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El «Destino del Guerrero » – Los Hititas

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La identidad de las etnias y de las lenguas que se hablaban en el Asia Menor antes del II milenio a.C. supera las posibilidades de conocimiento. La región oeste se orientó hacia el mar Egeo y la Hélade desde temprano, mientras que la zona este perteneció al Oriente antiguo. Los prehititas («hatti») se establecieron en el norte. Alrededor del 2000 ya tenían un largo período de asentamiento; su lengua está probablemente vinculada con las caucásicas. Por entonces, gente de habla indoeuropea arribó al Asia Menor y dos siglos después había subyugado una porción apreciable del territorio sin eliminar a sus habitantes. Eran los «nesitas», que la bibliografía conoce como hititas y que fueron precedidos por sus parientes, los luvitas. Ambas lenguas, junto con otras de menor importancia, constituyen la rama anatólica de la familia indoeuropea.




Tras un período de organización entre los siglos XIX y XVII a.C., hacia 1400 los hititas iniciaron su expansión territorial y llegaron a la cumbre de su poderío, disputando la su-premacía a Egipto. Los tres principales frentes de lucha de los hititas en el orden externo fueron:

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a) Egipto: El Imperio Nuevo, después de la expulsión de los hicsos (1580), se extendió por Asia y chocó con Hatti y Mitanni. La batalla de Kadesh (1285) entre hititas y egipcios no resolvió el pleito; en 1269 se firmó un tratado que establecía un condominio sobre Siria. Hatti se derrumbó hacia 1200, pero los egipcios ya no podían hacer valer sus pretensiones.

b) Mitanni: En el siglo XVII a.C., los hurritas se fortalecieron y constituyeron el reino de Mitanni. En su momento de máximo esplendor, Mitanni abarcó el norte de Mesopotamia y Siria, con salida al Mediterráneo, y fue tenaz contrincante de Egipto. A través de alianzas dinásticas, se unió con su enemigo contra los hititas, pero el debilitamiento de Egipto durante el reinado de Amenofis III (1402-1364), la hábil política de aquéllos y el surgimiento de Asiria como potencia provocaron la destrucción de Mitanni hacia 1370-1340; los restos de los hurritas se retiraron hacia el norte y parte de ellos se estableció en la meseta de Armenia.

c) Asiria-Babilonia: las disputas por la posesión de Siria septentrional condujeron al saqueo de Babilonia por Mursilis I (1595). Hacia 1370 Asiria comenzó a fortalecerse, pero hititas y asirios no llegaron a chocar al lograr un reparto equitativo de los despojos de Mitanni. . A fines del siglo XIII a.C., el imperio hitita se hundió. Quinientos años después, la conquista del reino neohitita de Karkemish (717) por los asirios marcó su fin definitivo.

Un cuarto frente de conflicto, Azzi-Hayasa, en el oeste de la meseta de Armenia, tuvo a maltraer a los hititas y a menudo los obligó a permanecer a la defensiva. Las fronteras orientales, en las márgenes del río Eufrates, constituyeron un foco permanente de tensión. El pueblo montañés de los kaskas y los países de Azzi-Hayasa e Isuwa no perdían ocasión para poner en aprietos a su poderoso vecino.

La confrontación entre ambas partes no era una cuestión estrictamente militar. James Mellaart ha planteado la posibilidad de que los hititas trataran de mantener el control de una fuente alternativa de estaño; exploraciones geológicas han descubierto la presencia de depósitos aluvionales de oro, plata y estaño al pie del monte Aragatz, al noroeste de la actual República de Armenia. El estaño se procesaba, junto con el cobre, en los hornos metalúrgicos de Metzamor (ca. 1500)(1) .

Sin embargo, el estaño del Cáucaso no parece haber sido tan relevante en la época. Según Charles Burney, la casiterita utilizada en Metzamor era importada (2) , en tanto Jak Ya-kar ha señalado que tanto podía ser local como importada de Irán o Afganistán occidental (3) . James G. Macqueen ha sugerido que Azzi-Hayasa quizás controlara los ricos depósitos metalíferos del noroeste y norte de la meseta de Armenia, lo que suscitó el interés de su poderoso vecino del oeste (4) .




En la época tenían gran importancia los maryannu, conductores de carros de combate que representaban la aristocracia guerrera hurrita y los estratos superiores de Mitanni. Su poderío no se limitaba a los estados hurritas, sino que estaban presentes en la clase alta de los pequeños estados sirio-palestinos y formaban su oficialidad. Sirvieron como mercenarios de los faraones egipcios, por ejemplo contra la segunda oleada de los «pueblos del mar» (5) .

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Los autores que admiten la presencia o la influencia indoirania en Mitanni concuerdan en el origen sánscrito de maryannu; sus oponentes han propuesto una fuente caucásica oriental (6) . El sumerio mar-gid-da (mar «carro») (7) podría haberse combinado con el védico máryah («hombre joven, valiente»), en nuestra opinión, para dar maryannu («guerrero en carro de combate»).

La función guerrera es la segunda en la clasificación trifuncional de Georges Dumézil. Su análisis en el mundo indoiranio es relevante por ser el más próximo al armenio y porque la legislación religiosa y los himnos sagrados han conservado datos relacionados.

Dumézil ha estudiado a algunos de los héroes guerreros (Hércules, Indra, etc.), trazando un esquema general en el que aparecen como líderes militares, símbolo de las fuerzas de la tempestad y cometedores de tres pecados (matar a la criatura de una divinidad, sentir miedo que lleva a una acción deshonrosa, realizar un acto sexual prohibido). La transgresión sexual (adulterio, violación, concubinato) toma distintas formas entre los guerreros a veces divinos y en otras humanizados, quienes personifican la fuerza primitiva irrefrenable y bárbara: «(…) Por doquier el guerrero se toma libertades con los códigos mediante los cuales los seniores pretenden disciplinar el ardor de los jóvenes, por doquier se reconoce ‘derechos no escritos’ sobre la mujer del prójimo, sobre la virtud de las mozas» (8) .

La figura apasionada de los máryah, propia de la antigua mitología indoirania, sufrió luego un cambio brusco; Indra se convirtió en personificación de la maldad. Verethragna y Mitra se dividieron su función, y apareció una nueva concepción moral, donde la figura del guerrero pecador quedó en el polo opuesto al de la pureza y la purificación. Dumézil y Stig Wikander han identificado este cambio con la reforma de Zoroastro; Jean Haudry señala que la fecha, la causa y la forma de esta revolución religiosa son desconocidas (9) . No obstante, T. Burrow ha indicado que una invasión irania desde el sur provocó la división de la zona ocupada por los indoiranios entre el Penjab y el Asia occidental; la tensión entre ambos grupos se expresó en la prédica de Zoroastro, hacia los siglos XII-XI a.C., y los dioses indoiranios fueron anatematizados como deivas («demonios») (10) .

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En un tratado firmado con Huqqana de Azzi-Hayasa, Supiluliuma I menciona una serie de obligaciones de derecho civil:

Mi hermana, que te he entregado como esposa, tiene hermanas y cuñadas. Ellas se han convertido en tus parientes a causa de tu matrimonio. Porque en el país de Hatti hay una ley: no toques a tus hermanas y primas. Esto está prohibido. Quien se permita acto semejante en Hatti, no vivirá, morirá.

Como vuestro país es menos civilizado, ustedes están habituados a tomar a vuestras hermanas y primas. Ésto está prohibido en Hatti. Si un día una hermana, una cuñada o una prima de tu mujer te visitan, agasájala con bebida y comida. Coman, beban y pasen momentos agradables. Pero no la toques. Esto está prohibido, es causal de muerte. No lo intentes de manera espontánea, y si alguien te lo sugiere, no le prestes atención. No lo hagas. Que esto te esté prohibido por juramento.

Manténte lejos de las mujeres de palacio. No te acerques y no hables a cuanta mujer de palacio exista, libre o esclava. Que tu siervo o sierva no se acerquen a ella, no le hablen. Cuando pase una mujer de palacio, ábrele camino y huye. El siguiente caso de una mujer de palacio te servirá de lección.

¿Quién era Mariya y por qué murió? ¿Acaso no había encontrado y observado a una mujer de palacio? Pero mi padre, el padre del Sol, lo vio por una ventana y le dijo colérico: ‘¿Por qué miraste a esa mujer?’ Y Mariya murió por ese error.

Un hecho que ha producido la muerte de un hombre vale como lección para ti.

Cuando vuelvas a Hayasa, no toques a las mujeres y hermanas de tu hermano. Esto está prohibido en Hatti. Si sucediera que vuelvas a palacio, no hagas esta cosa prohibida. Ni debes tomar nueva mujer del país de Azzi, y si ya tienes una, que sea considerada tu concubina, pero no tu esposa.

Toma de vuelta a tu hija otorgada a Mariya y entrégala al hermano de éste (11) .




Con un nombre «medio erótico, medio guerrero», Mariya era líder de un país «menos civilizado», donde los hombres tenían derecho a poseer varias mujeres –incluso con relación de consanguinidad– en igualdad legal. Representaba la primera etapa de la función guerrera, la del combatiente que sentía la necesidad de saciar su naturaleza indómita, su sed de hazañas y su pasión inflamada, a quien los hititas entrados en la segunda fase oponían un sistema moral y familiar que constituía el fundamento para que el monarca se librara de un peligroso enemigo por una supuesta transgresión a las reglas establecidas. Es posible que Mariya se hallara en Hattusas para la firma de la paz y hubiera sido víctima de una argucia del rey Tuthaliya III.

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Siguiendo la clasificación de Claude Levi-Strauss, los hititas vivían en un estadio «cultural» –donde el incesto estaba prohibido–, y los hayasianos, en un estadio «natural». En la legislación hitita, la violación era uno de los tres crímenes capitales (los otros eran la relación sexual con animales y la desobediencia a la autoridad del Estado), entre los que debía comprenderse el incesto en sus diferentes variantes (voluntario o forzado). Supiluliuma seguramente aplicaba la norma 193 del código hitita, que establecía el levirato (casamiento de la mujer viuda con su cuñado) (12) .

La prohibición de relacionarse con «mujeres de palacio», en cambio, no parece tener fundamentos jurídicos y su existencia parece dudosa, máxime en el caso de que aquéllas fueran libres. Esta advertencia no está acompañada por una prohibición explícita o una amenaza de muerte; el rey hitita sólo se basa en su tono imperativo y la desgracia de Mariya. La sentencia de muerte contra éste por la mera relación con una mujer de palacio no tenía justificativo legal.

Teniendo en cuenta el sentido «valiente» de máryah y la posible vinculación del lat. mas, maris («macho, varón») y maritus («hombre casado») con el dios Marte, la palabra armenia *mariya («hombre joven») debió tener el sentido adicional de «valiente» o «guerrero», cuya expresión es el nombre personal Mariya (13).

El probable origen sudoriental (Kizzuwatna) de la familia real hitita dejó una visible influencia hurrita sobre la corte, el culto y la religión, en tanto que el impacto lingüístico pro-venía de los días de gloria de Mitanni, antes del reinado de Supiluliuma. La fama de los maryannu llegó al imperio hitita, donde el poderío de los guerreros de Azzi-Hayasa –que manejaban carros de combate y quizás se apodaban *mariya– también debía gozar de cierto predicamento. Su líder fue víctima de esa fama, alimentada por la tradición mítica e ideológica.

La figura del dios guerrero Vahagn, cuyas raíces se remontan a la época previa a la fragmentación indoeuropea, y que ha sufrido, entre otras, influencia hitita (14) , sugiere que entre los hayasianos debía existir el ambiente ideológico sobre el cual se erigiría la tradición guerrera. Ese ambiente era de probable origen indoeuropeo y, más precisamente, armenio.

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Notas:

1. James Mellaart, «Anatolian Trade with Europe and Anatolian Geography and Culture Provinces in the Late Bronze Age», Anatolian Studies (Ankara), vol. XVIII, 1968, p. 200-201.

2. Charles Burney y David Marshall Lang, The Peoples of the Hills. Ancient Ararat and Caucasus, Londres, 1971, p. 68. Objetos babilonios de los siglos XVI-XV a.C. (una pesa de la época de Burna-Buriarash I y un sello cilíndrico de Kurigalzu I) hallados en Metzamor parecen haber llegado vía Siria a través del río Aratzaní, la misma ruta del estaño, «y no es accidente que muchos objetos de estaño se hayan encontrado en el cementerio de Metzamor» (Emma Khanzadian y Boris Piotrovsky, «A Cylinder Seal with Ancient Egyptian Hieroglyphic Inscription from the Metsamor Gravesite», Soviet Archaeology and Anthropology [Armonk, NY], Spring 1992. 74).

3. Jak Yakar, «Regional and Local Schools of Metalwork in Early Bronze Age Anatolia, Part II», Anatolian Studies (Ankara), vol. XXXV, 1985, 31. Afganistán e Irán eran las fuentes principales del estaño mesopotámico en el III milenio a.C. (Tamara Stech y Vincent Pigott, «The Metals Trade in Southwest Asia in the Third Millennium B.C.», Iraq [Londres], vol. 48, 41-48).

4. Cf. James G. Macqueen, The Hittites and their Contemporaries in Asia Minor, Londres, 1996, p. 41-43, 54.

5. Abraham Malamat, «Siria y Palestina en la segunda mitad del segundo milenio», en E. Cassin, J. Bottéro y J. Vercoutter (eds.), Los imperios del antiguo Oriente, vol. II, Madrid, 1983, 155-156; Nancy K. Sandars, The Sea People, Londres, 1987, 119.

6. Igor Diakonoff, «Language Contact in the Caucasus and the Near East», en T. Markey y J. Greppin (eds.), When Worlds Collide. Indo-Europeans and Pre-Indo-Europeans, Ann Arbor, 1990, 64.

7. Levón Petrosián, «‘Mar-Gid-Da’, ‘Mar’, ‘Maran-Sayl’ (ensayo histórico-etimológico)» (en armenio), en Sesión científica republicana dedicada a la integración de las investigaciones de campo etnográficas y folklóricas, Ereván, 1984, 37.

8. Georges Dumézil, El destino del guerrero, Londres, 1971, 92.

9. Idem, 128; Haudry, Les indoeuropéens, París, 1985, 81.

10. T. Burrow, «La invasión aria en la India», en A. Cotterell (ed.), Historia de las civilizaciones antiguas, vol. II, Barcelona, 1984, 377.

11. Citado por Nicolas Adóntz, Histoire d’Arménie, París, 1946, 29-31.

12. Oliver Gurney, The Hittites, Londres, 1990, 78, 83. Para Heinrich Otten, la historia de Mariya ejemplifica la discreción que el yerno debía mostrar en las reglas de etiqueta mientras visitaba la corte hitita (Heinrich Otten, «Hititas, hurritas y mitanios», en E. Cassin, J. Bottéro y J. Vercoutter, op. cit., 121).

13. Cf. Vartán Matiossián, «Mariya, líder del país de Hayasa, y sus conexiones» (en armenio), Bazmavep (Venecia), 1-4, 1992, 324.

14. Ivanov 1983. 39-40. Sobre Vahagn, cf. Vartán Matiossián, «Soles y orígenes: el mito armenio de la creación», Transoxiana, vol. 2, 2001

El destino del guerrero : un paralelo en la meseta de Armenia de Vartán Matiossián

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