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Santa Catalina de Alejandría

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Santa Catalina de Alejandría ,patrona y protectora de doncellas, estudiantes y enfermeras

Santa Catalina era natural de la ciudad de Alejandría, estudió en su juventud y estaba dotada de excelente ingenio, llegando a ser un prodigio de sabiduría. Majencio (306-311) ordenó a todos los súbditos hacer sacrificios a los dioses. Catalina entró en el templo pero, en lugar de sacrificar, hizo la señal de la cruz. Y dirigiéndose al emperador lo reprendió exhortándolo a conocer al verdadero Dios. Conducida a palacio, ella reiteró su negativa a hacer sacrificios pero invitó al emperador a un debate. En la prueba del debate filosófico, los sabios resultaron convertidos al cristianismo por Catalina, lo que provocó la ira del emperador, que hizo ejecutar a los sabios no sin proponerle antes a Catalina que se casara con uno de ellos, a lo que ella se negó rotundamente. Majencio trató de convencerla con promesas; pero al no lograrlo, mandó flagelarla y encerrarla en prisión. Allí fue visitada por la propia emperatriz y un oficial, Porfirio, que terminó por convertirse junto con otros doscientos soldados, según señala la Passio. El emperador ordenó entonces que torturaran a Catalina utilizando para ello una máquina conformada por unas ruedas guarnecidas con cuchillas afiladas. Según la Passio, las ruedas se rompieron al tocar el cuerpo de Catalina, quien salió ilesa. La emperatriz trató de interceder a favor de Catalina, pero fue decapitada, al igual que Porfirio y sus doscientos soldados. Obstinado, Majencio ordenó la ejecución de Catalina, quien murió decapitada.

Su iconografía se concreta con los atributos propios de su suplicio, la palma del martirio, la rueda con cuchillos y la espada.

La historia del martirio de Santa Catalina presenta algunas dudas e incongruencias como, por ejemplo, la variación del nombre del emperador encargado de su ejecución (Maximino – Majencio– Constantino), que haría variar la fecha de este relato hagiográfico; no obstante, siguiendo la versión autorizada de La leyenda dorada, consideramos que los hechos se produjeron en tiempos de Maximino –también responsable del martirio de San Sebastián, entre otros-: Ciertos autores dudan acerca de si fue Majencio o fue Maximino quien mandó martirizar a esta santa. Para aclarar esta cuestión conviene advertir que cuando Catalina murió eran tres los emperadores que estaban al frente del Imperio: Constantino, que había sucedido en el cargo a su padre; Majencio, hijo de Maximiano, proclamado augusto por los soldados pretorianos de Roma; y, finalmente, Maximino, que con el título de césar, ejercía funciones imperiales en oriente. De las crónicas se infiere que, cuando Catalina vivía, gobernaban el Imperio y ejercían su tiranía sobre los cristianos Majencio en Roma y Maximino en las provincias orientales. Parece, pues, que quien mandó martirizar a Santa Catalina fue Maximino. Cierto que en algún libro se lee que fue Majencio, pero en opinión de varios comentaristas se trata de un error debido a que el autor de tal libro, equivocadamente o por descuido, donde debió escribir Maximino, escribió Majencio.

En opinión de Bronzini, la leyenda de Santa Catalina estaba muy extendida en la Europa medieval, de ahí sus numerosas traducciones al latín y a las diferentes lenguas vernáculas; si bien, habría que esperar hasta los tiempos de las Cruzadas (1096-1270), para ver cómo su popularidad alcanzaba su máximo esplendor como patrona y protectora de doncellas, estudiantes y enfermeras. Es una de las tres santas veneradas en la Edad Medía por su virginidad, junto a Santa Inés y Santa Cecilia; ahora bien, mientras Santa Inés es la virgen inocente, ignorante e indefensa, cuyo emblema es el cordero, y Santa Cecilia es la esposa que acepta de manera voluntaria la castidad en el lecho nupcial, Santa Catalina, sin embargo, representa a la virgen sabia, culta y elocuente que reconoce la ciencia del Bien y del Mal y es capaz de discutir y derrotar a los más eminentes doctores.

De Diosa Griega a Santa Egipcia

Hécate es una divinidad muy arcaica que adoptaron los antiguos griegos, de origen asiático (Anatolia) o egipcio, que no es protagonista de ningún relato mítico pero que extiende su inmenso poder sobre la tierra, el mar y el aire, o, en otra versión, el infierno, la tierra y el cielo. Con esta triple personalidad, era denominada Perséfone en el infierno, Artemisa en la superficie de la tierra y Selene, la Luna, en el cielo. Diosa bienhechora que hace prosperar las empresas de los hombres pero que puede condenarlas al fracaso si así le place, está vinculada a la magia, la fertilidad y la noche. Es la Triple Hécate de los sortilegios, que se alza en los cruces de caminos (lugares consagrados a las prácticas mágicas) bajo la forma de una estatua tricéfala o incluso con tres cuerpos. En Roma, sería indentificada con Trivia, diosa de las encrucijadas. Los griegos la honraban en los famosos misterios de Eleusis, antigua ciudad cercana a Atenas, en su calidad infernal y fértil de las diosas Perséfone y su madre Deméter

En el cristianismo esotérico o gnóstico Hécate tomó la figura de Santa Catalina de Alejandría. Hay que tener en cuenta que Catalina en griego es Ekaterina. Santa Catalina es la heredera de los atributos de poder, sabiduría y magia de la oscura y a la vez luminosa Hécate. No es de extrañar que la Iglesia Católica suprimiera su culto en 1969 por su más que dudosa existencia como personaje real y por su esotérico perfil de diosa arcana. Su culto se extendió enormemente durante la Edad Media, su popularidad tuvo mucho que ver con los mágicos poderes que oculta su figura y la Iglesia la consideró patrona de filósofos y estudiantes por su sabiduría.

En su artículo de 1942, G. von Grunebaum se atreve a dar una fecha concreta :25 de noviembre del 305 d. C. Sin embargo, intentar datar el martirio de Santa Catalina de Alejandría es casi una entelequia por la falta de fuentes históricas fidedignas. Además, el 25 de noviembre es el día reservado en el santoral para esta virgen, pero no tiene por qué coincidir con la fecha exacta de su martirio.

Es sorprendente y esclarecedor saber lo que dicen los textos apócrifos que recogen su vida y martirio, y que fueron tolerados por la Iglesia Católica durante muchos siglos. Nos cuentan que Catalina era una joven alejandrina nacida a finales del siglo III, de noble cuna, rica, bella y culta, pero presuntuosa, con lo que exigía que sus pretendientes tuvieran las mismas cualidades de las que ella alardeaba. Su madre, que era cristiana, llevó a la engreída muchacha ante la presencia de su jefe espiritual, quien entregó a Catalina un icono de la Virgen con el Niño Jesús en brazos, aconsejándole que rezara a Nuestra Señora para obtener su benevolencia. Así lo hizo y esa noche tuvo un sueño en el que se vio frente a la Señora y su Hijo, pero Jesús se obstinaba en darle la espalda. Sin mirarla siquiera, la tachó de ser insignificante, pobre, fea e ignorante. Esto hirió el orgullo de la joven, que buscó al jefe espiritual cristiano y aceptó sus enseñanzas con el propósito de que Jesús no la rechazara. Formada ya Catalina en los valores de la nueva fe, el sueño se repitió, pero en esta ocasión el Niño Jesús la miró, la encontró por fin bella y sabia y la convirtió en su esposa. Para dar fe de sus desposorios, le puso un anillo en el dedo, diciendo: “Conserva esta prenda inviolada, no tomando ningún varón para ti”. Increiblemente, esta historia apócrifa y, sin duda, gnóstica nos habla de unos desposorios místicos entre Jesucristo y Santa Catalina, de un auténtico matrimonio sagrado, hieros gamos, entre un Jesús solar y una Catalina lunar. Este espiritual matrimonio fue un tema representado con cierta frecuencia sobre todo durante el Renacimiento.

El texto latino del siglo XI Passio sancte Katerine virginis es la fuente de numerosas versiones vernáculas de la historia. A su vez, está recogida en La leyenda dorada de Santiago de la Vorágine (s.XIII), en el Livre de la Cité des Dames de Christine de Pizan (1405) y en otros manuscritos sueltos. Traducciones vernáculas circularon por Europa no sólo en castellano, sino también en francés, inglés,alemán, catalán y provenzal.

En 2013 se cerró el monasterio de Santa Catalina en el Sinaí, símbolo de los cristianos del medio oriente. En este lugar en el que según la tradición Moisés habló con Dios en la zarza ardiente, la Emperatriz Helena mandó construir una capilla en el siglo IV, (el cuerpo de Santa Catalina fue llevado por los ángeles hasta la cima del Monte Sinaí) . El monasterio surgió dos siglos más tarde, por orden del Emperador Justiniano, que lo rodeó de enormes murallas. Se trata del monasterio cristiano más antiguo del mundo. También era considerado como un sitio privilegiado en cuanto a la convivencia entre cristianos y musulmanes: su biblioteca custodia un escrito de Muhammad (BPD) para ofrecer protección al monasterio, pues fue acogido en él para que escapara de sus enemigos.

Gloriosa Santa Catalina de Alejandría, portento de sabiduría y elocuencia. Quisiéramos parecernos a Tí en ese conocimiento admirable de las ciencias y de la fe para ser testigos de Jesús en el mundo. Alcánzanos esa fe y esa ciencia para que seamos siempre capaces de dar razones de nuestra creencia y también de nuestra esperanza.

Referencias :
La historia de la doncella Teodor: una invención greco-bizantina, un cuento de Las mil y una noches y un pliego de cordel, de J. González Barrera
El Dragón de Jaén , de José Torres Fernández
El dolor como triunfo, sacrificio ,tortura y liberación  en las mártires cristianas, de Vicent F. Zuriaga Senent

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