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El Harem

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El término harén (en árabe: harîm حريم ) designa al mismo tiempo el conjunto de mujeres (concubinas o, simplemente, mujeres hermosas) que rodeaban a un personaje importante, así como el lugar en el que éstas residían. En algunas lenguas occidentales, el término se ha utilizado en un sentido más estricto, asociado a la mujer confinada. El sentido dado por los orientales es el de «prohibido a los hombres». El término harem deriva de la palabra harâm que sirve para designar todo aquello que es tabú, prohibido por la religión.

Numerosas civilizaciones antiguas tuvieron harenes. En la cultura griega se los conocía como gineceos,aunque estos no eran verdaderos harenes, toda vez que los griegos no acostumbraban la poligamia,con la sola excepción de los macedonios, que en tiempos clásicos, eran considerados bárbaros. Los últimos harenes, los que en realidad designan a este término, son los de los sultanes y pachás del Imperio otomano.

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El harem es un lugar en el que residían las concubinas oficiales del señor, así como las mujeres que éste tenía a su servicio. La función de las concubinas era la de darle hijos al señor, mientras que las mujeres a su servicio, le ofrecían música, danza o sexo. Los harenes estaban custodiados por los eunucos.

Frecuentemente las mujeres preferidas eran las del grupo saqaliba (o también transcripto como: sakaliba o sacaliva o sakaliva es decir: eslavas -de ojos y cabellos claros- esclavizadas).

La parte más importante del harem era la zenana, o el santuario interno donde tenían lugar las fantasías del sultán. La zenana estaba diseñada como réplica del paraíso. A cada mujer le daban su propio apartamento decorado y ornamentado con su propio jardín, cascadas y fuentes de agua. Como las mujeres del harén venían de diversos lugares y culturas, los apartamentos eran equipados para que tuvieran una sensación lo más cómoda y satisfactoria posible imitando a la vida que habían tenido en su lugar de origen.

Después de todo, debían de estar listas para una visita inesperada del amo. Asimismo, el traje era erótico y sensual. La meta era estar vestida pero parecer estar desnuda usando vestidos translúcidos de muselina y seda. El material era tan ligero que muchos vestidos juntos pesaban alrededor de una onza. En armonía con la opulencia que reinaba, la ropa se adornaba con diamantes, oro, rubíes y perlas. Los zapatos también se cubrían con piedras preciosas. Finalmente, todo esto se remataba con un sombrero de pluma de avestruz cubierto de rubíes.

Las mujeres que vivían en el harem estaban sometidas a un sistema jerárquico que se aplicaba de manera estricta.

La Reina Madre: era la madre del Sultán reinante, soberana del harem después de él. Cuando el sultán era niño, ella aseguraba la regencia del imperio hasta su mayoría de edad.

La Favorita (bas haseki): era la mujer preferida del Sultán y la que le daba el primer hijo varón, heredero del trono.

Las Ikbal: eran las mujeres oficiales del Sultán, cuyos hijos eran considerados como príncipes y princesas. Ellas eran como mínimo cuatro y como máximo siete.

Gedikli kadin: esclava privada al servicio del Sultán, una de sus funciones era el baño de él.

Concubinas : mujeres jóvenes que ocupaban la cama del Sultán y que podían tener hijos.

Gözde: joven esclava del harem, que habiendo llamado la atención del Sultán compartía su cama.

Cariye: sirviente del harem, si era lo bastante inteligente e intrigante tenía la posibilidad de ascender al rango de Gözde .

Los eunucos negros: niños traídos de Sudán ó Abisinia que eran castrados con métodos particulares para hacerles más tarde guardianes del harem. A través de ellos se hacían las comunicaciones con el exterior. A su cabeza el kizlaragasi se ocupaba de la seguridad del harem, la selección de las esclavas y asumía su promoción.

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Las esclavas que entraban en el harem debían tener un cuerpo sin defectos y ser muy bellas. Eran presentadas a la favorita por el kizla ragasi, y después confiadas a las cariye experimentadas que se encargaban de su educación. Ninguna de ellas podía compartir la habitación del Sultán a su llegada al harem. Aprendían las prohibiciones de la disciplina del harem y estudiaban música, literatura, danza y canto.

El ideal para cada una de ellas era llamar la atención del Sultán e incluso hacerse amar. Si tenía esta suerte podía incluso obtener el título de esposa del emperador más poderoso del mundo.

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Las jóvenes esclavas se vestían y se paseaban para destacar ante el Sultán. Si una de ellas captaba su mirada, ponía en evidencia su encanto y coquetería para responder. El Sultán no mostraba jamás su deseo delante de la elegida, se contentaba con hacérselo comprender por una mirada o un gesto particular, después designaba su deseo a través del intermediario del kizlaragasi a quien pedía que se la preparase.

La feliz elegida era llevada al hammam (baño). Se le quitaba todo pelo superfluo, se le perfumaba y se le vestía de bellos atuendos. Después era llevada a la habitación imperial acompañada de música y cantos.

Al entrar en la habitación, se aproximaba suavemente hasta el borde de la cama del Sultán, entrando por el lado donde estaban sus pies. Esta podía ser su primera noche de gloria, puesto que si quedaba embarazada y le daba un hijo, podía llegar a ser una de sus mujeres, o gracias a su sensualidad y habilidad tenía la oportunidad de ser su favorita.

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