Golpe de sol – Zacarías Mohamed
Poesía Palestina
Golpe de sol
Nacimos de un golpe del sol
del golpe de una guadaña contra el viento
y del golpe de un cuerno contra la piedra.
Arrojamos la placenta a los perros
y el alma dentro de una pileta de penumbras.
Como las mujeres pobres, bordamos
nuestros labios en la trama del silencio
En impureza, fuimos a la oración de la tarde
en el jardín de flores
y las memorias de la infancia
Arena es nuestro alimento
y arena es el forraje del caballo
Trepamos la arena entre jadeos
y destrozados, volvimos
No había pruebas de nuestros nombres
salvo un alfabeto que no aparece en el diccionario
no había rastros de nuestros antepasados
excepto el silencio de los perros en la puerta
Nos rebajamos hasta el cordón de los zapatos
y nos atamos al pelo de nuestras pestañas
y a las colas de los cometas.
Nos arrastramos como perros ante la puerta
agachados sin alegría ante la flor
y la flor es el sacrificio sangriento del mediodía
Esparcieron nuestra harina por todas partes
y la desesperación fue como hierro en los dedos
Concédenos respiro para que podamos reconocer nuestra sombra
y nuestros cascos puedan crecer
Una campana gigante pende sobre nuestra cabeza,
una campanada persistente nos hace perder la senda
rezamos en silencio en el gran repique sobre los labios de los muertos
Tómanos de la mano
y por la cintura
sosténnos por el pecho:
el polvo y el fuego nos son familiares
Nuestro dedo, húmedo para conocer de dónde viene el viento
está herido por preguntas sin fin
Hicimos juegos tontos con nuestros nombres
y confundimos desnudez con los botones de la camisa
Empujamos las plegarias como cerdos por delante de nosotros
Atamos los burros a los tobillos de los chicos
y el otoño al verano
para calmar los escalofríos
Nos llaman de detrás de nuestras habitaciones
con una voz escandalosa que nos avergüence estar desnudos;
nos llaman con una voz que separa la madera del bambú
Lleven nuestra oración así podremos rezar más allá de los límites del deber
y nuestras almas permanecerán firmes en nuestros cuerpos.
El almuerzo es amargo
la cena, seca como piedra,
y el silencio fluye como la menstruación entre nuestras piernas
Oramos para aplastar los cálculos renales
y para romper el pan de nuestra cena
No habrá inmunidad para el canto rodado
o la rosa
todos yacen bajo el rango del trueno.
Nacimos en las dobleces del labio
y de la pestaña
nacimos del golpe del cuerno contra la piedra.
Zacarías Mohamed
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