Marrakech y sus aromas
Cerramos los ojos y empezamos a reactivar los sentidos. Olor a especias y a cuero. La vista se llena de múltiples colores entre los que destacan los tonos tierra y teja. Sabor a curry, comino, cilantro o nuez moscada. Sonidos bulliciosos de comerciantes y llamadas a la oración. Y tocamos la suavidad y calidez del cuero, del kilim y de manos amigas que siempre te dan la bienvenida.
Marruecos es un país árabe que ha sabido modernizarse y mirar de frente a Europa, a los ojos de los occidentales que sentimos curiosidad y una profunda atracción por un país acogedor, respetuoso y que ha sabido mantener sus tradiciones sin dejar de adaptarse a los cambios.
El país entero es fascinante pero en concreto, viajar a Marrakech es soñar.Marrakech es una de las ciudades más importantes de Marruecos, situada al sur del país y al pie del imponente Atlas. Posee el mercado tradicional más grande del país y una de las plazas más concurridas de África y del mundo, Djemaa el Fna. Allí el tiempo se ha detenido: contadores de cuentos, encantadores de serpientes, aguadores, tatuadores de henna y miles de tiendas.
Los marroquíes son amables, hospitalarios y gente a la que no le gusta presumir, ellos viven de puertas para adentro, preservando su intimad. Dentro del jaleo de la Medina alojarse en un Riad es una experiencia asombrosa. Caminar por sus calles estrechas y laberínticas llenas de casas cochambrosas con pequeñas ventanas puede asustar al viajero pero Marrakech es una ciudad muy segura. Eso sí, cuando cruzas la puerta del Riad y entras descubrirás las fuentes, el agua, los mosaicos y todo el esplendor de la arquitectura árabe. Riad Imilchil es un buen ejemplo de ello. Su dueño, Mohamed , lleva y trae a turistas, les mima, les cuida y los convierte en amigos.
Si uno quiere alejarse del caos de la Medina pude alojarse a las afueras de la ciudad y disfrutar de la experiencia de despertarse contemplando al Atlas en el Hotel Tigmiza o saborear una vida Eco en el Riad Le Bled donde el famoso Chef Moha Fedal ha creado un vergel de árboles frutales, plantas y 10 coquetas habitaciones en un entorno maravilloso.
Y si citamos el hotel de Moha no menos merece su restaurante Dar-Moha y es que este simpatiquísimo cocinero ha innovado en una cocina tan tradicional. Moha Fedal es toda una estrella en Marruecos y actualmente también triunfa en TV como presidente del Jurado de Master Chef Marruecos. Suyo es el mérito de renovar la cocina marroquí y hacer el Tallin de pescado y no solo limitarlo al pollo o al cordero.
Porque en Marrakech se come bien y abundante. Ensaladas llenas de verduras como zanahoria, calabacín, pimiento o berenjenas. Tallin, cous-cous, pastelas y sus postres con miel y frutos secos. Para probar esa comida más tradicional junto a la plaza de Djemaa el Fna el restaurante Palacio Princesa Árabe hará que el viajero salga bien repleto.
Y que nadie se piense que por la noche no hay planes porque tomar un té con menta o un vino es posible en las terrazas de muchos Riad o en el nuevo local NoMad con vistas a la Koutoubia, la Giralda de Marrakech.
Y la parte favorita (o más odiada) de muchos visitantes de Marrakech: las compras. El regateo es un arte muy agotador. El precio bueno es que te lo vendan por un tercio de lo que inicialmente pedían. Aunque la mitad ya sería un buen precio. Que a nadie le dé pena este juego de precios porque el comerciante nunca pierde.
Si vais buscando decoración lo más solicitado sería:
1) Kílim marroquí: una tela de muchos colores tejidas artesanalmente por las mujeres bereberes.
2) Suelos hidráulicos que ahora son lo más chic en los locales de moda y que en España te salen carísimos y allí su precio es considerablemente inferior.
3) Lámparas y espejos labrados en aluminio o con multitud de colores. Y además puf de cuero para sentarse a ras del suelo, muebles pintados a mano o cubiertos con miles de nácares y piedras. Telas para cubrir los sofás, porta velas, figuras, loza pintada a mano con la que hacer una vajilla envidiable etc. Vamos que lo ideal es viajar con una buena furgoneta y cargarla al máximo.
En moda, actualmente su hit son las botas de cuero con Kílim marroquí insertado. No hay dos botas iguales ya que su confección es totalmente artesanal y por 30€ puedes hacerte con unas. En España rondan entre los 100 y los 200€. Igualmente las mochilas, bailarinas, cinturones o cazadoras de cuero.
En cuanto a cosmética la variedad de plantas medicinales y ungüentos es interminable, pero, hay tres imprescindibles: el Aceite de Argán, el Kohl y la Barra Verde.
El Aceite de Argán es el oro líquido cuyo fruto se obtiene únicamente de manera natural en Marruecos y lo extraen manualmente en las cooperativas de mujeres. De 5 kg de fruto de argán se extrae 1 litro de aceite cosmético (también existe el alimentario pero el aceite de oliva es imbatible). El aceite de argán es hidratante, nutritivo y reparador . Se puede usar en la cara, el pelo o el cuerpo. Sólo o mezclando unas gotitas con tus tratamientos habituales. Muchas firmas cosméticas usan el aceite de argán entre sus ingredientes como la nueva línea de Argán Silvestre de The Body Shop. Cuenta con 10 productos adictivos por su olor y eficacia. Y el argán se compra dentro del Comercio Justo a cooperativas de mujeres.
El Kohl es antiséptico y anti-inflamatorio. Está compuesto de antimonio y otros minerales. Sirve para enmarcar el ojo de negro y darle esa mirada enigmática. En el desierto, los hombres lo usan para eliminar los rastros de arena en los ojos ya que sus minerales limpian el globo ocular. Se realiza un trazo a ras de las pestañas, con el ojo cerrado y desde el lagrimal al rabillo. Firmas internacionales de lujo como Guerlain tiene uno que imita este concepto facilitando su aplicación con un resultado auténtico.
La Barra Verde mágica es altamente hidratante y le aporta a los labios un color efecto «boca mordida».Contiene basílico, argán, glicerina y los polvos de amapola que los que aportan el color. Y son realmente baratas, menos de 1€.
Y antes de marcharte de Marruecos no hay que olvidar vivir la experiencia relajante y purificante del hamman. En el Riad Demeures d’Orient realizan el perfecto ritual. Después de que los poros se abran con el calor de un baño turco, el jabón negro limpiará toda tu piel y la energía al frotar de los guantes exfoliantes se llevarán a girones toda la piel muerta para dejar paso a una piel limpia y luminosa.
Así, la vuelta supone un montón de experiencias para los cinco sentidos, nuevos amigos que están encantados de abrirte las puertas de su país y su cultura, y la maleta con las cremalleras a reventar de productos de decoración, alimentación, moda o belleza. Y sobre todo, ganas de volver, eso siempre! Para organizar tu viaje consulta una agencia especializada en Marruecos y en la oficina de turismo de Marruecos en España.
Por Katia Rocha Muñoz
Con información de Qué!
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