. Es una zona importante por el petróleo, pero no sólo por eso.
Creo que fue una buena idea la creación de Israel, pero pienso que tenemos un interés muy grande en el mundo árabe y tenemos que apoyar a los dos lados. Desapruebo la creación de asentamientos de Israel en Palestina. No podemos apoyar unilateralmente sólo a una parte.
P. El 11-S ¿estaba aquí, en el piso 56?
R. Sí, vi las torres caer, fue terrible. Cuando llegué ya se habían estrellado los aviones, salía mucho humo y las contemplé mientras se derrumbaban. Me sentí muy mal. No teníamos ni idea de que la gente odiaba tanto a este país como para sacrificar sus vidas y matar a 3.000 personas. Espero que lo entendamos mejor hoy.
P. ¿Siempre ha tenido oficina en este edificio? Parece estar muy orgulloso del Rockefeller Center.
R. Sí, es maravilloso. El lugar era propiedad de la Universidad de Columbia y mi padre lo consiguió para construir la Ópera. Con el crash del 29 ya no fue posible y Columbia aplicó su contrato haciendo pagar a la familia 3,6 millones de dólares de alquiler anual para un terreno que no daba ningún beneficio ni lo dio durante años. Al final, medio siglo después, nos lo vendió. Estoy orgulloso, aunque la familia ya no tiene la propiedad, de que el lugar más visitado de Nueva York sea el Rockefeller Center.
P. ¿Ha patinado alguna vez en la pista?
R. No, no soy un buen patinador sobre hielo. Pero me gusta sentarme en el restaurante de abajo y ver cómo patinan los demás.
Hitos en la familia
Marta Galán
El primero de la saga, John Davidson Rockefeller (1839-1937), se crió en un entorno humilde y austero, el mismo que inculcó a sus herederos. * Con 24 años se introdujo en el negocio del petróleo, y a los 42 se hizo con el monopolio estadounidense. * Su empresa, la Standard Oil Company, controlaba el 90% de las refinerías del país. * Su fortuna, que superó los mil millones de dólares, le convirtió en el primer hombre billonario de la Historia. * Pero también en el más tacaño para la mayoría de los estadounidenses, según las encuestas de la época. * A partir de entonces, comenzó el cambio de imagen, y tanto él como sus sucesores llegaron a ser reconocidos filántropos. * En cierta ocasión, incluso donó un billón de dólares para una de sus fundaciones. * Nelson Rockefeller, nieto del fundador y hermano de David, fue cuatro veces gobernador de Nueva York y otras dos vicepresidente de Estados Unidos. * En la actualidad, se abre paso la quinta generación del clan. * Ya no son la familia más rica del mundo, aunque su fortuna está calculada en varios billones de dólares.
Por María Ramírez
Con información de El Mundo
“Memorias” (Editorial Planeta), de David . 639 páginas
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